IX: La partida

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Abrió súbitamente los ojos, sintiendo una fuerte opresión en sus sienes. Todo en su cabeza daba vueltas; la noche anterior, las palabras que aquel funesto papel profesaban y aquella estúpida cifra garabateada fugazmente en el marco perdido de una hoja. Aún todo parecía demasiado pronto, completamente surreal, como arrancado de una pesadilla en la que el tiempo corría demasiado rápido y ella no podía evitarlo, no podía moverse y todo parecía alejarse más y más de donde se Ino se encontraba. Shikamaru, su rostro, sus recuerdos, temía perderlo todo.

Su corazón comenzó a acelerarse, aún con la mente entumecida se giró en la cama, temiendo no verlo allí y confundir todo lo vivido aquellos –casi- dos años con un sueño.

-¿Shikamaru?- el nudo en su interior se amarraba más y más con cada latido, con cada suspiro. Y como había temido él ya no estaba, la cama estaba vacía y a su lado el frío de las sábanas parecía paralizarle más que el mismísimo hielo. Tan frío e impasible como la soledad que la embargaba al no verlo a su lado- ¡Shikamaru!- gritó, poniéndose temblorosa de pié. Notando que su cuerpo no respondía adecuadamente debido a la reciente sensación de sentirse vacía.

Corrió escaleras abajo, en busca del moreno, rogando que la escena de él preparando el desayuno que había presenciado dos mañanas atrás se repitiera y él se encontrara allí, intacto y esperándola.

-¡Shika!-.chilló, de repente notó que toda la casa se sentía fría, o al menos para ella.

Una vez más volvió a la habitación, corriendo con los pies desnudos, cuidando de no tropezar.

Entonces lo vio, algo totalmente fuera de lugar, que no había estado allí la noche anterior. Un papel, un pequeño trozo de hoja garabateado con la inconfundible letra del Nara. El cual en pocas palabras decía, lo que la noche anterior ella no le había permitido decir.

Ino: Tuve que irme, me esperan en la puerta. No quise despertarte, puede que te parezca cobarde (quizá lo sea), pero me pareció lo mejor. Haberlo hecho hubiera sido muy problemático, para mi.

Adiós

Entonces una fría lágrima escapó del filo de sus ojos azules y glacial como el cristal cayó por su mejilla, congelándole la piel. E inmediatamente a esa le siguió otra, y otra. No podía evitarlo, y aunque quisiera detenerse le era imposible. Aquello era simplemente demasiado intenso, era como revivir la muerte de Asuma una y otra vez, sólo que esta vez el que se marchaba para no volver era Shikamaru.

-¿Cómo pudo...?- murmuró para si entre dientes, apretando los puños mientras de su mirada seguía lloviendo angustia.

Pero quizá aún no fuera tarde, pensó. Quizá si se apresuraba podría alcanzarlo, y al menos despedirse adecuadamente. Lo necesitaba, lo sabía, era algo que aunque doloroso debía hacer. Así que sin detenerse a considerar las consecuencias de sus acciones, tomó la primera muda de ropa que encontró a mano, se vistió y tomando las llaves salió de la casa a toda velocidad. De repente, a la luz del sol, el ambiente pareció menos frío y las expectativas parecían más optimistas.

Por primera vez notó lo verdaderamente largas que eran las calles y el camino hacia la salida de Konoha. O quizá el hecho del tiempo apremiar hacía parecer todo más distante, como si de repente las distancias se hubieran prolongado sólo para fastidio de ella. Pero de todas formas no se detuvo, aún cuando las rodillas le comenzaron a fallar o el aire en sus pulmones empezó a escasear, tanto que le quemaba. Dolía, sin embargo no paró, continuó hasta llegar al final del camino, esperando con todas sus fuerzas verlo allí. Deseando que aún no se hubiera marchado.

Hasta que la muerte...[Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora