La Propuesta al Estilo Hamilton.
(Alana)
―Axel, no podemos hacerlo ―Le digo a Axel en un susurro, mientras finjo prestarle total atención a la película.
Supe que Axel abandonó la pantalla en cuanto mis labios se cernieron sensualmente alrededor de la circunferencia de un bombón de chocolate, totalmente a propósito para provocarle. Y eso fue hace ya varios -cincuenta- minutos. Ahora mismo, en efecto, nos encontramos en una de las salas de cine de la ciudad. Axel está sentado a mi izquierda, aburrido, mientras yo tengo nuestras palomitas firmemente agarradas contra mis pechos y su mano juguetea traviesa con el borde bajo de la minifalda de cuero marrón que estoy usando.
―Dame una razón válida de por qué no podemos hacerlo ―pide Axel entonces, serpenteando su mano hacia el centro de mis muslos, en donde su palma se posa grande contra mi pequeño coño escasamente cubierto por "esa excusa de tanga", como él la llama a veces.
―Axel, joder ―jadeo―, el doctor acaba de decirnos que no podemos tener sexo hasta el tercer mes, ¿qué parte de eso no entendiste? ―cuestiono y él simplemente pasea la yema de su dedo corazón sobre la prominencia de mi clítoris, varias veces y con la presión que él sabe muy bien que me encanta―. Mmn, Dios ―gimo en voz baja y agradezco que él haya elegido los lugares, alejados por varias filas de asientos de oídos curiosos―. Además... ¿No te das cuenta en dónde estamos? En las malditas salas de cine también hay cámaras de seguridad, Axel. Van a... Mierda... Van a vernos ―digo sin aliento, cuando finalmente su dedo desciende y tienta mi vulva por sobre la tela húmeda.
―Nena, podemos fingir que el doctor nos dirá eso... ―Lo veo calcular―, aproximadamente dentro de una media hora... ¿Y respecto a las cámaras? ¿Qué diferencia hay entre que unos desconocidos nos miren mientras lo hacemos, a que nos mire nuestra familia? Pueden mirar, pero no podrán tocar ―dice finalmente y yo resoplo.
―No.
―Pero...
―He dicho que no, Axel ―siseo, jadeante.
Y espero que eso lo haga desistir...
Pero Axel sonríe como Silvestre a punto de comerse a Piolín.
―Dices que no, pero ya estás goteando... ―expone, y antes de que pueda detenerle, corre hacia un lado mi ropa interior diminuta y embadurna sus dedos con mis jugos de niña buena, relamiéndose los labios―. Mira esto, nena... Sé que quieres tanto como yo que te folle aquí mismo ―susurra, acercando su rostro hacia el mío―. Prometo que será rápido, y no tendrán tiempo de venir a buscarnos ―murmura, con sus labios masculinos y provocativos atrapando el lóbulo de mi oreja―. ¿Mm? ¿Qué dices?
―Siento que nos atraparán, y después será muy vergonzoso, Axel... ―protesto, sintiendo que mis reservas van derrumbándose poco a poco, mientras siento su aliento cosquillear en mi cuello.
―No te preocupes, acabaré rápido ―promete, y antes de que pueda detenerlo, se pone manos a la obra―. Es nuestra primera cita oficial y debe ser memorable ―dice, quitándome las palomitas y el refresco para dejarlos en la silla a su lado, un tanto descuidadamente.
Entonces, me toma por la cintura y me hace ponerme de pie frente a él. Yo miro alrededor, pero estamos completamente solos, pues las demás personas se encuentran por varias filas de sillas muy abajo de nosotros, ajenas a los pervertidos planes de Axel. Doy un brinco cuando las manos de Axel se cuelan bajo mi falda y me bajan la tanga por las piernas, teniendo que agarrarme de él para poder quitármelas una vez que se enredan en mis zapatillas deportivas. Me estremezco por el aire frío de la sala de cine que choca directamente contra mi coño descubierto y de pronto me siento expuesta, como si todas las personas aquí tuvieran sus ojos sobre nosotros y nos juzgaran con sus miradas reprobatorias.
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Tras Puertas Cerradas. (+18)
RandomEsta es una recopilación de calientes escenas que te harán arder la sangre con sólo leerlas. También tienen un poco -demasiado- de absurdo romance. Si eres una persona con muchos prejuicios o de mente cerrada, te recomiendo no leer esta historia. Y...