XX: Un mes después

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La rubia despertaba lentamente en su cuarto, sus manos descansaban en su vientre de forma ligera. Como queriendo proteger a la criatura que en su interior estaba formándose, aquel pequeño ser era todo lo que a Ino le quedaba. Y hoy tenía una cita de control con el médico, y aunque simplemente era de control, la muchacha no podía evitar sentirse nerviosa.

Cuidadosamente se incorporó hasta quedar sentada al borde de la cama, aún las yemas de sus dedos vagaban por su abdomen a través de la fina seda que la vestía. Suspiró, observando la fotografía a su lado. En ella se veían Shikamaru y ella, el día de su boda. Por supuesto la sonrisa de él era de felicidad pero a la vez, como habitual, de pereza. ¡Dios como lo extrañaba! Y estaba segura de aún ser incapaz de dejarlo ir, por lo que ritualizaba su rutina durante las noches así como por las mañanas. Leyendo las cartas de él antes de irse a dormir entre lágrimas y despertando algo desorientada aunque sintiéndose algo mejor, aunque levemente. Y por supuesto, todas las tardes acudía al gran portón de la aldea. ¿Por qué lo hacía?. No sabía, simplemente se desplazaba hasta aquel lugar por inercia y contemplaba el ocaso. Hasta perderse en la oscuridad de la noche para luego volver a su casa, con la herida en su interior una vez más abierta y los ojos abarrotados de ácidas lágrimas. Sin embargo no importaba, porque aquel dolor no era el mismo desgarrador de un mes atrás. No, era simplemente catártico. Ella iba observaba la tierra que el moreno había pisado por última vez y luego se volvía a su hogar, para finalmente llorar leyendo sus cartas hasta el cansancio prácticamente desmayo, para luego volver a despertar al día siguiente sintiéndose algo más liberada. Aquel día, la rutina no cambió. Simplemente hizo lo mismo que hacía cada día y luego se dirigió hacia el hospital, encontrándose como siempre con Sakura a medio camino. Ambas caminaron en silencio.

-¿Cómo te estás sintiendo, cerda?- la joven rubia contempló el cielo y luego suspiró.

-¿Algo mejor?- se encogió de hombros -No lo sé, hace tanto que se fue y a la vez tan poco, a veces me pierdo y no se que pensar-

La pelirrosa asintió -Es normal-

-Si tú lo dices...- suspiró, Sakura había desistido finalmente de detenerla que fuera al portal de la aldea. Ahora ya ni siquiera se molestaba en seguirla, simplemente la dejaba ser. Aunque Ino no estaba segura de si estar agradecida por ello o temer que las cosas comenzaran a naturalizarse hasta el punto de que a nadie le importara, por ser rutina, ni siquiera a ella.

-¿Y el bebé?- la rubia se encogió de hombros.

-¡Qué pregunta estúpida frente de marquesina, si supiera no estaríamos yendo al hospital!- la pelirrosa sonrió tontamente -¡Dios! A veces pienso que se te pega la estupidez de Naruto, demasiado tiempo con él-

Sakura asintió -Probablemente-

Ambas continuaron caminando lentamente, el camino algo más ameno y el aire más ligero desde la torpeza de Sakura. Sin embargo Ino parecía apagada, como siempre.

-¿Querrías saber el sexo del bebé?- Ino se encogió de hombros.

-Ya lo sé- la chica la miró sorprendida.

-¿Cómo? ¿No deberías empezar a verlo a partir del quinto mes?- la rubia asintió.

-Aunque, teóricamente, es posible a partir del tercero. Con mucha suerte, claro-

-¿Y entonces? ¿Cómo dices que sabes?- la joven se encogió de hombros una vez más, como restándole importancia.

-No lo sé, es algo extraño. Llámalo intuición, si quieres... o superstición. No me importa- Sakura permaneció observándola con incredulidad, luego con cierta curiosidad preguntó:

Hasta que la muerte...[Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora