Condujeron como una hora; Taylor respondía sólo cuando JT preguntaba. Tendrían todo el tiempo del mundo para hablar los próximos seis meses, pero por el momento la morena artista estaba intentando establecer cierto dominio. Quería que la joven tuviera claro que Taylor era la que llevaba los pantalones en esa casa.
JT habría disfrutado de esos momentos si no hubiera estado enfadada. Viviendo en una gran ciudad, no sabía que esa parte del país pudiera ser tan bonita. Taylor sabía que el ir a Dana Point por la carretera de la Costa del Pacífico impresionaría a la joven.
"¿Realmente hay focas ahí abajo?" preguntó JT sorprendida, mirando fijamente a las rocas del agua.
"Yeap. Apuesto a que no tenéis de éstas en Chicago, ¿eh?" respondió Taylor.
"¡Por supuesto que no!" sonrió JT y por un momento se olvidó que estaba enfadada con la alta desconocida.
Dejaron la carretera y fueron por el puerto, dirigiéndose hacia los acantilados. Pararon ante la cerrada puerta y Taylor presionó varios números en el teclado numérico del llavero desde el coche.
"Parece el exterior de una prisión" se refirió JT hacia la puerta.
"Te daré los códigos. No es que vayas a ser una prisionera aquí, Jess" explicó Taylor mientras la puerta negra se balanceó abriéndose y cerrándose automáticamente tras ellas. "Tengo muchos trabajos caros y deben estar protegidos".
"Whoa" exclamó JT mientras entraban en el garaje. La joven salió rápidamente y examinó el Mercedes rojo descapotable.
"¡Buen coche!" comentó JT.
"Gracias" replicó Taylor con orgullo.
JT estaba intentando desesperadamente no andar por el lugar con la boca abierta. Todo lo que pensaba era que su madre adoraría ese sitio. Había claraboyas y vidrieras de colores prácticamente en cada habitación. Era obvio que allí vivía una artista. Las habitaciones estaban decoradas con mimo por un ojo experto y un gusto impecable.
Llegaron a una enorme cocina que parecía que había sido usada en contadas ocasiones.
"Podemos ir mañana a comprar al supermercado, tengo los alimentos básicos, pero las horas y lo que suelo comer no son muy regulares. Le prometí a tu madre que te daría bien de comer, así que intentaré limitar nuestras llamadas a la pizzería a dos por semana. Oh, espera un minuto, ¿sabes cocinar?" añadió Taylor apresuradamente.
"Estás bromeando, ¿verdad?". JT miró a la mujer con sorpresa.
"Bueno, ¿quién cocina en tu casa?" preguntó Taylor.
"Mamá. ¿Quién cocinaba cuando vivíais juntas" le devolvió JT.
"Tu madre". Taylor la miró un poco avergonzada. "Ok, mañana iremos a comprar comida y un libro de cocina".
* * * * *
"Esta es tu habitación" dijo Taylor abriendo la puerta de una gran habitación con su propio balcón y cuarto de baño. "Puedes cambiar de sitio todo lo que tú quieras, no estaba muy segura de tus gustos. Si te pareces en algo a tu madre, te encantará ir de compras para mejorarlo" sonrió.
"¿Doy por hecho que ir de compras no es una de tus cosas favoritas?" preguntó JT.
"Ni en un millón de años entendería el concepto del regateo. Si lo necesito, lo compro. Si no, lo dejo" replicó Taylor.
"Bueno, debisteis divertiros mucho viviendo juntas" dijo JT frívolamente.
"Ya lo descubrirás, cariño" rió Taylor. "¿Quieres que te enseñe el resto de la casa?"
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No tan ciegas
Romance* Novela de LJ MAAS Torrey Gray y Taylor Kent son mejores amigas desde la universidad, en un punto de su vida tomaron rumbos diferentes, 15 años después una petición desesperada las volverá a unir. El miedo a decir nuestros sentimientos puede ser...