6. ¿no prefieres un riñón?

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Torrey acercó su agenda de direcciones algo más, volviendo a sus gafas para leer su propia pequeña letra. Dios, sólo puedo desear que no esté en casa y le pueda dejar un mensaje para que me llame. No puedo creer que me suden las manos.

La escritora recogió el cable del teléfono y se apoyó contra el cabecero de la cama. Habían pasado catorce años sin oír su voz. Se mandaban fielmente regalos en Navidades y cumpleaños, las cartas solían intercalarse durante todo el año; con la llegada de los ordenadores, se mandaban e-mails al menos una vez al mes. Nunca se veían y nunca se llamaban. Ambas entendían lo peligroso que era, aunque cada una de ellas tenía su propia razón. Ahora, sin embargo, Torrey tenía que tragarse su orgullo y dejar sus emociones a un lado donde no pudieran doler. Su amiga estaba siempre dispuesta a hacer lo que fuera por Torrey aquellos años, ella estaría dispuesta a hacer lo que fuera ahora; sufrir o humillarse por su hija. Señor, sé que siempre he querido que sea feliz, pero espero que no esté con nadie. Eso sería demasiado para mí.

Torrey apretó los números del teléfono y exhaló un suspiro mientras el teléfono empezaba a sonar.

* * * * *

Taylor estaba cubierta del polvo que su equipo expulsaba por todo al rededor. Su largo pelo negro estaba sujeto en una trenza mientras trabajaba, una máscara de filtro cubría parte de su cara. Entre el sonido de su equipo y el silencio de la máscara, casi no se dio cuenta del teléfono. Fue una extraña sensación. Como cuando apagas la aspiradora porque juras que el teléfono está sonando pero no hay ningún sonido cuando la apagas.

Gruñó y se arrancó la máscara, alcanzando el teléfono que estaba apoyado en un taburete en la esquina del estudio. Estaba segura de que era Samantha. La propietaria de la galería estaba siempre al borde del pánico antes de una exposición.

"Yeap" ladró al auricular.

"Es genial saber que tus maneras por teléfono siguen siendo tan simpáticas como siempre, Stretch"

Taylor estaba en medio de su estudio. Dejó caer la máscara suavemente de su agarre. El sonido al otro lado de la línea no podía ser verdad. Pero, realmente, sólo había una mujer que pudiera llamarla así.

"Taylor, ¿estás ahí?" preguntó Torrey.

Oh, si, la voz era definitivamente real. Nadie en el mundo decía el nombre de la artista como su vieja amiga lo hacía.

"¿Torrey?". Una sensación, como si estuviera quedándose sin sangre, comenzó a extenderse por todo su cuerpo. Su estómago de repente hizo que se mareara y comenzó a sudar. Taylor se sentó pesadamente en el taburete.

"¿Estás bien... es Jess...?" comenzó la artista, alarmada.

"No, estamos bien... por decirlo de algún modo" respondió Torrey, sin saber por dónde comenzar. Taylor sabía que Torrey había tenido algún problema ocasional con JT, pero nunca había imaginado que se hubiera profundizado.

"Stretch, necesito...". Torrey alzó los ojos al techo, dispuesta a no dejar que las lágrimas cayeran. Pocas veces la obedecían, aunque estaba haciendo todo un esfuerzo.

"¿Qué es, cariño? preguntó Taylor, quedándose catorce años en nada mientras sentía que estaba sentada en el suelo de la habitación de nuevo.

La voz de su amiga combinada con la expresión de cariño abrió el camino a que las lágrimas de Torrey cayeran.

"Necesito pedirte un favor" dijo Torrey.

"La respuesta es sí" respondió Taylor.

"Ni siquiera sabes qué te voy a pedir" rió y lloró Torrey al mismo tiempo.

No tan ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora