Capítulo 9

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Narra Claín

Estos dos días han sido agotadores, pero nada que una ducha y una siesta no puedan arreglar. Ingreso a mi cuarto y siento como algo se estrella en mi cara. Una almohada, eso solo significa una cosa.

- JAJAJAJA siempre caes, cariño- dice Stephano, como lo imagine.

- Stephano, ¿Tú no tienes casa, de casualidad?- digo mirándolo con fingido odio.

- Yo también te quiero, gracias por alegrarte tanto por mi visita.- dice el rubio, fingiendo indignación.

- JAJAJAJAJAJA de nada, ya sabes yo siempre tan feliz por tu presencia.- digo sarcástica. Me acerco a mi cama y me tumbo al lado de Stephano.- Necesito una ducha y una siesta.- sonrío.

- ¿Dijiste fiesta? No se diga más, paso por ti en la noche.- se incorpora rápido dándome un beso en la mejilla.- Descansa será una noche larga.

- Si te digo que no. No me dejarás descansar ¿Verdad?- sonrió con resignación mirando su rostro.

- Y lo sabes, así que vengo a las nueve por ti.- me guiña un ojo y sale de la habitación.

Bueno siquiera podré descansar un rato además no creo que demore mucho con Santiago. ¿Cuánto nos podemos tardar tomando algo? Supongo que no mucho. El cansancio comenzó a ganar hasta quedarme dormida.
….
Observo a una persona llorando desconsoladamente mientras abraza una ¿Foto? en medio de un cuarto blanco, me acerco para ver que le sucede. La persona voltea y me doy cuenta que soy yo, yo hace un tiempo, llorando profundamente mientras abrazo la foto de él. Recuerdo todo y empiezo a negar con la cabeza, ya lo he vivido otras veces no más, por favor alguien haga que pare, por favor. Esto no es real, sin embargo duele demasiado, siento que algo quema en mi pecho. Basta, basta por favor.

-Despierte niña, ya pasó, solo fue una pesadilla.- dice con una sonrisa consoladora mi nana.

- ¿He gritado, verdad?- respiro agitada, ese sueño ha vuelto más frecuente en estos últimos días.

- Si mi niña pero no se preocupe, le he preparado un jugo, baje.- dice sonriente ella para luego retirarse.

Me quedo recostada en la cama tratando de regular mi respiración, ese sueño junto a los otros que he tenido, solo son eso, sueños, no deberían perturbarme pero parecen tan reales.

Enfoco mi vista en el vestido que he dejado listo para la fiesta con Stephano, y recuerdo que he quedado con Santiago para salir a tomar algo. Diablos, casi lo olvido. Apresurada me levanto a ver que ponerme, después de un rato me quedo con un vestido blanco suelto que me llega un poco mas arriba de la rodilla. Mi cabello suelto como siempre y un suave delineado de ojos. Veo mi aspecto final y me doy cuenta que es justo lo que buscaba, un aspecto fresco y muy cómodo para mí.

Bajo rápido las escaleras, lo bueno de las zapatillas.

-Nana, voy a salir.- grito desde la puerta.- Guárdame el jugo, voy tarde, te quiero.- salgo rápido, nana podría venir y hacerme regresar. Y odio ser impuntual.- Fran, ¿Ya tenemos vehículo?

- Si, niña ya está listo.- sonríe mientras empieza su marcha hacia el carro.

-Gracias.- Subo rápido al automóvil.
Durante el camino me dedico a mirar como el cielo va oscureciendo, el sol ya casi termina de desaparecer para darle paso a la luna. Siempre he creído que la luna es perfecta, tan hermosa y tan distante, inalcanzable para algunos y el próximo paradero para otros.

-Hemos llegado, me avisa a la hora que quiere que venga por usted mi niña.- dice Fran, más contento de lo habitual.

Sonrió.- Gracias Fran.- luego bajo del auto y lo veo, está mirando su celular muy concentrado. Hace un gesto gracioso con su rostro y no puedo evitar sonreír.

Narra Santiago.

¿Y si me ha plantado? ¿Enserio creí que vendría? Diablos, ya lo tenía todo planeado para sorprenderla, pero parece que ella es la que me ha vuelto a sorprender al no venir. Miro mi celular y me debato entre llamar a Fran, su chofer, o no.

Parezco un niño, que me pasa, voy a llamar. Pero y si solo me confirma que ella no vendrá. ¡Ah! Esta espera desespera.

Alguien ríe dulcemente y entonces reconozco ese sonido. Levanto mi mirada y la encuentro observándome mientras sonríe. Dios, ella parecía un maldito ángel, ese vestido le quedaba perfecto, creo que todo le queda bien, hasta ese uniforme de la mañana anterior le quedaba bien.

Ella comienza a acercarse, ¿Cómo debo reaccionar? ¿La saludo con un beso en la mejilla o un abrazo? Seré idiota para ponerme así, no soy un niño, la niña es ella sin embargo ella luce tan tranquila y yo hecho un idiota. Eso me pasa por tratar con lo desconocido o mejor dicho con una niña.

-Hola.- dijo ella tan fresca, mientras me daba la mano.

Entonces lo decidí, le di un beso en la mano como saludo. Al final si logre sorprenderla, lo notaba por el tono rojizo que tomaron sus mejillas y la sonrisa nerviosa que brotó de sus labios.

-Luces bien.- comenté sonriente.

-Gracias, ¿A dónde iremos?- ella siempre tan directa. Volvió a su pose neutral pero sonriente y eso me agradaba.

- Tengo un lugar que te encantara pero será una sorpresa.- le sonrió.- iremos en el carro blanco que esta estacionado en la esquina.

-¿Puedes manejar con un solo brazo?- cuestionó ella curiosa.

-Si pero no, hoy también tengo chofer.- sonreí mirándola a los ojos.

- Si es así, vamos.- dijo ella caminando hacia el auto. Tuve que acelerar el paso para alcanzarla. Abrí la puerta para ella.

-Primero las damas.- sonreí.

-Gracias, supongo.- dijo entrando al auto.- ¿Crees que mi atuendo encaja para el lugar donde me llevas? Es que como pensé que iríamos al lugar de siempre, no me preparé para otro tipo de lugar.

-No es lo que lleves puesto sino como lo luces, y tú realmente luces preciosa.- cuando termine de hablar me di cuenta de todo lo que acababa de decir.

-Gracias.- ella sonreía. En verdad que me está pasando, parezco idiota.-Deberías dejar de pensar en voz alta.- ella me miraba divertida. Espera estoy diciendo lo que pienso, ahora sí creo que el golpe me afecto mucho.

- Sabía lo que decía, era una broma.- sonreí.

- Claro, como digas.- ella volvió su vista a la ventana.

Di algo Santiago, piensa. Cierto ya sé.

-Tengo algo para ti, una especie de regalo.- comenté.

-No es mi cumpleaños ni navidad ni estamos celebrando algo, así que no veo el porqué de tu regalo. No pienso aceptarlo.- dijo ella algo tratando de sonreír. Espere a que me dijera, es broma como siempre, pero no lo hizo.

-Pero no es tanto un regalo, mas bien es una devolución.- concluí.- Ábrelo y si después de verlo aún no quieres aceptarlo, está bien.- dije, ofreciendo una pequeña cajita en la que venía la sorpresa.

- Esta bien. Y gracias igual por el regalo.- sonrió.

Cuando abrió la caja y vio el collar parecía no creerlo. Levantó su mirada y de un momento a otro ella estaba abrazándome, sus cambios de actitud podrían volverme loco pero también era gratificante.

Mientras me abrazaba, sentí la calidad que emanaba su cuerpo era tan tranquilizante y ni que hablar de su aroma, era cautivante, adictivo. Cuando ella comenzó a separarse, me di cuenta que nuestros rostros estaban muy cerca. Miré sus ojos, eran hermosos, pero mi traicionero subconsciente me hizo desviar la vista hacia a su boca, eso no era bueno. Ella es una niña, no debía ni pensarlo mucho menos intentarlo. Pero últimamente a mí la razón me está fallando. Mi parte adulta está comenzando a perder la batalla parece que al final me dejare llevar por el impulso de besarla.

Claín, fuego congeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora