Narra Santiago:
Solo en medio de aquel gran salón, con una opresión en el pecho y un nudo en la garganta así me encontraba. La confusión me inundaba; no podía terminar de entender, como pude caer pero sobre todo como es que ella no sintió nada aquella vez. No, no podía ser cierto. Así no era ella, me negaba a creer que todo siempre había sido unilateral.
Esperaba que la puerta se abriera y ella entrara diciéndome que todo era una broma, que como siempre, yo me tomaba todo muy enserio. Y entonces como si el cielo hubiera escuchado mis pensamientos o mejor dicho mis suplicas. La puerta se abrió.
La esperanza volvió, imposible pero cierto. Yo había rogado por el regreso de alguien, quien lo diría.
Una sensación helada invadió todo mi cuerpo, con ella la esperanza se fue. En su lugar la reemplazo la incertidumbre. Una cabellera rubia, ingreso y cerro con seguro. No sabía cómo debía tomarlo.
Camino hacia la puerta, me iría de ese lugar. Ya no tenía nada más que hacer ahí.
-Yo de ti, me quedaría a escuchar.- comenta.- Se trata sobre la pelinegra de cabello hechizante.
-No lo creo.- exhale exasperado, está situación empezaba a impacientarme.
-Mi querida mejor amiga logro sacarte de tus casillas.- soltó de pronto. Me gire para encararlo y de pronto él ya estaba frente a mi ofreciéndome un trago.- Mucho gusto. Soy Stephano Palacios.
-Sé quién eres.- corte bruscamente.- No tengo tiempo para otro de sus jueguitos. Dile a Claín que le creo. Ya me quedo claro que todo lo que dicen de ella es cierto. Honra muy bien su apelativo de iceberg.
Camine hacia la puerta, quería largarme lo más pronto posible.
-Entonces ella tenía razón, si te convenció de rendirte tan pronto.- dio un largo trago a su vaso y lo dejo en una mesa.- Puedes irte. No eres quien yo creía después de todo.
Con un gesto me indico la salida y ese mínimo movimiento me hizo perder el poco control que me quedaba. Sus palabras ya habían causado que mi sangre hirviera, pero ese gesto, eso fue la gota que derramo el vaso. Quién diablos se creía.
A grandes y fuertes pasos recorte la distancia que nos separaba.
-¿Qué me rendí?- ironice.- ¡Me dijo en mi cara que no le importaba!- grite sin poder controlarme.- ¿Qué debía hacer? ¿Rogarle?- reí amargamente.
El rubio se dedicaba a observar en silencio como intentaba regularizar mi respiración.
-Claín sí que puede lograr confundir a cualquiera.- sonríe. Esa estúpida sonrisa solo hace aumentar mis ganas de estamparle mi puño en su rostro.- Golpearme no es la solución.- comento, como si leyera mis pensamientos.
-No entiendo.- solté. ¿Enojado? ¿Dolido? Sea cual sea la sensación no era algo propio de mí. Pero cuando se trataba de ella, nada era algo propio de mí.
-Claín, exactamente dijo que no te quería o que nada le importo.- cuestiono enarcando una ceja. Solo asentí.- ¿Estás seguro? O solo respondió tus preguntas con más preguntas e ironizo todo lo que dijo.- puntualizo sirviéndose otro trago.
-Bueno, no hay que ser un genio para entender lo que me dijo.- refute.
Da un largo trago y exhala.
-Sabes la creatividad viene del caos.- suspira.- Y la especialidad de mi querida Bff es la creatividad porque ella es el caos cósmico que los astronautas temen.- su mirada se encontró con la mía y entonces continuo.- Y por tu reacción apostaría, no, aseguraría, que ya creo caos en tu vida, en tu mente y sobre todo en tu corazón.
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Claín, fuego congelado
JugendliteraturEnamorarse debería ser fácil, después de todo, el "amor" es el sentimiento más sublime que existe en el universo. Pero, siempre hay un pero, el enamoramiento es un fastidio algo tan complicado. Ella una chica poco común con una vida menos común. Él...