XII: Te quiero a tí

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Era tarde en la noche, como era habitual la herida invisible en su pecho se desgarraba más y más a cada segundo que pasaba, su mente no ayudaba en absoluto. A cada instante vagaba en posibles escenarios donde pudiera encontrarse él, y cada uno era peor que el anterior. E Ino tenía que admitirlo, por primera vez, aunque quisiera mostrarse fuerte le era imposible.

De todas formas no importaba, estaba sola. Nadie la vería. Por supuesto no lloraría, aún así no podía evitar derrumbarse a pedazos a cada instante. De una forma u otra la tensión en ella parecía lograr escabullirse hacia el exterior. Aunque no fuera por medio de lágrimas saladas, sino dolores de cabeza e interminables revueltos de estómago.

Temía por él, se preguntaba donde estaría. Hacía ya una semana desde la carta que había recibido y desde ese día no había vuelto a saber nada de Shikamaru. Pero se aferraba a la idea de que se encontraba viajando, y que probablemente esa fuera la razón para no escribirle.

Sin embargo una parte de ella seguía consternándose con las expectativas de perder a una de las personas más importantes en su vida.

Y otra vez el nudo en su estómago dejaba en su boca un desagradable sabor amargo, mientras su interior se retorcía en agonía. Pura e inevitable ¿Acaso era justa para ella aquella situación? Shikamaru jamás debería haberse ido, no él. Otros podrían haber sido... Pensaba. Una y otra vez ¿Pero quien? No podía precisarlo.

No podía ser Naruto, pues Hinata estaría en su mismo dilema (e Ino sabía, no le deseaba su situación a nadie... ni por un amigo, ni por un hermano, padre, amante o esposo). Nadie debía pasar por algo así, tampoco Sakura. Ella ya había tenido suficiente con abandonos en el pasado. No sería justo. Pero por más que lo pensara no encontraba respuesta, claro eso tampoco era el centro de la cuestión.

En absoluto, aquello sólo apartaba su mente por meros instantes de la verdadera razón que la mantenía en vela cada noche. La vida de él, su seguridad. La impotencia de quedarse en la retaguardia como si de alguien débil se tratara, como si fuera esas esposas las cuales ven partir a su marido a la guerra sin comprender realmente de qué aquello se trataba. No, Ino no era débil. Sabía bien la miseria que la guerra arrastraba, la sangre innecesaria. Las almas corrompidas y desechadas de los inocentes. Todo aquello, lo conocía muy bien. Sabía lo que matar significaba, no había nada de glamoroso en morir. Torturar, matar. Sabía que eran palabras fuertes, lo eran para las personas corrientes que rara vez llegan a comprender aquello. Más para Ino quien había tenido que sentir en carne propia lo que aquellas palabras verdaderamente significaban. Dolor, simple y llano. Nada más.

-Shikamaru...- murmuró al vacío de la habitación mientras abrazaba con sus brazos su propio cuerpo. Recostada sobre uno de sus costados, aovillada sobre el amplio y vacío colchón. Sintiendo el peso del silencio sobre ella. Sobre su frágil cuerpo. Las noches no eran fáciles. Era quizá el momento del día donde más lo extrañaba, y el único instante en que perdía control de sus emociones.

Suspirando, lentamente comenzó a acariciar su propia brazo con las yemas de los dedos. En un desesperado intento de reconfortarse, de recordar las caricias de él. Lo que sentía al ser tocada por Shikamaru. Pero el aroma de él en las sábanas ya se había extinguido. Y nada quedaba allí para recordarle, al menos en esencia, lo que se sentía tenerlo con ella.
Sin embargo, su imaginación le jugaba malas pasadas. Diría algo cruel, despertar cada noche creyendo sentir la respiración de él en su propia nuca. Sentir sus dedos acariciarle el hombro desde atrás. Era atroz, vivir de aquella forma. Sin él, con tan solo memorias jugando en su cabeza. Reviviendo una y otra vez momentos juntos, que ahora parecían más distantes que nunca.

No lo permitiré. Se decía a cada instante. Suspirando incontroladamente, acariciando ahora sus hombros con sus propios dedos. Lenta y suavemente, sintiendo la suavidad de su propia piel. Imaginando que era él quien la acariciaba...

Hasta que la muerte...[Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora