Me quedo un buen rato mirando el edificio, se ve imponente y definitivamente me pone aún más nerviosa. Llevo desde que desperté pensando en qué le voy a decir a Francisco y cada vez que creo tener listo mi discurso lo cambio.
-Buenos días - Cantó Fernanda apenas abrí los ojos. Tenía una taza de café en la mano y se veía muy animada
- Estoy embarazada- Le solté luego de unos segundos de procesar lo que había pasado en la madrugada
Fernanda enseguida fija su mirada en mí, me escanea en búsqueda de algún indicio que muestre lo que siento al respecto.
-Tienes que primero... - Se estira para alcanzar la caja del test solo para darse cuenta de que no está- ¿Estás embarazada?
No puedo evitar sonreír y ella pega un grito de felicidad y me abraza.
-¡Me emocionaba pensar que quizás estabas embarazada y lo estás!- Se aleja un poco y luego vuelve a abrazarme- No- Se sale de la cama y comienza a caminar en círculos- No quiero apretarte... digo, quiero pero no sé- Se frena y se sienta junto a mí en la cama- ¿Entonces estamos felices?- Me encojo de hombros pero enseguida le sonrió y asiento
"¿Entonces estamos felices?" Mientras observo el edificio me pregunto ¿Estamos felices? ¿Francisco estará feliz? No quiero entrar, no quiero saber la respuesta ¿Será mejor solo quedarse con la duda? Enseguida deshecho ese pensamiento "Es su hijo" me reto.
¿Por qué dejó de ir a la pastelería? Encontrarnos ahí podría haber sido más tranquilizador para mí, que él llegara hacia mí, poder estar en ventaja.
Mi celular vibra y enseguida reviso la pantalla, es un mensaje de mi mamá "No puedo esperar para ver a mi niña. Subiendo al avión" . "A tu niña y tu nieto" corrige mi mente, aunque definitivamente no era buena idea decirle que estaba embarazada, no tan pronto, no cuando aún no tengo ordenados mis pensamientos ni el futuro.
Necesito salir de esta duda, saber si Francisco va a ser parte de esto, si tengo que incluirlo en la historia de cómo ahora estoy compartiendo mi cuerpo y mis alimentos con otra personita.
-Eres un invasor- Digo lo más bajito que puedo y siento cierta emoción en el pecho al darme cuenta de que acabo de hablarle
Entro en el edificio y evito el mesón, no quiero que me anuncien desde ahí abajo, probablemente mis jeans rotos y mi polera roñosa me delatarían fácilmente si alguien me pusiera atención, pero cómo bien me había dicho Francisco, estábamos en un momento del mes en el cual todos estaban llenos de trabajo y enfocados en ello, ni siquiera veo a la colorina que atiende el mesón, aunque podría perfectamente estar agachada o detrás de un montón de carpetas qué hay sobre su puesto.
-¿Isidora?- La voz de uno de los compañeros de trabajo de Francisco me toma por sorpresa, Sergio está impecable, su traje de abogado contrasta totalmente con la pinta que tenía la noche que organizó un evento en su casa, le sentaba bien, lograba ocultar de mejor manera cómo el alcohol estaba dañando su estado físico.
-¡Sergio! Hola- Trato de sonar lo más animada posible pero luego siento que estoy llamando más la atención y decido poner voz más tranquila. ¿Qué sabría él? Estaba sonriéndome y al saludarlo me dió un abrazo y se alejó.
-Mucho tiempo sin verte, definitivamente ¿Necesitas que te ayude con algo? Francisco ha estado insoportable los últimos días ¿Tengo razón o es solo su humor de oficina? - No, no sabe que terminamos
-Quería pasar a verlo- Me encojo de hombros y Sergio asiente
-Bueno... que tengas un buen día- Besa mi mejilla y se va
Para mí suerte la chica del mesón aún no llega, la oficina cuenta con el mesón al entrar, luego de una curva tiene las oficinas a los lados, puedo ver cada oficina por dentro a través de una pared de vidrio que tiene cada una, cero privacidad. Cuando por fin llego a la oficina de Francisco me quedo un rato mirándolo, tiene el pelo algo desordenado y se ha dejado un poco más de barba de la que según él es aceptable para ir a trabajar. La chaqueta del traje no está colgada detrás de la silla, está tirada sobre la mesa, lo cual me desconcierta. ¿Está así porque terminamos? Quizás eso explicaría el humor que mencionó Sergio, eso tendría mucho sentido. Una parte de mí se alegra al pensar que sigue importándole lo nuestro, pero a otra parte le duele ser causante de que él sufra. Estoy divagando ahí, sin tener la suficiente fuerza para entrar, para enfrentarlo y levanta la cabeza, tiene ojeras y definitivamente no le alegra para nada verme, creo incluso que está enojado conmigo. Se levanta de su escritorio, me va a abrir la puerta y su frialdad al dirigirse a mí realmente hace que de un paso hacia atrás.
-Isidora ¿Qué necesitas?
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El hombre de traje
RomanceIsidora quiere ser escritora y para inspirarse observa a las personas pasar frente a ella, inventándole historias a las personas que terminan dándole vida a sus personajes. Pero ¿Por qué no es capaz de inventarle una vida al hombre de traje?, extrañ...