Capítulo II:

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𝙿𝚛𝚘𝚙𝚞𝚎𝚜𝚝𝚊
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Domingo.

Alexa estaba sentada a lado izquierdo de su padre en la mesa del comedor y su madre yacía sentada al lado derecho de su esposo. Su madre una extravagante mujer de cuarenta y dos años, muy guapa, le hacia muecas a su sobrino de dos años que reposaba en sus brazos riendo por las diferentes muecas que hacia su tía. A lado de ella estaba la hermana menor de Mary. La tía de Alexa, la señora Frida McClane; tenía una hija mayor de veinte años, menor que Alexa —solo por dos meses— la cuál odiaba por ser tan presumida y mustia.

—Ángela, cariño ¿puedes darme la salsa?, porfavor —pregunto tía Frida. Ángela, la preciosa rubia de ojos azules revoloteo las pestañas y le entregó el cuenco con salsa a su madre—. Querido Fernando, gracias por dejar que mi hija se quede con ustedes, es mi orgullo— Ángela sonrió con falsa timidez, el padre de Alexa asintió sin quitar la vista de su periódico mañanero.

—Alexa, hija—la llamó su madre y ella por fin alzó la vista de su plato con huevos revueltos y tocino— muestrale la habitación que tendrá tu prima, porfavor.

—No puedo, ahora mismo tengo que ir con Sáhara y los gemelos...

—Alexa— le advirtió su madre.

Sin embargo, Alexa se levantó de su silla.  Frida la veía mal y Angela tenía una sonrisa de gozo en el rostro.

—Alexa, —la reprendió su padre—no has comido nada, y si no lo haces no irás con tus amigos. Además tienes que mostrarle la habitación a tu prima y después te vas a donde quieras—sentenció su padre.

—Si Alexa no quiere ayudarme yo puedo hacerlo sóla, ella puede irse con sus amigos— dijo Ángela y sonrió con inocencia. Alexa la ignoró igual que el señor Fernando.

—Pero papá... —la interrumpió su padre.

—No admito peros Alexa, siéntate, come y después le muestras la habitación a tu prima.

Alexa comió en silencio, un silencio que fue roto por su tía:

—Y ¿que estudiara Alexa?—comentó con aire despreocupado, mientras tomó entre las manos la taza rosa pálido con café y dio un sorbo al contenido. 

—Hice un trato con ella—respondió Fernando—, le pagaré un curso de música el próximo verano, pero con la condición de que tiene que estudiar Administración de Empresas; como esta claro tiene que llevar Contaduría, quiero que cuando yo muera—hizo un pausa para doblar su periodico y acomodarse los lentes— pueda manejar todos mis negocios, en conclusión; quiero que sea mi sucesora, una gran Ejecutiva.

—Ángela será abogada, una gran abogada... —dijo y sus palabras quedaron suspendidas en el aire.

Alexa se levantó e hizo una señal a su prima para que la siguiera, Ángela fue detrás de ella. Subieron las escaleras, frente los peldaños había un pasillo dividido en dos, del lado derecho estaba otro pequeño vestíbulo con cinco puertas, la última puerta tenia una placa dorada con el nombre de Alexa. La chica giro a la izquierda y guió a su prima hasta la cuarta puerta con una placa que tenía el nombre de la rubia.

—Está es tu habitación Ángela—recitó Alexa con tono monótono y aburrido—. La decoro mamá, espero te guste.

Después de eso sólo dio media vuelta y se fue directo a su habitación. La habitación de Alexa era amplía con un piano negro, lustroso y bellísimo frente al gran balcón, de los lados del gran ventanal había cortinas pesadas de color vino con lazos dorados como los de un telón. Se sentó sobre el taburete frente al piano e inició a tocar las notas musicales de una de sus canciones favoritas, Howl's Moving Castle. Cerro los ojos disfrutando de las notas que sonaban gracias a sus diestros dedos. 

Adam Salt © [𝙵𝚒𝚗𝚊𝚕𝚒𝚣𝚊𝚍𝚊]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora