CAPITULO 24 PUNTO MUERTO tercera parte

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- No me refería a la última vez en que he estado a punto de morir - discrepé con un marcado aumento de irritación -. Estaba pensando en las otras, puedes. elegir cuál. Estaría criando gusanos en el cementerio de Sengoku de no ser por ti.

Su rostro se estremeció de dolor al oír mis palabras y la angustia no abandonó su mirada.

- Sin embargo, ésa no es la peor parte - continuó susurrando. Se comportó como si yo no hubiera hablado -. Ni verte ahí, en el suelo, desmadejada y rota de dolor - dijo con voz ahogada -, ni pensar que era demasiado tarde, ni oírte gritar de dolor. . Q. Podría haber llevado el peso de todos esos insufribles recuerdos durante el resto de la eternidad. No, lo peor de todo era sentir, saber que no podría detenerme, creer que iba a ser yo mismo quien acabara contigo.

- Pero no lo hiciste.

- Pudo ocurrir con suma facilidad.

Sabía que necesitaba calmarme, pero estaba hablando para sí mismo de dejarme, y el pánico revoloteó en mis pulmones, pugnando con salir.

- Promételo - susurré.

- ¿ Qué ?

- Ya sabes el qué.

Había decidido mantener una negativa obstinada y yo me estaba empezando a enfadar. Apreció el cambio operado en mi tono de voz y su mirada se hizo más severa.

- Al parecer, no tengo la suficiente voluntad para alejarme de ti, por lo que supongo que tendrás que seguir tu camino ... Con independencia de que eso te mate o no, después de todo sólo eres una insignificante humana - añadió con rudeza.

No me lo había prometido. Un hecho que yo no había pasado por alto. Contuve el pánico a duras penas. No me quedaban fuerzas para controlar el enojo.

- Me has contado cómo lo evitaste ... Ahora quiero saber por qué lo evitaste - exigí.

- ¿ Por qué ? - repitió a la defensiva.

- ¿ Por qué lo hiciste ? ¿Por qué no te limitaste a dejar que se extendiera la ponzoña ? A estas alturas, sería como tú.

Los ojos de Sesshomaru parecieron volverse de un negro apagado. Entonces comprendí que jamás había tenido intención de permitir que me enterase de aquello. Sango debía de haber estado demasiado preocupada por las cosas que acababa de saber sobre su pasado o se había mostrado muy precavida en sus pensamiento mientras estuvo cerca de Sesshomaru, ya que estaba muy claro que éste no sabía que ella me había iniciado en el conocimiento del proceso de la conversión en vampiro. Estaba sorprendido y furioso. Bufó, y sus labios parecían cincelados en piedra.

No me iba a responder, eso estaba más que claro.

- Soy la primera en admitir que carezco de experiencia en las relaciones - dije -, pero parece lógico que entre un hombre y una mujer ha de haber una cierta igualdad, uno de ellos no puede estar siempre lanzando en picada para salvar al otro. Tienen que poder salvarse el uno al otro por igual.

Se cruzó de brazos junto a mi cama y apoyo en los míos su mentón con el rostro sosegado y la ira contenida. Evidentemente, había decidido no enfadarse conmigo. Esperaba tener la oportunidad de avisar a Sango antes de que los dos se pusieran al día en ese tema.

- Tú me has salvado - dijo con voz suave.

- No puedo ser siempre la damisela en peligro - recalqué -. Yo también quiero ser el príncipe valiente.

- No sabes lo que estás pidiendo.

Su voz era dulce, pero sus ojos miraban fijamente la funda de la almohada.

EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora