5. Solución

172 12 0
                                    


Abril, 1982

Taylor entró en la casa de la hermandad dándose cuenta de que esa era una de las últimas veces que cruzaría el umbral como estudiante. Había comenzado su cuenta atrás para estar sola en el mundo, sin Torrey. Las dos mujeres intentaban no hablar de ello, pero ese era el último semestre de Taylor, a sólo un mes de la graduación, y ella ya tenía una beca para realizar un Máster en Berkley. Para la artista era difícil encontrar alguna motivación para volver a California. Sabía que sin Torrey en su vida, volvería al camino de la soledad. Siempre cuidando de si misma, sin dejar jamás que nadie viera a la verdadera persona que escondía en ella.

Intentaba convencerse a si misma que todo estaba sucediendo como se suponía. Eso era lo que Torrey creía al fin y al cabo. La joven decía que todo sucedía por una razón. La joven escritora siempre estaba intentando enseñar a su amiga el balance y la armonía, la luz y la oscuridad, el yin y el yang. Después de dos meses viendo a Torrey practicar Tai Chi todas las mañanas, Taylor había encontrado el valor para pedirle a la joven que le enseñara los movimientos. La morena mujer admitió a su amiga y a sí misma que había algo en los relajadores movimientos que parecía aportar cierto enfoque a su vida. Torrey los usaba para alejarse de sus emociones y pensamientos, una manera de sacarlos a la superficie donde poder estudiarlos y solucionarlos.

Taylor se repetía esas palabras como una base diaria, todo sucede por una razón. Tenía que tomar una decisión complicada, y su respuesta debía ser antes de final de semana. Podía quedarse en Maine y aceptar el trabajo de Diamod & Allen, una empresa de diseño puntera que había ofrecido a Taylor el puesto de Directora Artística. El puesto tenía muchos incentivos y prestigio, y era algo increíble para una recién licenciada. Habían visto inmediatamente el talento de la joven artista y le había gustado su conducta y la madurez de su personalidad. El trabajo podría darle a Taylor el tipo de vida que había soñado. Y más aún, le permitiría estar con Torrey. Taylor incluso había pensado en persuadir a la joven salir de la fraternidad e irse juntas a un apartamento.

Luego estaba la opción número dos. Una educación pagada no era algo que se pudiera despreciar así como así, especialmente la oportunidad de volver a California para ello. Tendría tres años de beca para un Máster en Arte, además de la oportunidad de trabajar con algunos artistas increíbles, todo ello pagado por el Estado de California. Lo único que estaba en contra era que estaría en la otra punta del país donde estaba Torrey. Taylor pensó algo más sobre el último mes.

Torrey no se había visto mucho con Stephen últimamente y Taylor temía que eso era porque ella monopolizaba mucho la vida de la joven. Incluso aunque la joven se hubiera resignado a una relación con el guapo hombre, pensó. No había nada de ánimo cuando Torrey hablaba de él. Por supuesto, las últimas dos semanas no se podía decir nada a Torrey sin que la joven huyera o simplemente rompiera a llorar.

Taylor sabía que aunque su pequeña amiga la quería de verdad, una relación real y comprometida con la artista era algo que Torrey no aceptaría. Así que Taylor había tomado la desgarradora decisión de que tendría que irse y dejar a su amiga que siguiera con su propia vida. Tal vez sin Taylor en medio, Torrey podría comenzar un futuro con Stephen. El viernes avisaría a Diamond & Allen su negativa.

Taylor comenzó a subir las escaleras del tercer piso, pasando por al lado de la amiga de Torrey, Alicia. La joven había estado claramente llorando.

"Hey, chiquilla, ¿estás bien?" preguntó Taylor atentamente.

"Taylor, ¿has visto a Torrey? No sé si ya se ha enterado" le preguntó Ally entre lágrimas.

"¿Enterarse de qué?"

No tan ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora