CAPITULO 04 LAS INVITACIONES segunda parte

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-Gracias -dije con frialdad.

Entrecerró los ojos.

-¡No hay de qué! -replicó.

Me enderecé rápidamente, volví a apartarme de él y me alejé caminando a clase de Educación física sin volver la vista atrás.

La hora de gimnasia fuel brutal. Cambiamos de deporte, jugamos baloncesto. Mi equipo jamás me pasaba la pelota, lo cual era estupendo, pero me caí un montón de veces, y en ocasiones arrastraba a gente conmigo. Ese día me movía peor de lo habitual porque Sesshomaru ocupaba toda mi mente. Intentaba concentrarme en mis pies, pero él seguía deslizándose en mis pensamientos justo cuando más necesitaba mantener el equilibrio.

Como siempre, salir fue un alivio. Casi corrí hacia el monovolumen, ya que había demasiada gente a la que quería evitar. El vehículo había sufrido unos daños mínimos a raíz del accidente. Había tenido que sustituir las luces traseras y hubiera realizado algún retoque en la chapa de haber dispuesto de un equipo de pintura de verdad. Los padres de Suikotzu habían tenido que vender la furgoneta por piezas.

Estuvo a punto de darme un patatús cuando, al doblar la esquina, vi una figura alta y oscura reclinada contra un lateral del coche. Luego comprendí que sólo se trataba de Manten. Comencé a andar de nuevo.

-Hola, Manten -le saludé

-Hola, Kag.

-¿Que hay? -pregunté mientras abría la puerta. No presté atención al tono incómodo de su voz, por lo que sus siguientes palabras me pillaron desprevenida.

-Me preguntaba... si querrías venir al baile conmigo.

La voz se le quebró al pronunciar la última palabra.

-Creí que era la chica quien elegía -respondí, demasiado sorprendida para ser diplomática.

-Bueno, sí -admitió avergonzado.

Recobré la compostura e intenté ofrecerle mi sonrisa más cálida.

-Te agradezco que me lo pidas, pero ese día voy a estar en Kioto.

-Oh. Bueno, quizás la próxima vez.

-Claro -acepté, y entonces me mordí la lengua. No quería que se lo tomara al pie de la letra.

Se marchó de vuelta al instituto arrastrando los pies. Oí una débil risita.

Sesshomaru pasó andando delante de mi coche, con la vista al frente y los labios fruncidos. Abrí la puerta con un brusco tirón, entré de un salto y la cerré con un sonoro golpe detrás de mí. Aceleré el motor en un punto muerto de forma ensordecedora y salí marcha atrás hacia el pasillo. Sesshomaru ya estaba en su automóvil, a dos coches de distancia, deslizándose con suavidad delante de mí, cortándome el paso. Se detuvo ahí para esperar a su familia. Pude ver a los cuatro tomar aquella dirección, aunque todavía estaban cerca de la cafetería. consideré seriamente la posibilidad de embestir por detrás a su flamante Volvo, pero había demasiados testigos. Miré por el espejo retrovisor. comenzaba a formarse una cola. Inmediatamente detrás de mi, Suikotzu Kita me saludaba con la mano desde su recién adquirido Sentra de segunda mano. Estaba demasiado fuera de mis casillas para saludarlo.

Oí a alguien llamar con los nudillos en el cristal de la ventana del copiloto mientras permanecía allí sentada, mirando a cualquier parte excepto al coche que tenía delante. Al girarme, vi a Suikotzu: Confusa, volví a mirar por el retrovisor. su coche seguía en marcha con la puerta izquierda abierta. me incliné dentro de la cabina para bajar la ventanilla. Estaba helado hasta el tuétano. Abrí el cristal hasta la mitad y me detuve.

EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora