Fue en su cumpleaños número 13 que María Luisa recibió una muñeca de trapo vieja y sucia de parte de su tía Estela. El regalo había estado en la familia durante tres generaciones. Antes de su tía, perteneció a su tía abuela Clara, quien había fallecido misteriosamente a los 14 años de edad. Por su apariencia María Luisa no disfrutó del regalo, de hecho, lo descartó varias veces y dejó en un estante para que siga acumulando polvo, cuestión que era costumbre para la muñeca de trapo, que tenía el pelo amarillo; los ojos saltones bien redondos y negros; y extremidades largas.
La muñeca había nacido en Francia, lugar en donde una importante compañía de juguetes para niños trabaja. Fue exportada a Norteamérica y la muñeca de trapo que ahora era de María Luisa, siempre había tenido la misma suerte: reclinada en un estante para acumular polvo. No era que estuviese defectuosa, sino que por una y otra razón nadie la elegía, se quedaba sola, tan sola como su tía abuela Clara, que no tuvo hijos ni marido, ni la tía Estela, que tampoco tiene hijos ni marido. Según su madre Mónica pretendientes no le faltaron a Clara ni a Estela, pero dicen que los hombres que se le acercan pasan a convertirse en hombres muertos.
El caso es que el artífice de la muñeca de trapo se suicidó tras perder el derecho de autor por sus muñecas. Es por ello que antes de ahorcarse con su propia correa, dijo que ningún hombre se volvería a acercar a sus muñecas ni a sus dueñas.
Cuando María Luisa consiguió novio a los 17 años de edad, -Carlos era el nombre de aquel joven- tras salir un par de veces con María Luisa, después del cine, fue atropellado por un coche. Resulta que cada vez que muere un pretendiente. La muñeca, pese al polvo, conserva su pelo más amarillo.