Hipo al final de cuentas escapó de Berk, 10 años después la vida de Astrid termina en manos de un Maestro Dragón. ¿Podrá un amor sobrevivir a 10 años de distancia?
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POV NARRADOR
La gente corría hacia la arena, no por temor, no por dragones, sino por la promesa de un espectáculo inaudito para Berk, y quizá todos los clanes, frente a los 10, un duelo se dará en solo 15 minutos, quien gane, no solo poseerá el trono de Berk, sino será quien obtenga al premio mas cotizado por generaciones... a la Valkiria.
Dagur por su parte ya tenia preparada su pequeña estrategia, un arquero perfectamente bien posicionado, esa boda no se llevara a cabo, pero primero... necesitaba conocer al objetivo. Así que tomo su asiento en primera fila paciente, bastante para ser el.
Los lideres aliados de Hipo habían tomado también su lugar con los nervios de punta, todos ahí, se habían encargado de hacer de Hipo un gran guerrero, pero conocían la fama de las islas en donde Hlavard entreno, las posibilidades estaban a la par.
Sin más, las antorchas adornaron y alumbraron la arena, hacían de ese ambiente algo mas poderoso y sublime de lo que ya era.
Halvard entró primero, acompañado de su sequito y admiradores, enfundado en una pesada y protectora armadura y con una espada larga y poderosa que presentaba orgulloso mientras todos le aplaudían.
Justo en la entrada, escoltado por quien sería el sequito de Hipo, estaba su fiel grupo de jinetes y su aterrada valkiria junto a su padre y madre quienes poco tenían de pensar en que sería de ellos como pareja, sabían que acompañaban al matadero a su apenas recuperado hijo.
-Hijo- le dijo Valka con lágrimas en los ojos –los dioses tienen algo grande guardado para ti, sé que te estarán protegiendo- Hipo le agradeció y le brindo un honesto abrazo.
-Se listo muchacho... utiliza su tamaño en su contra- le recomendó un angustiado Bocón, Hipo asintió feliz de la confianza de su maestro
-Hijo... yo se que... no merezco llamarte de esa manera- dijo Estoico ante una fría mirada de Hipo –pero necesito que vivas, para permitirme recuperar tu confianza- le suplicó al borde del llanto
-En caso de que algo ocurra... permite a los chicos que se lleven lejos a Astrid- le suplico en voz baja
-Cuenta con ello hijo mío- dijo honestamente el afligido y despreciado padre
-Chicos escuchen suceda lo que suceda...- decía dirigiéndose a sus amigos
-no te despidas Hipo- le suplicó Patapez
-No lo hago... solo quiero decirles, ustedes a su manera, son mi familia... estoy feliz de que así sea- les sonrió
-Ven que te abrazo- grito Brutacio mientras lloraba desmedidamente, a ese abrazo se unieron el resto de los chicos.
Después de aquello Hipo se separó y sin más abrazo a su mujer, recargando su rostro sobre sus hombros, se dio el lujo de cerrar los ojos y disfrutar su aroma un solo segundo
