El vendedor estaba en lo correcto, ya era 19 de diciembre, eran las 6 de la tarde y la terraza era un lugar muy agradable. Para decorarla compré un set simple y que quedara bien con el tamaño de la terraza, un sillón para dos, uno para 1 y una mesita baja, de colores café oscuro y cojines blancos que esperaba duraran toda la vida blancos. Ahí sentada en la terraza me sentía en paz, mi fascinación era analizar, tratar de garabatear las caras de las personas que pasaban o como me imaginaba sus caras, escribir características físicas y luego escribir sus historias.
Y así pasé cerca de 3 horas, inventándole toda una vida a cada persona que pasara, reconociendo de vez en cuando a algunos que ya he visto, que ya tienen una historia. Paula y Sergio probablemente venían del trabajo, ella colorina, él de pelo negro. Él la pasó a buscar antes del trabajo y vuelven tranquilamente disfrutando que ya bajó el calor y que no están metidos en el taco. Posiblemente están en plan de formar una familia, si es que aún no la tienen, pero como no andan en auto parecen ser una pareja joven recién comenzando su vida familiar, aún no hay hijos. Hay dos trabajadores de la municipalidad, lo deduzco por las chaquetas reflectantes, uno está regando y él otro simplemente está a su lado, seguramente están conversando de algo divertido, estoy casi segura que uno se está riendo a carcajadas y luego veo como el de la manguera amenaza con mojarlo, sí, uno se burla del otro, terminan y se van caminando tal vez a seguir con su trabajo, pero prefiero imaginar que van a descansar, el de manguera es Luis, lo imagino llegando a su casa, besando a su señora y sentándose en una silla con ella para hablar del día. Al burlón le pongo Juanito, lo imagino juntándose con sus amigos, a tomar cerveza y tirar tallas. La mujer que va trotando por la vereda seguro está en la universidad, no creo que haya salido del trabajo a trotar y a esta distancia no me parece menor de 18 años. Seguro subió de peso durante la universidad y luego se obsesionó con el deporte, tiene cuerpo de deportista, para 3 segundos a respirar y tomar agua luego se echa al pasto a hacer ejercicio, se topa con una amiga, la amiga va con ropa de playa, seguramente están hablando de juntarse, al saludarse se nota que no hablan hace mucho, la playera se emociona notablemente, la otra no estoy segura si está realmente emocionada. Las historias son bastantes más largas, puedo imaginar como siguen sus vidas después y darles personalidades, tal vez juntar a dos personas, unir sus historias, cruzarlas, enredarlas, eso es lo emocionante, puedo hacer lo que yo quiera con las vidas que les inventé.
Un hombre me llamó la atención, sentado en una banca mirando al mar, estacionó el auto y se bajó de traje, una persona cansada después de un día de trabajo, parar a contemplar la playa, pero después fue a sentarse en el banco y ahí la verdad me perdí, en vez de tratar de escribirle su historia me senté a mirarlo, de espaldas a mí, con las manos sobre las piernas y la vista fija en el mar. ¿Qué estaría pensando? Estaba muy distante para distinguir su edad, por lo mismo no tenía ni siquiera esa pista. Atendió el teléfono, se paró y comenzó a caminar, estaba hablando con... no sabría decirlo, se rasca la cabeza y se desabrocha la camisa. ¿Está comunicándole a alguien que está en problemas? ¿Económicos? ¿Lo despidieron? Corta el teléfono, parece desesperado mira sus manos, se saca un anillo del dedo y para terminar de intrigarme tira con todas sus fuerzas el anillo al mar, mira unos segundos al horizonte y luego como si volviera en sí, va corriendo a la orilla, se saca los zapatos y calcetines y se pone a buscar el anillo y así me quedo gran parte de la tarde, no estoy segura si quiero que lo encuentre, realmente no sé su vida, no sé si es de su mujer que lo engaño, pero creo que no habría estado tanto rato en calma mirando el mar, cuando estaba hablando por el teléfono no se veía enojado, hasta que cortó. El hombre encuentra su anillo, se lo pone en el dedo, se sienta en la arena, ya con los pantalones mojados hasta las rodillas y llenos de arena. Decido dejar de mirarlo para hacerme algo de comer, deje pollo del almuerzo, me lo sirvo con ensalada, lleno un vaso con agua y decido comerlo afuera, a ver si puedo descubrir algo del hombre del traje. Miro la playa, la banca y el resto del lugar, el auto sigue ahí, pero él se ha ido.
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El hombre de traje
RomansIsidora quiere ser escritora y para inspirarse observa a las personas pasar frente a ella, inventándole historias a las personas que terminan dándole vida a sus personajes. Pero ¿Por qué no es capaz de inventarle una vida al hombre de traje?, extrañ...