Caminaba tranquilamente por los pasillos a eso de las dos de la mañana, con las manos en los bolsillos de su pijama azul y una sonrisa socarrona. Silbaba de vez en cuando y tenía la espalda echada hacia atrás, como buen gamberro que era.
Se dirigía hacia la cocina a beber agua, pues el resto la había bebido jugando a videojuegos; le consumían las fuerzas. O tal vez solo era una excusa para encontrarse con ella.
Cuando llegó a las escaleras de caracol y las bajó, las luces estaban encendidas. Con la esperanza iluminando sus ojos se dirigió a la parte profunda, y se encontró allí a la chef jefe, que le sonrió con educación.
-Buenas noches, Niji-sama.
-Buenas.
-¿Necesita algo?
-Bueno, no realmente. Venía a beber agua.- se alejó distraídamente hacia la nevera y la abrió, inspeccionándola.- Oye, ¿Cómo se llama la chica esa que limpia contigo...? Ah, sí, Cosette. ¿No está? Hace días que no la veo. -comentó.
-Ah, sí. La señorita está enferma, así que se ha cogido unas vacaciones. Ahora estará en su casa.
-¿Sabes dónde vive?- Niji se estaba pasando de curioso, y lo sabía.
-No, cariño, lo siento. Pero apuesto a que Judge-sama tiene informes de todos nosotros. ¿Por qué no le pregunta?
-Era solo curiosidad. En realidad no me importa.- musitó.
-Ah, ya veo. Bueno, que tenga buenas noches.
-Tú también.- Niji salió de la cocina. Subió hasta la habitación de su padre, que tenía la puerta entreabierta y se asomó. Ahí estaba su hermano mayor, lanzándose gritos con Judge.
-¡Me da igal! ¡Tú no decides lo que hago yo!- gritaba el pelirrojo.
-Soy tu padre, y por tanto harás lo que yo te diga. Y sobre todo ahora, que ni siquiera eres mayor de edad. No quiero que te vuelvas a ver con ese... monstruo. Conociéndote, seguro que la cagas. Y tengo negocios con su madre, podría afectarnos. - replicaba el adulto. Este se creía estar por encima de todo. Encima de su mujer fallecida, de sus hijos, de sus subordinados, del mismísimo Dios. Y por eso, cuando vio al mayor de sus hijos y del que más esperaba acercarse con rabia para volver a gritar, extendió su brazo y lo impactó sin piedad en la pálida mejilla de Ichiji.
-Eres un... -susurró agarrándose la parte adolorida.
-¿Un qué?- inquirió levantando la cabeza con altanería.- vamos, dilo.
-Eres un puto gilipollas obsesivo que solo se preocupa por del dinero.- dijo con determinación.
-Sal de aquí o volveré a pegarte.
-No eres quién para pegarme. Ya ni siquiera eres mi padre.- escupió venenosamente. A Judge no le dolieron esas palabras; estaba acostumbrado a ellas por parte de todos sus hijos, prácticamente. Ichiji salió de la habitación con enfado, dando un portazo. Se paró frente a Niji, que le miraba con curiosidad.
-¿Todo bien, Ich?- susurró.
-Aparta de ahí.- recibió como respuesta. El pelirrojo se dirigió hacia su amplia habitación, creando una burbuja de silencio y soledad en el pasillo. Niji estuvo a punto de seguirlo, pero decidió que no era el momento. El chico escuchó un gran golpe desde el cuarto de su padre, por lo que prefirió alejarse.
Fue hacia el gran despacho de su mayor. Abrió la puerta, que extrañamente estaba abierta. Entró y se puso a buscar en las grandes cajas de cartón. Por dentro estaba extremadamente asustado. Si Judge le pillaba, su cara de porcelana correría el mismo destino que la de su hermano.
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De nombre, Katakuri [KataIchi]
RomanceSe conocen es un evento. Surge el amor. Se enamoran perdidamen... No, por Dios. Las cosas no son así. Tal vez muy resumidamente Ichiji necesita dinero, y empieza a vender cosas en un evento. Y solo tal vez se encuentra con el prestigioso Charlotte K...