19. Deberías decirle

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"Hey, Taylor, ¿tienes algún trozo grande de papel? Éste es todo el que me queda" preguntó JT.

"Por supuesto. Echa un vistazo a uno de los cajones en el armario de madera en la parte de atrás del estudio" replicó la artista ausente mientras mordisqueaba el final de su lapicero. Jess y ella estaban intentando trabajar al mismo tiempo en sus bronceados y sus bocetos frente al patio. Taylor había estado bastante preocupada por una de sus últimas piezas que tenía en mente para su exposición, pero no conseguía hacerla correctamente.

Pasó un largo rato y Jessica aún no había vuelto. Taylor miró a través de la ventana del patio a la cocina, pero no vio ni una señal de la joven. De repente la artista recordó lo que la joven le había preguntado. Los ojos de Taylor se abrieron ligeramente con una mirada de pánico. Saltando de su silla, el bloc de esbozo cayó ruidosamente al suelo. Nunca vio el libro tirado, los perdidos papeles flotando por el suelo de baldosas, mientras lo cruzaba rápidamente y se adentraba en la casa, dirigiéndose al estudio.

Las puertas de vidriera de colores estaban abiertas. Taylor podía ver la forma de Jessica apoyada contra el armario de madera, sacando papeles sueltos y colocándolos en la parte de arriba. Media docena de blocs estaban parcialmente abiertos, con su contenido claramente visible. Jessica se volvió ante el sonido de Taylor entrando en la habitación.

La artista se paró cuando vio la mirada en el rostro de JT. Cuando sus ojos se encontraron, Taylor supo que su secreto no seguiría escondido más tiempo. La morena mujer anduvo lentamente hasta donde estaba la joven y se paró junto a ella. Con deliberada lentitud tomó los dibujos de la mano de Jessica y comenzó a guardarlos de nuevo en los blocs.

Jessica continuó mirando las imágenes de los papeles, de los cientos, miles de dibujos. Algunos rápidos y poco precisos; otros perfectamente definidos, con las líneas oscuras y permanentes. Todas las imágenes que miraban hacia JT eran la imagen de su madre. El fajo de papeles de la parte superior del armario, ahora sueltos, eran desnudos, algunos en poses muy eróticas. Taylor silenciosamente ordenó esos también y los colocó en la carpeta. La alta artista abrió el botón de otra carpeta y sacó varias hojas en blanco. Después de mostrarlas frente a la enmudecida joven, Taylor se giró y salió de la habitación.

Jessica no sabía exactamente qué había pasado, pero estaba segura de una cosa: había mucho más de la relación de Taylor y su madre de lo que ninguna de ellas le hubiera contado. La joven no estaba segura de lo que iba a decir, pero dejó el estudio y buscó a Taylor.

La morena mujer estaba sentada en la esquina del sofá del jardín japonés. Sabía que si Jessica quería respuestas, cuando las quisiera, la encontraría. Cuando la puerta del jardín se abrió, Taylor ni siquiera levantó la mirada. Sintió el peso de Jessica mientras la joven se sentaba al lado de ella.

"Lo siento, Jess" dijo en apenas un susurro. "No quería que te enteraras, especialmente de esta forma".

"Creí que me habías dicho que mamá y tú nunca fuisteis amantes..." dijo JT. No era una acusación, sino más bien curiosidad.

"No lo fuimos" dijo Taylor rotundamente. Las lágrimas comenzaron a brillar en sus ojos.

Jessica no necesitaba ser muy lista para darse cuenta de lo evidente.

"Tú sí querías, ¿verdad?" preguntó.

Taylor pensó en las muchas formas que había para contestar, los juegos de palabras que podía usar para intentar salir de esa situación. Sin embargo, no podía mentir, no a Jessica y no sobre este tema. Si mentía en esos momentos Jessica tendría razones para pensar que la habría mentido en muchas otras cosas. Había sólo una cosa que podía hacer para mantener su relación sin problemas. Debía decir la verdad.

No tan ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora