C A P í T U L O 4

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Katakuri dio dos golpecitos en la puerta.

-Oye, pelirrojo. ¿Qué quieres para cenar? -preguntó.

-N... Nada, no tengo hambre. -respondió. El mayor se lo tomó como que le daba vergüenza.

-No pasa nada, no muerdo -tocó distraídamente las cicatrices de su cara y rió para sí mismo.

-¿Qué te hace tanta gracia? -inquirió Ichiji.

-Nada, te haré unos macarrones.

Cuando Ichiji salió tenía el cabello empapado, más aún, agarrado distraídamente con un bolígrafo. Se había quitado las gafas y temblaba. Se acercó a Katakuri, que estaba sentado en la mesa con una cerveza.

-¿Bebes? -preguntó.

-Hmm... No, soy menor -No dejaré que me emborraches.

-Como quieras. -Katakuri dio un sorbo. El menor se sentó a su lado en una de las banquetas de la cocina. La habitación era grande. Tenía una isla (donde estaban ellos) en el centro. Delante estaba la cocina, cocina y a la derecha unos ventanales. Detrás había un pasillo, por donde acababa de venir el pelirrojo y a la izquierda una puerta, al lado de unas escaleras. El mayor se levantó y le puso un plato de pasta delante, otro para él. Comieron en silencio. Entonces Katakuri pensó que si tenía a un desconocido en casa al menos tenía que saber porqué.

-Y dime, ¿Qué has hecho para que te saquen de casa? -inquirió con cuidado.

-Bueno, verás. Vivir con mi padre... Es un infierno. Tengo más hermanos, dos chicos y una chica viven conmigo y el último no sabemos dónde está. Es nuestra misión ir a por el este fin de semana...- Ichiji se lo contó todo. Cuando terminó tenía los ojos aguados por la rabia, por lo que cogió la cerveza y le dio un buen trago. Nunca antes había bebido y sumando que el trago había sido bastante... Extenso, se mareó.

Se balanceó un poco hacia atrás a punto de caerse, pero la gran mano de Katakuri lo salvó.

-Vaya tela... ¿No era que no bebías? No puede ser que ya estés borracho. - una risa se escapó de los labios del pelirrojo, haciendo que el mayor sonriera. - Vamos, te llevo a tu cuarto. -Levantó a Ichiji con facilidad. Le llevó a su nueva habitación en volandas y le dejó suavemente en la cama, al lado del plato de macarrones. Cuando iba a marcharse, el pelirrojo cogió una de las grandes manos de Katakuri y le tiró encima suyo. Ambos rieron. -¿Qué haces? - vio cómo Ichiji comenzaba a llorar y hundía la cabeza en su pecho.

-Me mareo- susurró. Katakuri suspiró.

-¿Solo lloras por eso?

-No... Echo de menos a mi hermano. -dijo apretando un poco la chaqueta del moreno.

-Vale... ¿Quieres que me quede? -Ichiji asintió. Se tumbaron de lado, cada uno mirando hacia el lado contrario, algo incómodos. Tras unos diez minutos, comenzó a sentir la vibración de un móvil. Katakuri se levantó y tras ver que Ichiji estaba dormido miró el teléfono que él mismo le había comprado.

Llamada entrante de Niji el imbécil.

Coger.
Colgar.

-Oh, mierda. -lo cogió. -¿Sí?

-Ichiji, deberías volver. Las cosas están mal, hay que empezar con lo de Sanji. Reiju está muy rara, casi ni come...

-Oye, oye. Tu hermano está dormido, llama mañana. -dijo con voz grave.

-¿Quién coño eres? ¿Por qué tienes su teléfono?

De nombre, Katakuri [KataIchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora