C A P í T U L O 25

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Sanji se puso la mochila al hombro y suspiró. Salió de la clase con el rostro serio, estaba cansado. Se acercó a las clases avanzadas a las que asistía su hermana y le fue a buscar. La vio hablando con un compañero suyo que parecía divertirla. Tenía una llamativa melena verde y unos colmillos muy afilados, además de un piercing.

Era un notas.

Reiju se despidió de él y vio a su hermano mientras se acercaba. Sanji pensó que ese uniforme le quedaba bien, mas no mostraba toda la belleza que la chica poseía. Su cabello era la libertad materializada, mas le obligaban a mantenerlo recogido. Su cintura era poesía, pero la camisa blanca no le resaltaba las curvas. Lo único que aún mantenía eran sus largas piernas, pues la falda granate no podía taparlas. Le sonrió un poco. Se le notaba más animada.

-¿Qué tal, Rei?

-Bien, bien. Vamos rápido a casa, mañana tengo un examen y tengo que estudiar.

-Vale. -ambos salieron juntos del instituto. Recorrían el jardín cuando vieron un Jeep negro detenerse y a Katakuri salir de él. Segundos después, Ichiji apareció por detrás y le abrazó, para después subirse al vehículo.

Un rato más tarde, un Audi azul aparcaba delante de ambos, sin la precisión que Katakuri tenía. Zoro salió mirando con curiosidad una rueda mientras se rascaba la cabeza con la duda en sus ojos.

-Mierda. -exclamó Sanji. -Había olvidado que hoy me iba a ir a comer a su casa. Lo siento, Rei. Si quieres le digo que nos acerque, seguro que no le importa.

-No te preocupes, ahí está Yonji. Ya volveré con él. -dijo tranquilamente. Sabía que ni de broma iría con su hermano más pequeño, pues él vivía ahora con Nami. Últimamente se había acostumbrado a mentir.

-¿Seguro? -la chica asintió y Sanji suspiró aliviado. No quería fallar a su hermana, y mucho menos después de conservar sus recuerdos gracias a la cirugía. Aún así Reiju no podía arruinarles la cita.

Cuando se alejaron, Reiju vio a Niji caminando solo por el césped. Llevaba las manos en los bolsillos y miraba hacia el suelo, se le notaba decaído.  Se acercó poco a poco y levantó las manos dispuesta a llamarle.

-¡Ni...!

-¡Oye, guapa! -le interrumpió una voz conocida. Ella se giró con curiosidad. Ahí delante suyo, un bonito Kia blanco, con un chico apoyado en él, estaba aparcado donde segundos antes estaba el de Zoro.

-¿A mí?

-¿A quién sino?

-Ah.

-Te debo una copa, y tienes que contarme algo, ¿no? -Qué insistente. Ella se acercó un poco con una falsa sonrisa de disculpas.

-Lo siento, tengo prisas.

-Puedo llevarte.

-Voy en bus.

-¿Y cómo vas a ir?

-Pues con la tarjeta... -entonces cayó en la cuenta. La cartera, la había perdido.

-Cuando te chocaste conmigo se te cayó. -rió el chico sacándola de su bolsillo. Se la ofreció y tronó los dedos, cosa que le recordó a su hermano, y a la vez le dio repelús.

-Vaya, gracias. -ella la abrió. No había tocado el dinero ni las tarjetas, y eso le sorprendió. Levantó el mentón con una sonrisa. -Gracias.

-¿Puedo ahora invitarte a comer...? -dijo cruzando los dedos. Puso una cara de súplica y le enseñó los dedos cruzados. A Reiju le dio envidia, pues ella tenía los dedos muy rígidos a pesar de tocar el piano, y a penas podía cruzarlos.

De nombre, Katakuri [KataIchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora