XII. Lucas

2.4K 384 110
                                    

Decir que el padre de Silvania reaccionó mal sería un eufemismo. El hombre se tiraba del cabello y me pedía disculpas en todos los idiomas conocidos.

Era divertido verlo en esa situación. En un principio pensaba que podía matarme o algo así por haber descuidado a Silvania pero cuando hice mención al asunto solo dijo:

—Sé quién es mi hija. Solo espero que su madre no se entere.

Le dieron el alta tres días después, y no me pregunten porqué pero yo seguía yendo a verla en cuánto salía del trabajo.

No tenía nada mejor que hacer, así que no se hagan ilusiones.

—Estoy tan molesta contigo —me dijo un día antes de que le dieran el alta mientras comíamos helado.

—Molestarte es mi vocación pero ¿Qué hice esta vez?

—¡Eres un maldito asesino y me salvaste la vida sabiendo que me quiero morir! —Le tapé la boca para que no estuviera gritando mi Hobbie a los cuatro vientos y la miré mal— ¿Cuál es tu maldito problema? ¿Por qué me salvaste?

Lo tuve que pensar unos segundos.

—Tal vez no quería perderte —repliqué encogiendome de hombro, luego, al ver la expresión de Silvania decidí mejor refutar esa vergonzosa confesión— Nah, solo no quería darte el gusto de conseguir lo que quieres.

—Eres un ser despreciable y te odio.

🔪

🔪

🔪

Pasaron varias semanas, de alguna manera estar con Silvania se había vuelto parte de mi rutina y, a pesar de  DEFINITIVAMENTE NO VOLVER A SALIR DE FIESTA CON ELLA, era bastante agradable. Iba a su casa o salíamos a alguna parte mínimo tres veces por semana, había notado un cambio en ella desde que estuvo en el hospital. Se la veía más vivaz, sonriente, hasta más pendeja (al parecer eso era posible).

Silvania estaba empezando a disfrutar la vida de nuevo.

Y si ella quería seguir viviendo ¿Qué me impedía matarla? La sed de sangre ya estaba empezando a manifestarse, las ansias de vivir la excitación de quitar una vida estaban invadiendome y ¿Quién mejor que Silvania para desquitarme?

Siempre que pensaba en esas cosas sacudía mi cabeza para apartarlas y todo seguía bien. No volvía a pensar en eso hasta que estaba a solas en mi cuarto con mis pensamientos.

Pensamientos de los cuales Silvania nunca salía.

Pero en fin, todo había ido bien hasta el fatídico día en el que paseando con Silvania, por alguna razón, me encontré con unos ojos azules que conocía.

Los conocía porque había visto como su vida se apagaba luego de enterrarle un cuchillo en el pecho a la chica que era su dueña

—¡Lucas! Tiempo sin verte —dijo Wendy, la skater y mi cuarta víctima acercándose con una sonrisa.

Mi garganta estaba seca, me preguntaba si ya me había vuelto loco y  ella no era más que un producto de mi imaginación.

—El otro día te fuiste corriendo y no supe más nada de ti —prosiguió ella— ¿Todo bien?

Empecé a hiperventilar ¿Cómo era posible? ¡Había clavado un cuchillo en el pecho de esa chica! ¡Me había dejado una cicatriz en el brazo con sus uñas durante la lucha! ¿Un espíritu tal vez? No, imposible, Silvania podía verla ¿No?

—Vamonos de aquí —murmuré jalando a Silvania por un brazo y corriendo lejos de esa aparición o lo que fuera. Veía manchas oscuras y todo lo demás borroso mientras la bilis subía a mi garganta, expulsé todo lo que había en mi estómago una vez estuvimos a una cuadra de distancia.

—¿Lucas? —La mano de Silvania en mi espalda se sentía cálida mientras las arcadas seguían— ¿Qué pasa? ¿Te llevo a un médico o algo?

Limpiandome la boca con la manga y con las piernas temblando negué con la cabeza, el simple movimiento envió una puntada horrible a mi cerebro, Silvania me miraba preocupada y quería explicarle la situación, pero las palabras se atoraban en mi garganta y no conseguía darles forma.

—¿Quién era esa chica? ¿Alguna ex o algo así?

Las manos me temblaban, las manchas negras seguían apareciendo en mi campo visual.

En ese momento todo se hizo oscuro.

🔪

🔪

🔪

Estaba en mi departamento, me di cuenta en cuanto me topé con el rostro de Harry Styles en el techo. Ese póster había sido lo único que me había traído de casa de la abuela cuando me mudé, era un regalo de mi prima de trece años Lindie. Me recordaba a ellas y de alguna manera me hacía sentir más tranquilo, en casa.

Y eso que seguía enfadado con ellos por el falso descanso. Pero ustedes no necesitan saber que gracias a mi prima menor era un directioner.

En cuanto logré mover la cabeza pude ver a Trent en la puerta hablando con Silvania. Verla hizo que lo ocurrido volviera a mí y la desesperación se hizo presente de inmediato.

Wendy. Yo había matado a esa chica, estaba seguro.

Miré mi brazo y ahí están las cicatrices, cuatro medias lunas en fila a lo largo de él. Era imposible que siguiera viva.

—¡TRENT! —Grazné con la garganta seca y mi amigo se acercó con Silvania pisando sus talones.

—Estas despierto, gracias a Dios —dijo tocando mi frente, parecía una enfermera viejita con su cara de preocupación.

—Te pareces a mi abuela.

—Ni siquiera cuando estás recién despertado de un desmayo puedes ser serio ¿Verdad?

—Así me amas —repliqué, realmente no quería tener que explicar mi situación, no a Trent, así que decidí cambiar radicalmente el tema— al final sí terminaron teniendo esa cita ¿No?

—¡¿Era él?! —Preguntó Silvania matándome con la mirada.

—Si bueno, le gustabas a Trent como en tercer año. Cuando se enteró que éramos amigos dijo que quería...

—¡Cállate imbécil! —Me gritó Trent dándome un zape, cosa que hizo que mi cabeza doliera aún más.

Reí, pero fue una risa de esas que solo puedes fingir. La preocupación seguía ahí, en esos ojos azules. Silvania pareció notarlo porque me lanzó una mirada interrogante que solo pude responder negando con la cabeza.

Yo había matado a Wendy hacía más de tres meses. ¿Cómo podía haberme saludado esa misma tarde?

Por primera vez en mucho tiempo pude sentir el verdadero pánico apoderarse de mi cuerpo.

Yo, Lucas O'Brien, me acababa de topar con la chica que se suponía había matado hacía más de tres meses.

Tres razones para no matarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora