Reflexiones De La Recepcionista (3)

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Ella apoyó la bonita taza de arcilla con un *tap*. El vapor ascendió desde el té marrón claro.
Cuando lo bebió, Goblin Slayer parecía solo estar vertiendo el líquido en su casco. No le prestó atención a la fragancia ni al sabor. O al hecho de que las hojas eran del suministro personal de la recepcionista, las cuales ella obtuvo en la Capital y que mezcló con un poco de poción de Resistencia para crear un brebaje único…
—Um, de todos modos, ¡bienvenido de vuelta! Dijo la recepcionista lo más dulcemente que era capaz. Así era como él siempre era, así que ella intentó no molestarse por ello. —Sé que has estado haciendo grupo con alguien últimamente. Tu primer trabajo en solitario en mucho tiempo debió haber sido complicada.
—Siempre trabajé solo antes. Me puedo manejar. Apoyó la copa con un asentimiento de cabeza. Ella estaba complacida de ver que al menos no había quedado ni una gota.
Por lo menos, él nunca le dijo que no a mi té.
—Ya veo, comentó ella con entusiasmo.
Bueno… no era que no había nada de qué quejarse.
Estaba genuinamente feliz de que él esté haciéndole de mentor a la sacerdotisa, quien la recepcionista había creído que era un caso perdido. Y se sintió mejor sabiendo que ahora él tenía una compañera de armas.
¿Pero solo él y una chica, a solas en una mazmorra…? No lo sé…
La única cosa que le daba esperanza era saber que él siempre había sido más de preocuparse por el trabajo que por las mujeres, y que su compañera era una sacerdotisa devota.
Asumiendo que no los he juzgado mal.
Bueno, de todas formas ya era un poco tarde para andar preocupándose. ¿Por cuánto tiempo había estado viviendo él en esa granja?
De hecho, la Sacerdotisa había estado en el Templo por tres días, afirmando que tenía unos deberes religiosos. Supuestamente, ella estaría de vuelta para reunirse con el Goblin Slayer
hoy o mañana…
La recepcionista sonrió para sí misma. Era costumbre que él siguiera tomando misiones por su cuenta mientras tanto.
— ¿Algo anda mal?

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—Oh, no. Solo… no te metas en problemas, ¿está bien?
—Si por meterme en problemas puedo matar algunos goblins, lo haría y no lo contaría como una pérdida.
Él estaba calmado, y como siempre, completamente concentrado en la matanza de goblins.
Mientras llenaba unos registros, la recepcionista echó un vistazo a su casco haciendo que miraba sus papeles. Claro que, ella no podía mirar su expresión. Y aun así…
¿Cuánto tiempo había pasado desde que lo conoció? ¿Casi cinco años? Ella acababa de terminar su entrenamiento en la Capital y había sido asignada oficialmente a este edificio.
Él había aparecido en el Gremio repentinamente, cuando aún ella aún era una principiante.
Ella estaba bastante segura que, en ese momento, no había pensado en nada sobre él.
Pero siempre que ella no podía mover todas las misiones de matanza de goblins, él aparecía.
Siempre volvía de esas misiones. Y siempre terminaba el trabajo. Cada una de las veces.
Nunca presumía de su fuerza ni alardeaba de sus logros. Él simplemente hacía lo que se tenía
que hacer, una y otra vez, hasta que eventualmente alcanzó el rango plata.
No tomaba riesgos innecesarios; siempre era amable, si estaba calmado. Valía la pena las largas y ansiosas esperas de su regreso.
No ha cambiado su equipo desde que nos conocimos. Pero esa es otra forma de decir que él es familiar.
La recepcionista notó que los cariñosos recuerdos habían causado que su boca se curve en una sonrisa, pero no intentó esconderla.
—Oh, en verdad siempre eres de gran ayuda.
— ¿Lo soy?
— ¡Por supuesto!
Hubo una pausa. —Ya veo.
Ella se lamió el dedo gordo y hojeo sus papeles, buscando, como era usual, alguna misión relacionada con goblins.
Ayer él había matado goblins. Hoy había matado goblins. También había un buen número de grupos de principiantes haciendo un buen trabajo. Y aun así, las misiones de matanza de

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goblins nunca terminaban. Tenían al menos una cada día. Quizás cuando los aventureros se multiplicaban, también lo hacían los nidos de goblins. O quizás más nidos de goblins significaban más aventureros.
— ¿Por qué los goblins siempre atacan nuestras aldeas? preguntó la recepcionista distraída.
Sería más fácil si fueran los hombres lagartos, ¿sabes? Así, al menos la única diferencia sería la cultura. —Quizás los goblins solo disfrutan atacando a las personas. Ella pensó que solo estaba conversando. Los goblins eran algo que tenían en común. De hecho, estaba medio
bromeando.
— ¿La razón? dijo él. —Es simple. Después de una pausa, continuó, —imagina que un día, tu casa de repente es atacada por monstruos.
La recepcionista se enderezó y puso sus manos sobre sus rodillas. Se concentró en sus orejas.
Estaba lista para escuchar. Después de todo, no era frecuente que él se dispusiera a hablar.
—Imagina que un día tu casa de repente es atacada por monstruos.
—Ellos se pavonean por la aldea como si les perteneciera. Matan a tu amigos, matan a tu familia, y saquean tu casa.
—Imagina que asaltan a tu hermana. La torturan, la violan, la matan. Profanan los cuerpos de tu familia, hacen lo que quieren, carcajeándose todo el rato.
—Y tú lo ves todo desde donde estás escondida, intentando no respirar.
— ¿Cómo podrías dejar pasar eso?
—Entonces tomas un arma, te entrenas, aprendes, creces. Todo lo que haces es para ayudarte a tomar venganza.
—Los buscas, los cazas, luchas, atacas, y los matas y los matas y los matas.
—Algunas veces las cosas van bien, y algunas no. Pero cada vez te preguntas ¿cómo los mataré la próxima vez? ¿Cuál es la mejor forma de matarlos? Día tras día, mes tras mes, eso es lo único que piensas.
—Cuando tienes una oportunidad, claro que pruebas cada idea que tuviste.
—Y cuando lo llevas haciendo el tiempo suficiente…
—...comienzas a disfrutarlo.
La recepcionista tragó con dificultad.

Globin Slayer 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora