I. Silvania

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Mi nombre es Silvania West, tenía dieciocho años para el momento en el que todo comenzó y había intentado matarme cinco veces.

La primera fue bastante estúpida, había buscado un tutorial en YouTube sobre como hacer el nudo corredizo para ahorcarme en mi habitación pero, para mi desgracia, este se deshizo con el peso de mi cuerpo.

La segunda vez me tragué un bote de pastillas pensando que me daría una sobredosis, lamentablemente no contaba con que eran vitaminas y que lo que había hecho era fortalecer aún más mi sistema inmunológico.

Quise cortar mis venas, pero mi instinto de supervivencia fue más fuerte, no fui capaz de provocarme ese dolor. Luego dejé la hornilla del gas abierta para envenenarme, para luego darme cuenta de que se nos había acabado el gas, y cuando me lancé del puente de la ciudad "casualmente" iba pasando un barco con colchones inflables: había irrumpido en la fiesta de cumpleaños del hijo del alcalde con mi intento de suicidio. Ni para matarme servía.

Así que: quería morir a pesar de que  alguna fuerza sobrenatural me lo impedía, eso y mi miedo a sentir un dolor muy fuerte al momento de morir (razón por la que no me había volado los sesos de un balazo, aún).

¿Por qué quería morir? Era una chica de dieciocho años que había perdido a sus mejores amigos en un accidente automovilístico. En el funeral de Jackie, la que era como mi hermana, su madre me golpeó el pecho con el rostro lleno de lágrimas mientras gritaba:

—¡Es tú culpa, Silvania, tú la mataste!

Y en cierta forma era cierto, yo fui quien quiso ir a la fiesta, yo iba conduciendo, yo había tomado de más sabiendo que era la conductora designada, yo quise saltarme el semáforo. Yo, yo, yo. Había sido mi culpa y sin embargo fueron ellos los que se llevaron la peor parte.

Walter llevaba desde el accidente en coma, además había perdido una pierna y dos dedos de la mano izquierda. Habían pasado más de seis meses y él aún no despertaba...

Y yo seguía sin poder morir.

Además de la culpa que sentía por la muerte de de Jackie y el estado de Walter, no encontraba más razones para seguir viviendo: no tenía metas, no tenía ningún talento especial que quisiera explotar, no tenía curiosidad de aprender más nada, la apatía se había apoderado de mi vida y no podía hacer nada al respecto.

Así que ahí estaba: acostada en mi cuarto mirando al techo mientras esperaba a que mi página favorita de memes subiera alguna cosa para alegrar al menos dos segundos de mi vida cuando escuché mi ventana abrirse, eran las tres de la mañana y había visto recientemente todas las películas de actividad paranormal por lo cual no estaba nada tranquila respecto a eso. Me quedé inmóvil en la cama mientras veía a un sujeto alto con máscara entrar a mi habitación, fue entonces que vi su cuchillo.

Mi cerebro analizó todo en un segundo: habían aparecido varias chicas muertas en las últimas semanas, todas en sus cuartos y con un camisón blanco puesto. Si este tipo era el asesino de ellas quería decir que me iba a matar a mi, a él no le temblaria el pulso para matarme. Era mi oportunidad.

—Shhh -dijo él cuando me vio despierta— si gritas será peor para ti.

Yo lo miré sin expresión alguna ¿Qué rayos le podría decir? ¿"Oh no te preocupes, realmente quiero que me mates"? El tipo se sentó a los pies de mi cama y acarició una parte de mi pierna que estaba fuera de las sábanas, fruncí el ceño ¿Iba a violarme? Eso sí no me convencía, podía tirarse a mi cuerpo luego de matarme, pero no antes, encogí la pierna para ponerla fuera de su alcance.

—Esta es mi parte favorita ¿Sabes? —Empezó a decir— ver sus rostros llenos de miedo, de ansias por aferrarse a la vida que estoy a punto de quitarles, es tan excitante —Ugh, hablaba demasiado, si seguía así despertaría a toda la casa y todo se iría a la mierda— el poder que siento cuando las veo en sus camas indefen...

—¿Vas a seguir hablando o me vas a matar de una puta vez? —Le pregunté ya exasperada.

—¿Disculpa?

—Il pidir qii siinti ciindi lis vii in sis cimis —lo imité sentandome— ¿Le dices ese discurso a todas? Porque es patético.

—¿Qué mierda...?

—Si vas a matar a alguien ten una frase más corta, como no sé "Ve a dormir" a lo Jeff the Killer o alguna de esas mierdas. Me exasperas en ves de asustarme.

—Tú... ¿No estás asustada?

—Bueno... No...

Él se subió encima de mí y yo volví a fruncir el ceño, ya, ¿En serio iba a violarme? ‎¿Por qué rayos no me había matado aún? De todos los tipos que habían podido enviar para hacerme el favor de acabar con mi patética existencia tenían que enviarme a un loco que le daba demasiadas vueltas al asunto. Lo miré ceñuda a los ojos de la máscara de gato que llevaba puesta.

—¿No piensas pelear? —murmuró apremiante mientras ponía su cuchillo en mi cuello— ¿Resistirte o algo?

—Realmente no.

—¿En serio no te doy miedo? —Yo negué con la cabeza y él extendió el brazo para encender la luz, se quitó la máscara y me miró exasperado— ¡¿No lucharás por tu vida?!

—Mira, no pensé que tuviera que pedirte esto a ti expresamente ya que se supone que estás aquí precisamente para hacerlo pero... Quiero que me mates.

Él se levantó de un salto y quedó sentado frente a mi, se pasó las manos enguantadas por el rostro y me miró como si fuera un gnomo, un alien o una maldita hada del jardín recién aparecida.

—Tú quieres morir —dijo mirándome a los ojos, los suyos eran los ojos marrones más... simples que había visto en mi vida. Se veía trastornado y no porque fuera un asesino, si no por lo que le había dicho.

—He intentado suicidarme cinco veces en lo que va de año —respondí ¿De dónde había sacado yo tanta frialdad?— Siempre ocurre algo o mi instinto de supervivencia aparece y no puedo hacerlo.

Mirándolo bien se me hacía familiar: era delgado, pálido, con el cabello castaño bastante largo y, debo admitirlo, un cutis perfecto. Ni una espinilla o imperfección estaba en su rostro y eso era sorprendente viniendo de un chico.

—¿Por qué quieres morir?

—Mira, ¿Viniste a matarme o a hacerme una entrevista? En serio, no tendrás una víctima más tranquila y silenciosa que yo...

—¿Puedes responder la pregunta, por favor?

Ah, aparte era educado. En serio ¿Ni siquiera servía para que un asesino en serie me matara? Mi suerte era una mierda total.

¿POR QUÉ NO ME PODÍA DAR UN PUTO PARO CARDÍACO Y YA?

Tres razones para no matarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora