ESPECIAL II

85 12 0
                                    

Namjoon

17/02/17

Mis hombros duelen dado a la tensión y el peso que cargo encima.

Liderar una empresa no es nada fácil, y puedo asegurar que mi nivel de estrés ha aumentado en sobremanera desde que mi padre enfermó y ha sido a mí a quien le ha tocado encargarse de la empresa. Aunque debo aceptar que Seokjin hace las cosas bastante fáciles —pero de igual forma no le quita lo difícil en gran cantidad— a comparación de cómo fuesen si él no estuviese siempre apoyándome.

Hace un gran trabajo como mi secretario y asistente personal —y hasta familiar se podría decir— y le estoy muy agradecido con eso.

Nota mental: darle un par de días libres y regalarle un viaje a algún destino turístico.

Suelto un suspiro y camino en penumbras por la sala de mi casa, aunque se volvió nuestra desde que Soohae comenzó a vivir conmigo posterior a nuestra farsa de matrimonio que se llevó a cabo hace poco más de cinco meses.

Las cosas con ella no son nada fácil. Se empeña en molestarme con cualquier cosa y le encanta ponerme todo aún más difícil además de sacarme de mis casillas. Aunque del sexo con ella no me puedo quejar, eso jamás. Está dispuesta cada vez que la busco y no pone ninguna oposición cuando quiero intentar cosas con ella.

Me vuelve loco cómo me chupa el pene y más aún cuando le gusta ser dominante en la cama... Joder, lo mejor es cuando tenemos sexo en mitad de las fiestas de nuestros socios "extremadamente pulcros" que se escandalizarían si supieran todo lo que hacemos en los baños de sus casas o en los de los salones.

Sonrío a medio lado y pronto siento la ya tan conocida molestia dentro de mis pantalones a causa de todos los pensamientos y recuerdos de Soohae siendo mía. Subo las escaleras a paso lento y ruego porque se encuentre en casa y no con el nuevo amiguito que consiguió hace un par de meses, o más... o menos. La verdad, no me interesan ni sus amistades ni nada de lo que tenga que ver con ella.

Camino por el pasillo y a varios metros logro ver la puerta de su habitación abierta. Desabrocho los botones de mi camisa, y cuando estoy quitándome el cinturón justo debajo del umbral de su puerta la veo a ella sentada sobre su cama, con la mirada perdida en algún punto de la pared a mi lado y noto la humedad en sus mejillas y el color rojo en sus ojos.

En cuanto sus ojos conectan con los míos, rápidamente se seca las lágrimas y finge que nada ha pasado, y al igual que ella yo también lo hago, no quiero verme en la obligación de ser hipócrita y preguntar qué ha sucedido.

Con su rostro serio me llama.

—Debo hablar contigo de algo. —comunica. Me acerco a paso lento a ella hasta quedar a un metro de su presencia y la observo desde arriba.

—Adelante.

—Hemos estado intentando tener un bebé desde que nos casamos, ¿no? —comienza, y aunque no entiendo a qué quiero llegar, asiento. —Ya ha pasado mucho tiempo desde aquello. —susurra y suelto una risa.

—No lo sé, no llevo la cuenta. —miento, porque la verdad es que llevo contado todo para saber cuánto tiempo hace falta para nuestro divorcio, o mejor dicho mi liberación. Ella asiente.

—Llevamos unos cinco meses intentando tener un hijo y no lo hemos logrado hasta el momento. —vuelvo a asentir. En ese momento se me ilumina la mente. ¿Será que estará embarazada y por eso está dando tantos rodeos para desesperarme y luego darme una sorpresa? Claro, ya no sería una sorpresa si lo estoy sospechando. —Hace varios días fui al doctor y me mandó a hacer unos exámenes. —que sea niño, por favor. —Hoy fui a recoger los resultados y lo que salió fue... —aunque si es niña tampoco tengo problema. —Tal parece que no puedo tener hijos. —mi cara debe ser un poema. Estaba ilusionándome y por hacerlo me he llevado uno de las mayores decepciones de mi vida.

ESPOSOS CON DERECHOS;️ K. Namjoon ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora