Desterré el pensamiento antes de que sus rápidos ojos lo leyeran en mi cara. Esa idea me metería en un buen lío.
-Aún - agregó.
- Aún - admití. Se lo hubiera discutido, pero ahora quería que estuviera a la espera de desastres.
-Tengo otra pregunta para ti. - dijo con rostro todavía preocupado.
-Dispara.
-¿Tienes que ir a Kioto este sábado de verdad o es sólo una excusa para no tener que dar una negativa a tus admiradores?
Hice una mueca ante ese recuerdo.
-Todavía no te he perdonado por el asunto de Suikotzu, ya sabes - le previne -. Es culpa tuya que se haya engañado hasta creer que lo voy a acompañar al baile de gala.
-Oh, hubiera encontrado la ocasión para pedírtelo sin mi ayuda. En realidad, sólo quería ver tu cara - se rió entre dientes. Me hubiera enfadado si su risa no hubiera sido tan fascinante. Sin dejar de hacerlo, me preguntó -: Si te lo hubiera pedido, ¿me hubieras rechazado?
-Probablemente, no - admití -, pero lo hubiera cancelado después, alegando una enfermedad o un tobillo torcido.
Se quedó extrañado.
-¿Por qué?
Moví la cabeza con tristeza.
-Supongo que nunca me has visto en gimnasia, pero creía que tú lo entenderías.
-¿Te refieres al hecho de que eres incapaz de caminar por una superficie plana y estable sin encontrar algo con lo que tropezar?
-Obviamente.
-Eso no sería un problema - estaba muy seguro -. Todo depende de quien te lleve a bailar - vio que estaba a punto de protestar y me cortó -. Pero aún no me has contestado ... ¿Estás decidida a ir a Kioto o te importaría que fuéramos a un lugar diferente?
En cuanto utilizó el plural, no me preocupé de nada más.
-Estoy abierta a sugerencias - concedí -, pero he de pedirte un favor.
Me miró con precaución, como hacía siempre que formulaba una pregunta abierta.
-¿Cuál?
-¿Puedo conducir?
Frunció el ceño.
-¿Por qué?
-Bueno, sobre todo porque cuando le dije a Onigumo que me iba a Kioto, me preguntó concretamente si viajaba sola, como así era en ese momento. Probablemente, no le mentiría si me lo volviera a preguntar, pero dudo que lo haga de nuevo, y dejar el coche enfrente de la casa sólo sacaría a relucir el tema de forma innecesaria. Y además, porque tu manera de conducir me asusta.
Puso los ojos en blanco.
-De todas las cosas por las que te tendrías que asustar. a ti te preocupa mi conducción - movió la cabeza con desagrado, pero luego volvió a ponerse serio -. ¿No le quieres decir a tu padre que vas a pasar el día conmigo?
En su pregunta había un trasfondo que no comprendí.
-Con Onigumo, menos es siempre más - en eso me mostré firme -. De todos modos, ¿a dónde vamos a ir?
-Va a hacer buen tiempo, por lo que estaré fuera de la atención pública y podrás estar conmigo si así lo quieres.
Otra vez me dejaba la alternativa de elegir.
ESTÁS LEYENDO
EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKU
VampirosEn un mundo donde las criaturas de la noche son sólo un mito. Existe un lugar donde no sucede nada pero todo cambia con la llegada de Kagome una chica de ojos de un profundo color chocolate y un cabello tan negro como la noche sin estrellas donde se...