Narra Claín
No había vuelta atrás, después de esto.
O eso creí.
Justo cuando todo se iba a consumar. Sentí un peso encima de mí, abrí los ojos y me encontré con Princesa, entonces no lo pude evitar y deje que Princesa fuera la que terminara el trabajo.
La cara de Santiago una digna obra de arte cómico cuando sintió la lengua de Princesa por su rostro, claro recibió un beso, no mío, pero un beso en fin.
Nuestras risas inundan el lugar, es refrescante poder estar así, tranquila, sin responsabilidades, siendo simplemente una chica de dieciséis. Lo miro y sé que no estoy segura de nada en este instante, pero sé que tampoco cambiaría nada.
Me levanto y él sigue en el piso riendo mientras juega con los cachorros. Voy a la despensa por la comida de los perros, me dispongo a servir los platos y sin que me dé cuenta Santiago ya se encuentra a mi lado ayudándome
-¿Salimos a nadar un rato?- dice cuando acabamos de poner los platos en el suelo y llamo a los perros.
-Me encantaría nadar contigo, pero hay un detallito.- sonrió exageradamente mostrando los dientes.- No sé nadar.
-Estas de broma.- dice con incredulidad.
-No, no lo estoy.- digo riendo por su cara.- No nado, nada. Sonó muy gracioso. Tenía que decirlo.
-Te enseño.- dice, sonriendo. Maldita sonrisa.
-Gracias pero no, prefiero caminar por la orilla.- sonrió.
-Enserio, ¿No sabes nadar?- insiste.
-Se flotar con flotador.- digo, colocando un dedo sobre mi labio fingiendo pensar.
-Sabiduría cósmica, Claín.- exclama, levantando los brazos.
Recibimos algunas miradas, sobre todo él, cuando llegamos a la playa. Caminábamos por la orilla. Y él decidió irse a bañar. Vi como algunas chicas trataban de llamar su atención pero él simplemente paso de ellas. Por primera vez note que tenía un tatuaje de un lobo aullando en el lado izquierdo de su espalda. Ese tatuaje juraría que lo he visto en otro lado aunque bueno todos los tatuajes se parecen. Supongo.
Desde el agua me hace señas para que me acerque pero niego con la cabeza, él empieza a salir dejando a la vista su abdomen, muy bien trabajado. Bueno todo en él estaba bien trabajado. Me siento cerca de la orilla y él a mi lado.
Nos quedamos así por un largo tiempo, tranquilos, observando el horizonte y riéndonos por tonterías. Trato de hacerme entrar al agua pero no lo consiguió. Y solo desistió cuando prometí que pronto aprendería a nadar.
Solo pedí un par de días normales pero parece que no los podre tener después de todo. A lo lejos divise a dos hombres, sus rostros eran conocidos para mí. La leal seguridad de mis tías. El cuento y la paz se acabaron, era hora de irse. Si ellos me encontraban aquí, con él, sería un caos y metería en muchos problemas a Santiago.
-Santiago.- digo interrumpiendo su risa.- Debemos irnos.
-Un rato más.- dijo como niño pequeño.- ¿Si?
Moriría por quedarme aquí más tiempo, pero ese es un lujo que no me puedo dar.
-No, vámonos.- dije en un tono demasiado duro.- Por favor.- ablandando mi tono.
-Bien, nos vamos.- dice resignado.
-Me haces un favor.- digo alternando mi vista entre él y la seguridad que cada vez se aproximaba más.- Camina detrás mío, cubriéndome.

ESTÁS LEYENDO
Claín, fuego congelado
Teen FictionEnamorarse debería ser fácil, después de todo, el "amor" es el sentimiento más sublime que existe en el universo. Pero, siempre hay un pero, el enamoramiento es un fastidio algo tan complicado. Ella una chica poco común con una vida menos común. Él...