La lluvia le despertó ya entrada la mañana. Se levantó con ciudado, pues le dolían las caderas. Se acercó a la ventana y se asomó, mirando el jardín. Katakuri aún seguía dormido, abrazando esta vez una almohada. Su rostro estaba del descubierto, mostrando sus grandes cicatrices que parecían tatuar una sonrisa, a pesar de ser la tristeza lo que ahora mismo sentía. Soñaba con su hermana.
Ichiji suspiró, mirando las gotas caer.
-¿Tú también estás llorando... Katakuri?
Poco después entraba en su casa con semblante serio. Katakuri iría al tanatorio, y ahí no podía acompañarle; no era familiar. Salió sin siquiera despedirse. No podría ni mirarle a la cara.
Aún así entró lentamente y dejó las llaves tiradas por ahí.
Vio a su hermana tocando el piano en el salón y a su hermano pequeño haciendo pesas con un rostro de concentración.Subió a su habitación; no pensaba hacer nada. Se tumbaría, se dormiría y al despertar volvería con Katakuri.
Pero se sorprendió cuando al entrar su padre estaba sentado sobre su cama. Levantó el mentón, orgulloso.
-¿Tu amigo está triste?
-¿Cómo...?
-Debe ser una pena. Era un coche bonito, ahora está manchado de sangre. -A Ichiji le costó entenderlo. Su cerebro ideaba teorías y ninguna tenía sentido. Entonces, miró a su padre con todo el odio que jamás había mostrado y se abalanzó sobre él. Agarró sus patéticos bigotes y los estiró. Golpeaba su cara, su cuello y su pecho. Como resultado, su cama, antes roja, ahora era granate. Y la cara del hombre, ahora desfigurada y malherida. Tosió y de su boca salieron un par de gotas de sangre. -¿Qué has hecho, niñato? Te dije que te alejaras de él...
-Eres un hijo de puta. -siguió golpeándole. La sangre salpicaba su rostro, dándole un aspecto aún más aterrador. Llegó un momento en el que los nudillos le escocían, por lo que paró.
Su padre no dejaba de escupir saliva ensangrentada, mas su rostro no borraba la sonrisa. Ichiji le miraba con asco, con furia. Le dio otra tanda de golpes y salió de allí. Por el camino encontró a Niji, que le preguntó a qué se debía su rostro ensangrentado, pero le ignoró.
El pelirrojo salió de casa. Todavía llovía. La niebla le prestaba un frío abrazo que calaba hasta su más mísero hueso, y las casas parecían llorar cuando la lluvia se deslizaba por las ventanas.
Ichiji las miraba con curiosidad, esperando ver algún rostro asomarse, mas estaban ellos dos solos; el chico y la lluvia.
No quería ver a Katakuri. No podría mirarle a la cara después de lo que su padre acababa de hacer, aunque tampoco tenía ningún sitio al que ir. Sus piernas se movieron por él hasta llegar a un bonito barrio de nombre East Blue. Era un barrio de universitarios, algo pobre y por el que no pasaba ni un alma.
Aún así caminó hasta llegar a un lugar conocido para él, en el que entró.
Una pequeña cabaña con complejo de bar arropaba sus ropas mojadas, brindándole un olor a vino y comida francesa. Se acercó a la barra y se sentó, esperando un pequeño milagro.-Bienvenido. -le saludó un apuesto chico cubierto de tatuajes y mirada fría, gris como el humo. -¿Qué va a tomar?
-Quiero... Uno de esos, por favor.- Ichiji señaló la barra de bebidas alcohólicas, apuntando la botella que había compartido con Katakuri.
-Ehh... Lo siento, hasta las diez en punto no abre. Si quieres algo de alcohol puedo darte cerveza, pero tendrás que enseñarme tu DNI. -le avisó el chico de la barra. Tenía una voz calmada y cubierta con autosuficiencia.
ESTÁS LEYENDO
De nombre, Katakuri [KataIchi]
RomanceSe conocen es un evento. Surge el amor. Se enamoran perdidamen... No, por Dios. Las cosas no son así. Tal vez muy resumidamente Ichiji necesita dinero, y empieza a vender cosas en un evento. Y solo tal vez se encuentra con el prestigioso Charlotte K...