CAPITULO 05 GRUPO SANGUINEO

81 11 1
                                    

Me dirigí a la clase de Lengua aún en las nubes, tal era así que al entrar ni siquiera me di cuenta que la clase había comenzado.

-Gracias por venir, señorita Higurashi -saludo despectivamente el señor Myoga.

Me sonroje de vergüenza y me dirigí rápidamente a mi asiento.

No me di cuenta de que en el pupitre contiguo de siempre se sentaba Hoyo hasta el final de la clase. Sentí una punzada de culpabilidad, pero tanto él como Manten se reunieron conmigo en la puerta como de costumbre, por lo que supuse que me habían perdonado del todo. Hoyo parecía volver a ser el mismo mientras caminábamos, hablaba entusiasmado sobre el informe del tiempo para el fin de semana. La lluvia exigía hacer una pausa más corta pero aquel viaje a la playa parecía posible. Simulé interés para maquillar el rechazo de ayer. Resultaría difícil; fuera como fuera, con suerte, sólo se suavizaría a los cuarenta y muchos años. Pasé el resto de la mañana pensando en las musarañas. Resultaba difícil creer que las palabras de Sesshomaru y la forma en que me miraba no fueran fruto de mi imaginación. Tal vez sólo fuese un sueño muy convincente que confundía con la realidad. Eso parecía más probable que el que yo le atrajera de verdad a cualquier nivel.

Por eso estaba tan impaciente y asustada al entrar a la cafetería con Sara. Le quería ver el rostro para verificar si volvía a ser la persona indiferente y fría que había conocido durante las últimas semanas o, si por algún milagro, de verdad había oído lo que creía haber oído esa mañana. Sara cotorreaba sin cesar sobre sus planes para el baile - Yura y Kaede ya se lo habían pedido a los otros chicos e iban a acudir todos juntos -, completamente indiferentes a mi desinterés.

Un flujo de desencanto recorrió mi ser cuando de forma infalible miré a la mesa de los Taisho. Los otros cuatro hermanos estaban ahí, pero él se hallaba ausente. ¿se había ido a casa? Abatida, me puse a la cola detrás de la parlanchina de Sara. Había perdido el hambre y sólo compre un refresco de limonada. Unicamente quería sentarme y enfurruñarme.

-Sesshomaru Taisho te vuelve a mirar -dijo Sara; interrumpió mi distracción al pronunciar su nombre -. Me pregunto por qué se sienta solo hoy.

Volví bruscamente la cabeza y seguí la dirección de su mirada para ver a Sesshomaru, con su sonrisa picara, que me observaba desde una mesa vacía en el extremo opuesto de la cafetería al que solía sentarse. Una vez atraída mi atención, alzó la mano y movió el dedo índice para indicarme que lo acompañara. Me guiñó el ojo cuando lo miré incrédula.

-¿Se refiere a ti? -preguntó Sara con un tono de insultante incredulidad en la voz.

-Puede que necesite ayuda con los deberes de Biología -murmuré para contenerla -. Eh, será mejor que vaya a ver qué quiere.

Insegura, me quedé de pie detrás de la silla que había enfrente de Sesshomaru al llegar a su mesa.

-¿Por qué no te sientas hoy conmigo? -me preguntó con una sonrisa.

Lo hice de inmediato, contemplándolo con precaución. Seguía sonriendo Resultaba difícil concebir que existiera alguien tan guapo. Temía que desapareciera en medio de una repentina nube de humo y que yo me despertara. Él debía de esperar que yo comentara algo y por fin conseguí decir:

-Esto es diferente.

-Bueno -hizo una pausa y el resto de las palabras salieron de forma precitada -. Decidí que, ya puesto a ir al infierno, lo podía hacer del todo.

Esperé a que dijera algo coherente. Transcurrieron los segundos y después le indiqué:

-Sabes que no tengo ni idea de a qué te refieres.

EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora