XVI. Lucas

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—No lo pienses ni por un segundo Lucas O'Brien —espetó Silvania desechando por completo lo que había dicho.

Estábamos jugando en la consola que Trent y yo habíamos comprado al momento de mudarnos juntos. Bueno, Silvania y Trent jugaban mientras yo esperaba a que alguno perdiera para tener mi turno. Ya había pasado una semana desde la pelea y, para mi sorpresa, no había sido dejado de lado ni nada parecido.

Aunque yo seguía apretando los puños siempre que Trent abrazaba a Silvania o cuando compartían alguna mirada cursi. Un reflejo causado por la extrañeza de la situación, o al menos eso esperaba.

—Será bueno para ti, en serio —me apoyó Trent lanzando una granada— ya debe haber empezado otro ciclo escolar, podrás recuperar tu último año y tal vez entrar a la universidad...

—Claro, e iré al baile de graduación vestida de rosa —replicó arrugando la nariz y apretando los botones del control con fuerza.

—¡No es mala idea! —exclamé sonriendo— es más, si lo haces iría contigo al baile.

—¿No debería ir conmigo? —dijo el metiche de mi mejor amigo— Digo, estamos saliendo y...

—¿Tú la salvaste de qué casi se muriera a lo pendejo con una sobredosis? No. Decidido, iré contigo. Pero no te emociones, me sigues pareciendo patética.

—Están locos si creen por un segundo que podría querer empezar la escuela de nuevo. Sería mayor que todos y todos me conocerían por lo del colchón inflable.

Bufé mirándola mal a pesar de que ella no podía notarlo. Si empezaba la escuela de nuevo tal vez querría dejar de estarse tratando de matar todo el tiempo y no tendría tiempo de estar detrás de mí con su "Lucas necesitas ayuda profesional".

Profesionales mis bolas Silvania.

—Es bueno para que puedas seguir adelante Sil —dijo Trent tomando una ventaja considerable en el juego.

—Ustedes no saben por lo que yo pasé, no quiero volver a ese lugar, nunca.

—Pues inscríbete en otra, vamos, al menos piénsalo.

Yo guardaba silencio escuchándolos hablar, aunque en realidad estaba viendo a Silvania. Ese día llevaba un suéter a rayas amarillas y azules y el cabello en una coleta, había tomado esa mala costumbre de quedarme viéndola después de la pelea.

Debo aceptar que la estúpida era bonita.

—Bueno, tengo que cumplir mi turno en el Starbucks —anunció Trent luego de ganar la partida, había sido movido al turno de la tarde. Yo acababa de renunciar luego de un altercado con el gerente.

Y en las tardes cuando se iba generalmente me sentía como esa vieja canción de Chayanne que tanto le gustaba a mi abuela la de "Lo dejaría todo porque te quedaras". Pero agradecía poder estar a solas con Silvania un rato.

—Bien, me quedaré un rato más —Silvania le sonrió y Trent se inclinó para darle un corto beso que me dió una puntada en el estómago.

¿Ganas de vomitar? ¿Asco? ¿Rabia? No quise ni decidir que me hacían sentir esos momentos entre ellos.

—Nos vemos.

En cuanto se fue, Silvania puso un capítulo de Black Mirror y se inclinó lo suficiente en el puff como para poner su cabeza en mi hombro, les diría que podía oler su shampoo pero la estúpida no se había lavado el cabello en al parecer días. Entrelacé su mano con la mía como había hecho tiempo atrás y me giré lo suficiente como para mirarla a los ojos.

—Ya dime qué te pasa —solté de golpe.

—¿Qué?

—Has estado rara hace tiempo, como cuando tenías mi lista de compras. Ahora dime ¿Qué te pasa?

Silvania respiró hondo cerrando los ojos, apretó mi mano y cuando me miró sentí que tenía todos los secretos del universo ocultos en sus ojos.

—Lucas... —Ella rompió el contacto visual y soltó mi mano— no sé cómo vas a reaccionar a esto pero creo que ya es hora de que lo sepas para que hagas algo al respecto.

—¿Qué?

Sentí que mi piel se erizaba, un escalofrío recorrió mi columna cuando Silvania se humedeció los labios, tomando fuerzas para hablar supongo.

—Lucas... Estuve revisando y...

—Habla de una maldita vez, estúpida, me tienes nervioso.

—Las otras dos chicas están vivas también —dijo tan bajito que apenas pude escucharla.

—Mientes. ¡Me estás mintiendo!

Ella frunció los labios mientras tecleaba algo en su teléfono.

—Miralo tú mismo.

Cuando ví la última foto que había subido Rebecca esa misma mañana, sentí una puntada en el estómago. No era posible, se suponía que yo tenía el poder de decidir entre sí vivían o morían. Yo había planeado la mayoría de esos asesinatos con detalle. Yo era un maldito asesino en serie. Si no ¿Qué se suponía que era? ¿Un chico corriente como los demás?

Me negaba a creerlo.

Sentí que me doblaba para esconder mi rostro en las rodillas, las lágrimas calientes emergían sin descanso y mis extremidades no podían estar quietas. Era como una hoja temblorosa.

Escuchaba su voz a lo lejos.

"—No es más que un niño vulgar y corriente —le decía mamá a papá cuando no podía con alguna tarea que me enviaban— ¿Cómo puedes esperar algo de él?"

Y como papá nunca le discutía, yo creía cada una de sus palabras. Hasta que decidí ser todo lo contrario.

Hacía muchos años que no me daba un ataque de ese tipo, necesitaba a la abuela, la abuela siempre podía calmarme pero ella estaba lejos y yo estaba perdido.

Yo era un chico vulgar y corriente.

—Lucas por favor háblame —me decía Silvania, pero por más que lo intentaba no podía hablar. No era dueño de mis acciones ni emociones y solo podía pensar en ellas.

Todas vivas, sonrientes, como burlándose de mí.

Tomé puñados de mi cabello y apreté fuerte, pero no sentía dolor. Solo llanto y gritos podían salir de mi boca y era frustrante no poder hacer nada. Me sentía atrapado dentro de mi cuerpo, Silvania me abofeteó pero me pasó prácticamente desapercibido.

—Lucas ¿Qué está pasando? ¿Cómo te ayudo?

No Silvania, no podías ayudarme, nadie podía. Cuando me bloqueaba de esa manera sólo la abuela y mi padre podían sacarme de ese abismo.

"—Mira a ese niño Lucas, él es bueno en los deportes y saca las más altas calificaciones ¿Tú qué haces?

—Hago todo lo que puedo mami...

—Claro, pero tu capacidad es tan nula como la de tu padre."

Hacía tanto tiempo que no pensaba en mi mamá, y esos recuerdos solo hacían que el dolor punzante de mi cabeza aumentara.

Ella nunca me amó. ¿Por qué? ¿Qué hice mal? Me esforzaba tanto por complacerla y nunca era suficiente.

Yo nunca era suficiente para nadie.

Pero justo cuando sentía que mi cabeza iba a estallar y se iba a colapsar por completo, Silvania me besó.

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Llore escribiendo esto ok, necesito un minuto. Los amo💕

Tres razones para no matarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora