Adam Salt © [𝙵𝚒𝚗𝚊𝚕𝚒𝚣𝚊𝚍𝚊]

Capítulo XII:

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𝙳𝚒𝚜𝚌𝚞𝚕𝚙𝚊𝚜
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—Érick, no quiere ni verme, soy su padre y no me quiere—instó desde el auricular.

Era miércoles y Joseph decidió llamar a su hermano, el director de la escuela donde estudiaba Adam.

—No sabes tratarlo, dale tiempo su madre murió hace una semana.

—Él me odia, Adam me odia—aseguró con vehemencia.

—Joseph—advirtió con tono gélido.

—Sólo cuídalo por mí, que no se meta en problemas—pidió. Érick suspiro de cansancio.

—Es mi sobrino, lo haré, por cierto el par de rubios que tienes por hijos, no se están portando muy bien que digamos, sobretodo Zack, es todo un caso.

—Y ahora, ¿qué hizo?—preguntó mordaz.

—Destruyó mi casa en una de sus borracheras, Mateo se ha puesto rebelde... Me temo que esta usando drogas.

—Ese par tendrán que oírme—siseo. Ese par de chicos lo traían loco.

—Se parecen a ti, físicamente no, pero su terquedad y genio es el mismo. No lograrás nada si les gritas.

—Los tres son igual a mi—murmuró sin ganas—unos malditos tercos.

—Mateo y Zack si tienen tu mismo pensamiento pero Adam no, tiene tu físico pero mentalmente él es mejor que tú, es muy diferente a ti.

—No sabés lo que yo sé—dijo eufórico. Érick rió por lo bajo, él sabía a lo que se refería su hermano.

—Sé más de lo que creés. Él jamás se metió con dos chicas a la vez, Beatriz ideó un plan, hizó que uno de sus amigos tomará fotos cuando Adam dormía en su casa, esa noche hubo una fiesta en la casa de la chica, Adam tomó demasiado y quedó totalmente ebrio, entonces ella le ofreció quedarse, él aceptó, era la mejor amiga de Alexa y jamás creyó que haría algo así. Ella simplemente aprovechó el momento, y no pudo aclarar nada con Alexa porque su madre tuvo una recaída en esa semana, no lo pensó dos veces y fue a socorrer a Elizabeth. ¿Lo ves? Él no era egoísta, siempre le agradeció a su madre por darle la vida aunque ella lo arrastró a ser infeliz, Adam aún así la amo. Ahora dime, ¿es igual a ti? —Joseph se quedó en silencio, sinceramente su hermano y su hijo tenían razón, Adam no se parecía en nada a él—. Eso creí, veré si Adam puede hablar con Mattie, su hermano siempre lo admiro. Adiós Joseph— la llamada término.

Joseph seguía con el teléfono en mano. Suspiro y pensó en que Érick, su hermano mayor, tenía razón. Adam siempre se llevó bien con él, sentía celos de su propio hermano por saber acercarse a su hijo, un hijo con el que jamás compartió momentos memorables. Zack, Mateo y Mark ocuparon las paredes de su casa.

Adam recibió el comunicado de su tío. El pequeño Mateo de quince años estaba en la etapa de rebeldía, la adolescencia no le sentó tan bien, la desesperación por ser aceptado en el grupo de los populares podía más que su propia voluntad. Se montó en su motocicleta y salió directo a casa de su tío favorito. Cuando llegó aparcó frente la cochera cerrada. Tocó el timbre y enseguida un Mateo con ojos azules y cabello rubio abrió.

—Te estaba esperando—dijo el chico. Adam le sonrió y le revolvió el cabello.

—Lo sé, aunque me da gusto verte, tendrás que aclarar varios puntos conmigo—lo vio a los ojos.

Matt desvío la mirada con vergüenza. Entró a la casa y la recorrió con la mirada, no estaba la tía Isabel, ni la pequeña Molly.

—El tío Érick salió con su hija y su esposa—explicó el chico.