La hienas

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Claudio vivía con sus dos hijos, Mateo y Clarissa. El padre y sus pequeños eran muy felices, a pesar de extrañar a Gabriela, la esposa de Claudio la cual había fallecido 3 años atrás.

Claudio anhelaba darles la oportunidad de que crecieran en una familia completa. Él estaba seguro de que Gabriela habría querido que le dieran la oportunidad a alguna mujer a ser parte de la familia.

Hacía poco más de un año que estaba saliendo con Elena, una encantadora mujer que se desvivía por él y los niños. Ella era la mujer ideal, por lo que decidió pedirle matrimonio.

Llegada la noche, sonó el timbre, cuando abrió la puerta una hermosa mujer lo saludó:

-Buenas noches, señor Martínez. Soy la niñera.

-Buenas noches, señorita. La estaba esperando.-Dijo entusiasmado.

-Me alegra estar aquí, ¿Y los pequeños?

-Están en la habitación, ya los busco.

-Tranquilo, ya tendremos tiempo de conocernos. Dijo sonriendo.

-Muy bien, entonces muchas gracias por cuidarlos.

Horas después, llegó Claudio. La niñera estaba tranquila, leyendo en el sofá.

-Buenas noches, señorita. Saludó Claudio.

-Buenas noches, señor. Veo que la pasó muy bien.

-¡De maravilla! sonrió, y ¿Cómo se portaron los niños? Me imagino que ya están dormidos.

-Los niños estuvieron estupendos y ciertamente están descansando en paz.

-Por cierto, noté que tiene un par de perros. Me tomé el atrevimiento de prepararles un poco de carne.

-¡Oh, gracias! No se hubiese molestado en comprar.

-Tranquilo, no fue necesario.

-Pero no había. Dijo confundido.

-A los perros les encantó el delicioso platillo de carne que hice con sus pequeños, dijo, mientras se reía de forma perversa.

Claudio no podía creer lo que escuchaba ¿qué clase de mujer era aquella? En ese instante entró Elena.

Maravilloso trabajo, hermanita, dijo Elena, mientras se regocijaba con su hermana

-Pero ¿Qué significa esto? Preguntó Claudio confundido.

Elena y su hermana lo miraron con malicia.

-Querido, siento mucho no ser lo que esperabas, pero ¿qué pretendías? ¿Qué yo cuidara a tus mocosos? Estabas muy equivocado. Dijo Elena, mientras reía. Yo los odiaba y te odio a ti, porque nunca me diste un lugar en tu vida y por eso tenías que pagar.

-Elena estás loca ¡yo te amaba!

-¡Mentira! Lo único que amabas era la idea de darle una madre a tus mocosos. Pero, pronto le darás la familia que siempre quisiste, dijo mientras lo envestía con un cuchillo.

HISTORIAS DE TERROR #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora