CAPITULO 07 PESADILLA cuarta parte

51 9 0
                                    

Me dedicó una divertida mirada de tolerancia.

Al día siguiente, la mañana amaneció soleada. Me desperté con esperanzas renovadas que intenté suprimir con una dosis grande de realidad. Como el día era más templado, me puse una blusa escotada de color azul oscuro, una prenda que hubiera llevado en Tokio cualquier día.

Había planeado llegar a la escuela con el tiempo justo para no tener que esperar a entrar en clase. Desmoralizada, di una vuelta completa al estacionamiento en busca de un de un espacio al tiempo que buscaba también el Volvo plateado, que, claramente, no estaba allí. Me estacione en la última fila y me apresuré a clase de Lengua, llegando sin pena ni gloria pero antes de que sonara el timbre.

Ocurrió lo mismo que el día anterior. No pude evitar tener ciertas esperanzas que se disiparon dolorosamente cuando en vano recorrí con la mirada el comedor y comprobé que seguía vacío el asiento contiguo al mío de la mesa de Biología.

El plan de ir a Otaru por la tarde regresó con mayor atractivo al tener Yura otros compromisos. Estaba ansiosa por salir del pueblo, para poder dejar de mirar por encima del hombro, con la esperanza de verlo aparecer de la nada como siempre hacía. Me prometí a mí misma que iba a estar de buen humor para no arruinar a Kaede ni a Sara el placer de la caza de vestidos. Puede que también yo hiciera algunas pequeñas compras. Me negaba a creer que esta semana podría ir de compras sola a Kioto porque Sesshomaru ya no estuviera interesado en nuestro plan. Seguramente no lo cancelaría sin decírmelo al menos.

Sara me siguió hasta casa en sus viejo Mercury blanco después de clase para que pudiera dejar los libros y mi coche. Me cepillé el pelo a toda prisa mientras estaba dentro, sintiendo resurgir una leve excitación ante la expectativa de salir de Sengoku. Sobre la mesa, dejé una nota para Onigumo en la que le volvía a explicar dónde encontrar la cena, cambie mi desaliñada mochila escolar por un bolso que utilizaba muy de tarde en tarde y corrí a reunirme con Sara. A continuación fuimos a casa de Kaede, que nos estaba esperando. Mi exitación crecía increíblemente conforme el coche se alejaba de los límites del pueblo.

EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora