Capítulo 36

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Narra Claín:

Los Beltrán muy amablemente decidieron dar un paso al costado con respecto a la pelea por la custodia de mi sobrino, fueron tan amables después de que les arroje sobre la mesa una serie de carpetas con información de sus no tan limpias finanzas y como obsequio a la señora Beltrán un video de su esposo siéndole infiel, en fin, creo que por un largo tiempo estarán tranquilos.

Estoy en medio de un evento benéfico donde mi mejor amigo no deja de coquetear con una guapa pelirroja desde que llegamos, es por esto que nadie cree mucho nuestro supuesto compromiso que vale recalcar nunca pasara. Creo que ya ha pasado suficiente tiempo para tener esa conversación con Santiago, mentiría si digo que no lo extraño. Conteste sus llamadas, pero la palabra estoy ocupada era lo único que podía obtener de mi parte como respuesta, me mantuve al tanto de cómo estaba. Puedo haber estado distante pero jamás lo dejaría atrás, aunque nuestros cuerpos estaban separados mi mente se mantenía preocupada por él.

-¿Te molesta si me voy antes?- cuestiono a mi mejor amigo.

-¿Te llevo? – me sonríe. Niego y él le dice algo a la chica de su lado y se despiden. - Vale, ella puede esperar. Vamos te llevare, mi mejor amiga siempre va primero.

- No es necesario, enserio. – trato de detenerlo.

-Aún falta mucho para que puedas ocultarme algo a mí. - dice con arrogancia. Subimos al auto y maneja en silencio, adoro sentir el viento romper en mi rostro.- Entonces, ¿Dónde vamos?

-Iré a su casa.- suspiro.- Supongo que debemos hablar.- giro mi rostro y me encuentro una sonrisa pícara en la cara de mi mejor amigo.- Ay, calla, no digas nada.

- Siempre creí que no viviría para presenciar esto.- seca una lagrima inexistente de su rostro. Bueno queda claro que él es el rey del drama. Lo golpeo y sigo mirando a la carretera.- Sabes sin importar lo que le digas o como reaccione, estaré afuera por si necesitas salir rápido, ahora si se amistan y van a realizar el frutifantastico me llamas.- ríe y lo golpeo nuevamente.

Un rato después estoy parada frente a su puerta a mitad de la noche, una mujer me da la bienvenida y la reconozco como su nana. Tiene algunas líneas de expresión marcadas por la edad y supongo que también por los dolores de cabeza que Santiago debe haberle generado, santo no es, me dedica una mirada sorprendida, pero me deja pasar.

-Está descansando.- comenta sonriéndome.

-Si, supongo que este no es un buen horario para visitas.- sonrió algo incomoda por toda la situación, pero ya llegué hasta aquí no pienso irme sin verlo antes.- ¿Cree que pueda verlo?

-Cariño, tienes esta casa a tu disposición después de todo, ya tienes su corazón.

Asiento levemente con la cabeza y continuo, la misma habitación donde hace unos meses lo tranquilice. O eso me dijo él.

Narra Santiago:

Me desperté con la sensación de ser observado, una mujer en vestido blanco y de cabello negro me observaba desde las sombras. Me levanto de golpe y trato de verla mejor.

-Claín.- suspiro. Me paro velozmente y la abrazo.- Lo lamento, juro que lo lamento tanto. Te extrañe.- noto que sus brazos no me devuelven el abrazo, siento como le cuesta reaccionar, pero lo hace. Lentamente. Sus brazos me consuelan, me acarician, me animan.

-No fue tu culpa, debí decírtelo antes.- susurra. Tomo su rostro entre mis manos y la obligo a mirarme. Estoy confundido.- Déjame contarte una historia.- camina hacia la ventana, rompiendo el contacto entre nosotros.- Tal vez debí contártela antes, pero ahora estoy aquí. Estoy lista para confiar, te mostrare algo Santiago, algo que puede cambiarlo todo o nada. Talvez no sea mucho pero el paso que daré en este momento, es el voto de fe más grande que he realizado en un largo, largo tiempo.

Claín, fuego congeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora