Epílogo:

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"𝙻𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊 𝚎𝚜 𝚞𝚗 𝚒𝚛 𝚢 𝚟𝚎𝚗𝚒𝚛 𝚍𝚎 𝚊𝚕𝚝𝚊𝚜 𝚢 𝚋𝚊𝚓𝚊𝚜, 𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚜𝚘𝚖𝚘𝚜 𝚗𝚘𝚜𝚘𝚝𝚛𝚘𝚜 𝚕𝚘𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚙𝚘𝚗𝚎𝚖𝚘𝚜 𝚞𝚗𝚊 𝚜𝚘𝚕𝚞𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚘 𝚗𝚘𝚜 𝚊𝚑𝚘𝚐𝚊𝚖𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚞𝚗 𝚟𝚊𝚜𝚘 𝚍𝚎 𝚊𝚐𝚞𝚊"

Adam ya no tenía ese miedo a perder que tanto lo caracterizaba, ese miedo que le hacía tener terror si llegaba a perder ese algo o alguien significativo. Ahora afrontaba su realidad de la mejor manera posible, sin ese miedo latente, que le respiraba en la nuca. Había aprendido lo suficiente para no cometer errores del pasado y sabía perfectamente que aquello simplemente sería uno de todos los pasos que tenía que dar; tenía una vida por delante y una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. No tenía porque temer.

En los días siguientes Adam no paraba de citar a Alexa, le regalo todas aquellas citas que le negó en el pasado. La llevaba a paseos por museos, zoológicos y exposiciones de arte. Ya no la trataba mal e incluso le tomaba la mano de una manera gentil y no posesiva. Le decía todo aquello que calló y le expresó el amor gentil, respetuoso y meloso que siempre mereció; le decía lo hermosa que estaba todos los días por las mañanas, le regaló las sonrisas más sinceras que tenía y cada mes le regalaba flores amarillas.

En una de sus tantas salidas; Adam le llevo tulipanes amarillos como cada 18 de cada mes, el día en el que se reencontró con ella, Alexa por su parte con la curiosidad sembrada en ella, tomó el valor para preguntarle el porqué.

—¿Porqué cada mes me regalas flores amarillas? —indagó Alexa con cierta extrañeza, un día en el que se encontraron en el café de siempre.

—Lo siento, creí que ya lo sabías—respondió afligido—, debí decirtelo — hizo una pausa y la vió intensamente, tratando de penetrar en sus ojos, en su alma. La vió tan fijamente que Alexa se sonrojo—. El color amarillo significa paz, felicidad y estima.

El viento sopló y los cabellos rebeldes de la chica le cayeron en la cara. Adam sonrió y por inercia los acomodó detrás de las orejas. Acarició la cara femenina y delineó la mandíbula con el dedo índice. La escuadriño con la mirada por un rato, sonrió como un tonto y sin más, viendola con detenimiento dijo:

—Alexa, tú eres mi paz, en mi pirámide de estima, tú eras la punta y la base, quiero que tus hijos me llamen papá y juntos construir nuestra felicidad.

—¿Eso es una declaración de amor? —inquirió con una sonrisa.

—No, es una propuesta para que pases el resto de tu vida conmigo.

Alexa rió, le tomó las mejillas y lo acerco hacia su cara, le plantó un beso y sonrió. Adam alzó las cejas con asombró pero después relajo el cuerpo y sonrió entre el beso, feliz y lleno de plenitud.

—¿Eso es un si?

—Es un ya lo veremos.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟

¿Ya estás lista? 😘
02:13 p.m. √√

Si, Adam. Te veo en la entrada
del museo. 🤭🥰
02:15 p.m.


Las calles por las que cruzaba Alexa, estaban completamente llenas, sin paso. Ya tenía un retraso de diez minutos y la batería estaba por agotarse. Frustrada le llamó a Adam pero no respondió, quizás se había enfadado y no quería responderle. Suspiro y trató de calmar sus ansias. Inhalo y exhalo pero cuando vió que su teléfono se había apagado apretó los dientes estresada y no tuvo más opción que ir y verificar si Adam se encontraba ahí.

Adam Salt © [𝙵𝚒𝚗𝚊𝚕𝚒𝚣𝚊𝚍𝚊]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora