"Cuando tenía unos 8 años, me gustaba mucho jugar con Mega Bloks; armaba grandes torres, para luego derrumbarlas. Una de esas veces, ya habiendo tirado otra de mis torres, me aburrí de estar en mi cuarto y fui a pedirle permiso a mi mamá para salir a jugar. Ella me dijo que me dejaría una vez que recogiera los bloques que había dejado en el piso, entonces yo me giré para regresar a mi cuarto, pero me detuve porque mi hermano, de 5 años estaba en mi cuarto, recogiendo los juguetes por mí. Había encendido la luz, estaba callado y se veía muy concentrado en lo que hacía. Volteé con mi mamá otra vez, y le dije, "Ah, mi hermano ya lo esta haciendo por mí," a lo que ella se asomó, observó mi puerta muy desconcertada por un par de segundos, y dijo: "Ahí no hay nadie. Tu hermano está afuera, jugando." Volví a mi cuarto y vi que, en efecto, no había nadie; ahora la luz estaba apagada, y los juguetes seguían en el suelo. Sí se me hizo extraño, pero decidí ignorarlo, recoger y simplemente salir..."