CAPITULO 14 MENTE VERSUS CUERPO segunda parte

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- ¿ Con cuánta frecuencia ?

- ¿ Eh ?

Parecía haberle cortado algún otro hilo de su pensamiento. seguí sin girarme.

- ¿ Con qué frecuencia has venido aquí ?

- Casi todas las noches.

Aturdida, me di la vuelta.

- ¿ Por qué ?

- Eres interesante cuando duermes - explicó con total naturalidad -. Hablas en sueños.

- ¡ No ! - exclamé sofocada mientras una oleada de calor recorría todo mi rostro hasta llegar al cabello. Me agarré a la encimara de la cocina para sostenerme. Sabía que hablaba en sueños, por supuesto, mi madre siempre bromeaba al respecto, pero no había creído que fuera lago de lo que tuviera que preocuparme.

Su expresión pasó a ser de disgusto inmediatamente.

- ¿ Estas muy enfadada conmigo ?

- ¡ Eso depende ! - me senté, l parecía como si me hubiera quedado sin aire.

Esperó y luego me urgió:

- ¿ De qué ?

- ¡ De lo que hayas escuchado ! - gemí.

Un momento después, sin hacer ruido, estaba a mi lado para tomarme las manos delicadamente entre las suyas.

- ¡ No te disgustes ! - suplicó.

Agacho el rostro hasta el nivel de mi ojos y sostuvo mi mirada. Estaba avergonzada, por lo que intenté apartarla.

- Echas de menos a tu madre - susurró -. Te preocupas por ella, y cuando llueve, el sonido hace que te revuelvas inquieta. Solías hablar mucho de Tokio, pero lo haces con menos frecuencia. En una ocasión dijiste " Todo es demasiado verde "

Se rió con suavidad, a la espera, y pude ver que era para no ofenderme aún más.

- ¿ Alguna otra cosa ? - exigí saber.

Supuso lo que yo quería descubrir y admitió

- Pronunciaste mi nombre.

Frustada, suspiré.

- ¿ Mucho ?

- Exactamente, ¿ cuántas veces entiendes por mucho ?

- Oh, no.

Bajé la cabeza, pero él la atrajo contra su pecho con suave naturalidad.

- No te acomplejes - me susurró al oído -. Si pudiera soñar, sería contigo. Y no me avergonzaría de ello.

En ese momento, ambos oímos el sonido de unas llantas sobre los ladrillos del camino de entrada a la casa y vimos las luces delanteras que nos llegaban desde el vestíbulo a través de las ventanas frontales. Me envaré en sus brazos.

- ¿ Debería saber tu padre que estoy aquí ? - preguntó.

- Yo . . . - intenté pensar con rapidez -. No estoy segura . . . . . .

- En otra ocasión entonces

Y me quede sola.

- ¡ Sesshomaru ! - le llamé, intentando no gritar.

Escuche una risita espectral y luego, nada más.

Mi padre hizo girar la llave de la puerta.

- ¿ Kag ? - me llamó. Eso me hubiera molestado antes. ¿ Quién más podía haber ? De repente, Onigumo me parecía totalmente fuera de lugar.

EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora