Totalmente.
Totalmente vacío,
totalmente lleno,
totalmente sucio,
irremediablemente cubierto.Estaba ahí. A mitad. Medio lleno, medio vacío, como el vaso. También estaba sucio. Y unas enormes e hirvientes lágrimas artificiales le cubrían.
Si ella no hubiera muerto.
Si él se hubiera ido... No, ¿y los demás? ¿Y la delicada flor rosa, mayor que las otras cuatro coloridas? ¿Y esas cuatro?
No, la culpa no fue su estancia.La culpa fue de la distancia. De la distancia de la razón a la bonita botella Rushkinoff. Nacida en Alemania contenía los secretos del universo, que solo los portadores sabían. La botella era preciosa. Alta, se erguía por encima de los demás.
También de la distancia de sus palabras, que nunca llegaban a chocar. El causante las decía y hería con ellas; la víctima las escuchaba y callaba.
Y ahora mismo, la víctima, que había soportado durante diecisiete años largos esas distancias, se iba a ir. Decidido estaba. No quería volver a pasar por eso, no podía.
Dos toquecitos en la puerta le sacaron de sus pensamientos.
-Oye, pelirrojo, creo que deberías salir. Llevas un buen rato ahí. -escuchó tras la puerta.
-Sí, ya salgo...
Acto seguido apagó el grifo, se secó y se vistió. Su cabello rojo, como siempre, despeinado, caía sobre la mitad de su cara dándole un aspecto informal.
Cuando salió del baño Katakuri se le quedó mirando, para después retirar un poco ese mechón de pelo dejando ver sus dos ojos. Entonces se encogió de hombros y entró en el baño, cerrando la puerta. Ichiji se apoyó en esta y suspiró.
Le había sorprendido el contacto del mayor. Y no sabía porqué, pero le había gustado.
-Tengo que presentarte a mi padre.
-¿Es necesario?
-No, si no quieres...
-Bueno, tal vez sí. -el hablante salió del baño. Ya iba vestido del todo y tenía el cabello húmedo. Ichiji quiso alargar la mano y tocarlo, pero se contuvo.
-Vamos. -Juntos bajaron por todos los pasillos y escaleras sin encontrarse con nadie. Cuando llegaron a la puerta del comedor, Ichiji dudó. Tal vez no era lo mejor presentar a Katakuri. Tal vez no era lo mejor presentarse él. Tenía una mano en el pomo y la otra la cerraba en un puño.
Katakuri le tocó la mano libre y al ver que temblaba, se acercó al pelirrojo y le dio un beso en la frente. Este le miró sonrojado y sorprendido, y comenzó a temblar aún más.
-Tú puedes. -le susurró. Ichiji reunió fuerzas. Abrió con fuerza la puerta y se puso las gafas. Reiju, Yonji y su padre les miraron con cara de confusión.
-¿Ichiji? -musitó Reiju.
-Ho... Hola. -se acercó a su silla rápidamente y se sentó, dejando a Katakuri solo.
-Tú, cocinero, tráenos algo.
-¿Perdón? -El mayor no lo entendía.
-No, padre, él es...
-¡Que nos traigas algo! ¿No lo entiendes?- Judge se levantó y golpeó la mesa. -Para eso te pagamos...
-No, te equivocas. No soy cocinero.
-¿Y qué eres?
-Es mi amigo, padre. -interrumpió Ichiji.
-¿Tu amigo? -escupió.
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De nombre, Katakuri [KataIchi]
RomanceSe conocen es un evento. Surge el amor. Se enamoran perdidamen... No, por Dios. Las cosas no son así. Tal vez muy resumidamente Ichiji necesita dinero, y empieza a vender cosas en un evento. Y solo tal vez se encuentra con el prestigioso Charlotte K...