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DIECIOCHO

Skira:

Me recargue contra el árbol y contemplé el lago que era iluminado por la luz de la luna. Frote mis manos por sobre mis brazos para entrar en calor, pero no hubo caso. Maldije por no haber traído conmigo un chaleco.

Me puse a pensar si MJ y Peter aún seguían bailando, o si Peter se había percatado de mi ausencia en la fiesta. Ya al cabo de diez minutos, me rendí totalmente.

Tal vez apresuramos mucho las cosas con Peter. Jamás había estado en una relación antes; con 23 años era una completa inexperta en relaciones amorosas.

Sentí ramas crujir a mis espaldas. Instintivamente, volteé con brusquedad para encontrarme con Bucky quien alzó las manos.

—Me asustaste —hablé con una sonrisa.

—No quería hacerlo, lo lamento —contestó.

Me encogi de hombros divertida y negué con la cabeza restándole importancia.

—¿Por qué te fuiste? —se aproximó a mi.

—El ruido me aburrió. Por eso vine a despejarme un rato —expliqué.

—Lo sé, a mi también. Detesto éste tipo de fiestas. Es decir, desde que Hydra me lavó el cerebro, no soporto asistir a ningún tipo de fiesta —comentó quedándose a mi lado.

—Bueno, no es que las deteste, pero creo que... hoy no es una buena noche —le digo mirándolo.

Él atrapó mi mirada y su ceño se fruncio ligeramente.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Si, si. Es sólo que... —bajé mi mirada—. No sé si deba contarte.

Bucky alzó mi rostro con sus dedos y dejó una leve caricia en mi mentón.

—Demasiado tarde, la curiosidad me atrapó —rió.

—No sé si te fijaste que Peter estaba bailando con otra chica —murmuré.

—¿Otra? ¿Qué hay de ti? —inquirió.

—Por eso. Creo que aún siente algo por ella, y no sé si deba hacer algo al respecto. Hablar con él para arreglar las cosas, o... dejarlo ir —dije.

—Yo... Bueno, no sé que decir —habló el pelinegro—. Pero si estuviera en el caso de Peter, me golpearía las veces suficientes.

—¿Por qué te golpearías?

—Para darme cuenta de la increíble chica que tengo —explicó con una leve sonrisa.

Eso provocó una tímida sonrisa por parte mía.

—Sabes que si necesitas a alguien, yo estoy aquí. Siempre —habló acariciando mi mejilla con su mano humana.

Asentí: —Lo sé.

Bruce:

Entre la multitud logré divisar a Natasha que se aproximaba hasta mi con una coqueta sonrisa. Acomode mi corbata y carraspe mi garganta en señal de nerviosismo.

—Hola Bruce —saludó con una suave voz.

—Hola Nat, ¿cómo estás?

—Aburrida, ¿cómo estás tú?

—No hay mucha diversión aquí —le contesté.

—Lo sé. Empiezo a pensar que hacen estas fiestas sólo para despistar de algo —comentó.

—Eres una espía, averigualo —hablé divertido.

Sonrió de lado y me ofreció su mano.

—¿No quieres ayudarme en eso? —cuestionó.

Balbucee un par de segundos, para luego responderle un firme "sí". Tomó mi mano y me llevó hasta la pista de baile donde todos se encontraban bailando una canción lenta. La cuarta ya.

—¿Sabes como hacer esto? —inquirió divertida.

—¿Yo? Si, que va. Lo he hecho muchas veces —contesté nervioso, pero no dejando que ella se percatara de ello.

Aunque es una espía, es obvio que lo notara.

—Pues al parecer no.

Llevó mis manos hasta su cintura y las posicionó ahí, para luego ella subir sus manos hasta mi cuello y rodearlo. Al ritmo de la música nos movíamos de un lado a otro sin despegar la mirada del otro.

—Esto es lindo —murmuró al cabo de unos segundos.

—Si. Estudios dicen que bailar de vez en cuan... —posó su dedo índice sobre mi labio para detenerme.

—Típico de ti. Pero admito que me gusta cuando hablas científicamente —respondió acariciando mi labio inferior.

—Los demás piensan que soy aburrido.

—Los demás no son yo —argumentó en un susurro.

Aún no lograba comprender la cercanía de Natasha conmigo. Es una mujer muy bella e interesante, como para estar con un total perdedor como yo.

—Siempre he estado ocupado en el laboratorio a la hora de las citas y ese tipo de cosas. Cabe decir, que no soy alguien popular con las chicas como lo es Tony; hasta el Capitán tiene su grupo de admiradoras. Qué decir de Thor, es el prototipo de hombre para cualquier mujer —comenté captando la completa atención de la pelirroja—. Entonces te pregunto: ¿por qué te acercas a alguien como yo?

Ella pareció pensarlo por unos minutos, ya que se mantuvo callada por un buen rato. Cuando logró ordenar su respuesta me sonrió ligeramente.

—Por esa misma razón; eres único Bruce Banner.