VEINTICINCO

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Bucky:

Ha pasado un día y doce horas desde que Skira se encontraba en estado de coma. A estas alturas, estaba sumamente preocupado por su estado. Los chicos venían a verla de vez en cuando, cosa que agradecía mucho.

Luego de ducharme, me vestí y fui hasta la cabaña donde estaba Skira. Al entrar pude divisar al mocoso araña justo en la puerta, mientras Sam le obstruía el paso. Me apresure hasta llegar a ellos, y empuje levemente a Parker.

—¿Cuál es tú problema, hombre? —cuestionó frunciendo el ceño.

—Mi jodido problema es que quieres entrar a ver a mi novia, sabiendo muy bien lo que le hiciste —lo encaré.

—No puedes prohibirme verla —contestó.

—Puedo intentarlo.

Cuando Sam notó que estaba acorralando a Parker, puso su mano en pecho separándome de él. Traté de controlar mi impulso, apretando mis puños. Observé a Peter, quien no dejaba de mirarme desafiante.

—No es momento de pelear en este instante; Skira te necesita Bucky, no permitas que el coraje te gane —me explicó Sam—. Y tú niño araña, no te enfrentes a este grandulon. Ambos verán a Skira, aunque te moleste Bucky. ¡Comportate como un adulto!

Regule mi respiración, apretando mi mandíbula, para después relajarme. Bajé mi mirada negando con la cabeza.

—Si entra el mocoso, yo voy a entrar con él, para estar pendiente de sus acciones —respondí mirando a Sam.

El moreno asintió resignado, y miró al castaño asentir soltando un suspiro. Sam se alejó de la puerta, y dejó que pasaramos, para luego irse de la cabaña. Primero dejé entrar a Peter, descifrando sus movimientos. Se encontraba nervioso, por lo que pude observar.

Cuando vio a Skira tirada en la cama, su rostro expresó dolor y tristeza. Se arrodilló a su lado y tuvo la intención de tomar su mano, pero le di un zape en su nuca.

—¡Hey! —murmuró tocándose la zona afectada.

—Sin tocar, arañita.

Él rodó los ojos y volvió a centrar su vista en la castaña. Me posicione al otro lado de la cama para dar leves caricias en su cabello.

—Por favor, Skira. Si puedes oírme, necesito que vuelvas —comenzó a sollozar Peter—. Te nece..., te necesitamos aquí. Lamento mucho haberte dañado de esa manera, nunca fue mi intención, y nunca se me cruzaría por la mente hacerte daño. Eres una persona increíble, y no quiero perderte. Nadie quiere —sorbió su nariz y continuó—. Te quiero.

—¿Terminaste? —pregunto dándole una dura mirada.

—No puedes ser más molesto tú, hombre —se acomodó en su lugar y siguió observando a Skira.

—No soy molesto porque sí; lo soy con las personas que dañan a los que quiero. Y creeme que me pongo peor cuando veo a esa persona sufrir —expliqué levantandome y cruzandome de brazos .

—¿Qué quieres que haga? Ya lo hice, ¿si? —respondió levantándose de golpe.

—Entonces, ¿¡por qué sigues aquí!? —exclamé acercandome hasta él.

—¡Porque la sigo queriendo! —respondió alzando la voz.

Lo miré crédulo, negando con la cabeza. Él parecía muy seguro de su respuesta observando a Skira, mientras mantenía apretada su mandíbula.

—No, no la haces —le digo—. Porque si lo hicieses, no la hubieras lastimado de esa forma.

—Te dije que nunca quise hacerlo. Soy un niño, como todos dicen —habló él bajando la mirada—. Tal vez por eso la dañe; como soy un inmaduro, no supe mantener otra relación.

Alcé una ceja cruzandome de brazos. Solté un pesado suspiro y rodee los ojos.

—Está bien, niño araña. Pero si vuelves a hace algo que le duela, te las verás conmigo, ¿entendido? —pregunto mirándolo duramente, a lo que él asiente.

—Entendido.

Asentí, antes de relajar mis brazos y acariciar el cabello de Skira.

—Vuelve a mi —murmuré.

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