14. Un amor no correspondido

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Agosto 1983

"Puedo hacerlo, ¿verdad?" preguntó Taylor a Torrey mientras sacaba a Jessica del asiento trasero de su Cherokee.

"¡Pues claro!". Torrey sonrió cómplicemente a su amiga.

Oh Dios, Torrey, lo que esa sonrisa hace en mí... Sólo por ti, Little Bit...

sólo por ti.

Taylor cogió a la niña de nueve meses de los brazos de su madre. Jessica estaba creciendo pasito a pasito. Incluso en esos momentos parecía que fuera la hija de Taylor. La morena artista se tiraba al suelo con Jessica y

movía una pequeña pelota de baloncesto de plástico frente a ella. Haciendo burla a su madre, diciendo que cuando dejaran a las mujeres entrar en la NBA ella estaría preparada para jugar en los Lakers. Torrey siempre dejaba de hacer lo que tuviera entre manos, entraba en la habitación, y decía que o en los Bulls o nada.

Las dos mujeres atravesaron las puertas de la iglesia y bajaron las escaleras, Torrey abriendo el paso. Cuando llegaron al sótano había un buen número de personas sentadas en sillas plegables, algunas paseando al rededor, saludándose antes de que comenzara la reunión. Una mujer de tal vez la edad de Taylor estaba sentada ante una pequeña mesa plegable y les hizo un gesto.

"Hola, soy Eva. ¿Cómo estáis esta noche?" dijo Eva con una pequeña sonrisa.

"Bien, hermana" respondió Torrey ofreciendo su mano para estrechar la de Eva. "Soy Torrey, he hablado contigo esta mañana por teléfono".

"Cierto, Torrey, y ésta debe ser el ángel responsable del grito que he oído por detrás" replicó Eva señalando a Jessica. "Tú debes de ser Taylor. Encantada de conocerte".

"Lo mismo digo, hermana" respondió Taylor nerviosa. Después de todo, nadie deja atrás doce años en un colegio católico.

"Oh, por favor, llamarme simplemente Eva. Nadie me llama hermana. Bueno, tal vez mi madre, pero lo hace sólo para impresionar a las mujeres en el bingo" rió Eva. "Así que Taylor, lo vas a intentar, ¿no?".

"Bueno, 'intentar' es la palabra clave" respondió Taylor. "Realmente no sé nada sobre este programa de los doce pasos, pero lo intentaré".

"¡Genial! Eso era justo lo que quería oír. Todo empieza con la voluntad de querer cambiar, ya lo sabes. Torrey, ¿porqué no le coges la niña a Taylor para que ella y yo podamos ir a la parte de atrás para una pequeña charla? Si te parece bien, Taylor".

"Umm, sin problema" replicó Taylor. Sus rodillas no hacían más que temblar.

Una vez Eva se hubiera dado la vuelta y alejado, asumiendo que Taylor la seguiría, la artista se volvió a su compañera.

"Tor, no sé si podré hablar con una monja".

"Está bien. No es exactamente la típica monja. Ve, Jess y yo nos sentaremos fuera a esperarte" le dijo Torrey a su amiga, viendo cómo la alta figura de Taylor se adentraba en las oficinas de la parte de atrás.

"Está bien, Taylor, escucha. No tienes que hacer aquí nada que no quieras" dijo Eva con una suave palmada en los hombros de la morena mujer.

Taylor se relajó, sus hombros perdieron algo de la tensión que tenían. Eva le ofreció una taza de café y una vez la mujer que tenía frente a ella comenzó a hacer preguntas, la artista se encontró abriéndose más de lo que había pensado que sería capaz. Durante el tiempo que ellas estuvieron dentro, Taylor descubrió que le había confesado a esa mujer cosas que ni siquiera Torrey sabía de ella.

No tan ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora