Miami I: Explorando el Mandarín Oriental.
(Alana)
Axel está enojado.
Y yo me estoy partiendo de la risa una vez llegamos a Miami.
En efecto, no pudimos follar.
―Maldita clase turista ―refunfuña Axel, peleando con las maletas cuando las ruedas tropiezan con un desnivel del suelo.
Papá no quiso pagar asientos en primera clase por nosotros, alegando que ya nos había pagado dos semanas de alojamiento en una de las habitaciones del Mandarín Oriental de Miami, así que nos tocó viajar en clase turista. Desde luego, no tuvimos la suficiente "privacidad" para follar en el avión. Cuando lo intentábamos, cierto niño o cierta mujer necesitaban usar el baño, y cuando se daban cuenta de que no íbamos a salir en mucho tiempo, llamaban a una azafata y fuimos obligados a abandonar los baños. El vuelo fue corto para mí, ya que me distraje viendo las malas películas de las pantallas diminutas en las sillas o durmiendo. Axel la tuvo pero, con sus eternas bolas azules.
Fue muy divertido tenerlo malhumorado.
Pero sé que no me libraré en cuanto lleguemos al hotel.
Hoy es sábado 16 de agosto, y es temprano en la mañana cuando tomamos un taxi rumbo al hotel. Los mellizos nos informaron con una llamada por Skype que nos realizaron hace una hora, que acababan de aterrizar en Nueva York y que se habían instalado en casa para esperar por nosotros. Sé que estarán aburridos después de todo lo que vivimos en la cabaña, pero tendrán que esperar a que podamos hacer una fiesta de despedida en toda regla. ¡Y al estilo Hamilton!
―Ya, ya, bebé... No te enfurruñes tanto, ¿vale? ―Acaricio la cabeza de Axel una vez estamos sentados en los asientos traseros del taxi y me acerco a su oído, mordiendo su lóbulo―. Te dejaré follarme todo lo que quieras en la habitación ―prometo con voz coqueta e insinuante, mientras discretamente, paseo mi mano en una candente caricia sobre su polla dura, la cual resalta en sus pantalones vaqueros.
Le diría que se cubra, pero me encanta ver su excitación por mí.
―Joder, nena, no hagas eso ―regaña Axel, pero aún así cubre mi mano con la suya, para juntos presionarme más contra su erección. Axel se acerca y toma mi boca en un beso brutal y salvaje, como los que me daba en el avión cuando quería follarme en los baños. Nos separamos y muerde mis labios hasta enrojecerlos―. ¿O quieres hacerme venir frente al taxista solo con tu mano? ―murmura sobre mi boca y yo jadeo, desviando mi rostro hacia la curva de su poderoso cuello.
―Olvidé al jodido taxista ―susurro y mi cabeza vibra a causa de la risa de Axel.
El viaje en taxi hasta el hotel es tranquilo.
El aire cálido de Miami me revuelve el cabello y Axel rodea mi espalda con su brazo, para alcanzar mis caderas por el otro lado. Sus dedos alcanzan los cordones de la mini-falda que llevo puesta y oculto una sonrisa. Ambos recordamos perfectamente que llevo una ropa interior tan diminuta que podría parecer que no llevo nada debajo, pero la falda me queda tan ajustada, que nadie podría saberlo con certeza a menos que lo comprobaran muy de cerca. Y Axel no se despega de mí ni un segundo, esperando una oportunidad para devorarme.
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Tras Puertas Cerradas. (+18)
RandomEsta es una recopilación de calientes escenas que te harán arder la sangre con sólo leerlas. También tienen un poco -demasiado- de absurdo romance. Si eres una persona con muchos prejuicios o de mente cerrada, te recomiendo no leer esta historia. Y...