-¿Por qué me estas mirando así? Me estás asustando, ahora creo que sí eres un psicópata.- dijo Claín con fingido tono de horror.
-Salgamos, te necesito.- dijo en tono de súplica el joven. Su idea había sido decir la verdad sin artimañas, simplemente hablarle claro. Después de todo no sabía cómo tratarla, ella era tan extraña, y un paso en falso como una mentira la podría hacer enojar y así perdería la oportunidad de que ella lo ayudase.- Necesito que me ayudes con las computadoras de mi bufete, así que mientras más rápido salgamos de aquí ahora, más rápido podrás ayudarme.- hablo rápidamente el joven.- Cierto, ¿Si me ayudarás verdad?, pide lo que quieras pero por favor ayúdame, uno de los casos más importantes se presenta en un par de horas y sin la información no podremos hacer nada.
-Ayudarte o no.- dijo la joven pensativa mientras movía su cabeza de un lado a otro.- Puede ser. Tengo mis condiciones para ayudarte.
-¿Me cobrarás? No hay problema por el dinero, solo ayúdame por favor.- Dijo algo sorprendido el joven.
-No pienso cobrarte, el dinero no me interesa.- Claín, recalco esas últimas palabras.- Solo quiero que me lleves hasta mi residencial, me dejarás en la entrada de ésta.
-No quieres que te deje en la puerta de tu casa, eso sería lo más lógico.- acoto el castaño, que no comprendía el porqué de su petición.
-Aún no he terminado.- añadió la joven.- En mi casa no por obvios motivos, no te conozco así que darte mi dirección no es seguro.- dijo ella encogiéndose de hombros.- Como te decía, me dejarás en la entrada de la residencial, ahí me estará esperando mi chofer. Te lo presentare ya que él será quien recoja los ordenadores de tu bufete y por último pero de vital importancia.- dijo la joven con total seriedad.- Necesito golosinas. Si, toffes, gomitas y algunas paletas. Eso es todo.- Dijo sonriendo.
-Esto solo confirma mis sospechas, estas loca pero acepto.- dijo ya más tranquilo el joven.
-Entonces andando, no hay tiempo que perder.-dijo cómicamente la chica.
Santiago le abrió la puerta del establecimiento para que ella saliera primera, algo que ella agradeció con una sonrisa. Él la guio hasta donde había dejado estacionada su camioneta para luego volver a abrirle la puerta pero esta vez del asiento de copiloto.
-Por cierto cual era el problema que tú tenías.- interrogó el joven.
-Nada grave, ya sé cómo solucionarlo.- contesto la joven restándole importancia.- tú también eres justo lo que yo necesitaba para solucionar mi problema, pero bueno no tiene por qué saberlo.- pensó la joven mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.
-Una mujer capaz, justo como pensé que eras criatura extraña.- acoto él.
- Es malo ir por ahí tomándose demasiadas confianzas con personas que recién conoces, tantas como para ponerles apodos.-Dijo la chica retomando un semblante sombrío.
- Lo siento, no era mi intención molestarte.- expresó con preocupación el joven.
- Si sigues cayendo en ese truco cada vez que te lo haga, pensare que eres tonto.- dijo ella riendo.
-Sí, estás loca.- manifestó él, empezando a reír.
La joven solo atino a sonreír en respuesta.El transcurso en el carro, Claín lo observo un par de veces, miradas rápidas pero que se quedaban grabadas en la joven. Sus ojos eran lo que más atención le llamaba era ilógico, unos simples ojos marcaban tanta diferencia, por una razón que solo ella entendía.
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Claín, fuego congelado
Ficção AdolescenteEnamorarse debería ser fácil, después de todo, el "amor" es el sentimiento más sublime que existe en el universo. Pero, siempre hay un pero, el enamoramiento es un fastidio algo tan complicado. Ella una chica poco común con una vida menos común. Él...