Adopt my love [ADRINATH] Edición

13

Adrien últimamente ha estado muy extraño en los últimos días  y es comprensible por estado de salud de Evan.

—Quiero matar a Adrien. —Luka se sentó a la par mía. Estábamos en la sala de espera del hospital, eran aproximadamente las dos y media de la tarde.

—¿Y ahora por que? —Reí. A Luka no le agrada mucho Adrien que digamos.

—Lo vi con esa enfermera.
—Señaló con la mirada a una enfermera de mayor edad. —Sé que oculta algo.

—¿Como que? —Pregunté.

—El otro día lo vi dándole dinero, y no creo que era una simple propina.

—Calmate, Adrien es una persona muy dulce y quizá le  dio una propina nada más.

Traté de calmar a mi amigo.

—Esta bien, voy a creer que sólo fue una propina, pero no me consta.

Luka aveces puede ser sobreprotector, pero confío en Adrien, sé que jamás ocultaría cosas malas.

—Pueden entrar a la habitación de Evan por  25 minutos. —dijo el doctor.  —La primera quimioterapia salió de maravilla.

—Gracias doctor. Es un alivio escuchar eso.

Sonreí y entre a la habitación junto con Luka. Será difícil ver como Evan ya no tiene cabello por las quimioterapias.

—Evan...hijo.—Me acerqué y lo abracé.

—Papá, no tengo cabello, los chicos de la escuela se van a burlar. —Comenzó a llorar.

—No te preocupes bebé, todo estará bien. Te prometo que nadie se  va a burlar de ti. —Le di un beso en la frente.

—¿Por qué me pasó esto a mi? —Seguía llorando.

—Aún no lo sabemos Evan, pero te prometo que yo te  cuidaré y estaré contigo siempre. No quiero que llores, quiero que seas fuerte. Esto pasará y todo volverá a ser como antes. —Toqué su mejilla.

—Ya quiero irme a casa. —Me abrazó.

—Mañana podremos irnos y haremos algunos dibujos ¿qué te parece?

—Esta bien papá, quiero pintar muchos animales. —Sonrió.

—Calmate rata, tu cabello volverá pronto. Pero si tienes frío puedes usar este lindo gorro de osito. —Luka  le entregó un gorro.

—Gracias Luka. —Evan abrazó a Luka.

—De nada pequeña rata. —le dio un beso en la  frente.

—¿Quieres que te cuente una historia?  —Pregunté.

—¡Sí!

Le conté una divertida historia y ya habían pasado los 25 minutos de visita, era hora de salir de la habitación.