I. El show

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Sentada sola en el camarín, con la lista de los invitados de mi show en la mano, no puedo evitar sentir como los nervios se apoderan de cada célula de mi cuerpo. Siento como si un escalofrío fuera recorriendo suavemente cada rincón de mí misma. Intento limpiar la mente, pero en aquella lista algo me perturba. Algo que se, pero no quiero hacer claro y consciente. Intenté recordar una canción para desviar el rumbo de mis pensamientos y tratar de alterar aquella sensación que me invade. Yo sé mil canciones, pero en este instante solo me acuerdo de No juegues con mi corazón... "Otra vez no", me ordené mentalmente. Ya pasó mucho tiempo desde que cantamos esa canción por última vez. Tiempos maravillosos profesionalmente, donde mi espíritu luchador se alió a mi música y el mundo me oyó.

Hace unos días, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, junto a otras celibridades del mundo, hablé sobre lo que es ser mujer en América Latina. Me sentía orgullosa de poder dar voz a todas nuestras mujeres. Fui aplaudida en América del Norte, en Europa, hasta en Asia salieron notas de buen tono sobre mis palabras. Pero en mi Argentina como siempre las opiniones se dividieron: unos porque se sentían orgullosos de ver a una argentina hablar para el mundo sobre algo tan importante y otros porque yo era una privilegiada que no sabía de lo que estaba hablando y... como siempre pensé "a la gilada ni cabida", pero debo confesar que un poco me dolió. De todas formas, crecí con ese dolor de oír a la gente hablar de mí como si supiera quién soy, a pesar de nunca haber cruzado una mirada o una palabra conmigo. Dicen que es el precio de la fama. No creo, pero si es así, hace mucho tiempo que me dispuse a pagar. A pesar de haber tenido los ojos del mundo colocados en mí, hoy me siento más nerviosa, sola en este camarín. Es mi concierto de fin de gira y de regreso a mi país. El concierto será transmitido a una parte de América Latina. Voy a dividir el escenario con un montón de amigos. Cuando la palabra "amigos" cruzó mis pensamientos, me trajo de nuevo a mis ejes. Es necesario salir de este cuadrado y recibirlos.

Me acerqué a la puerta y respiré profundamente. Necesitaba tomar aire y calmarme. Al mismo tiempo que giraba el picaporte, sentía que estaba abriendo más que una simple puerta y salí. Había vida, gente corriendo por los pasillos como sangre en las venas. Las personas de un lado a otro intentaban hacer llegar a los artistas invitados todo lo que fuera necesario para que brillaran en ese escenario. ¡Sonreí! Este es mi mundo, mi casa.

- Qué bueno que te veo. - oí la voz de mi productora.

- ¡Holi! ¿Para qué me buscabas? Yo estaba en el camarín.

- Sí. Iba a buscarte ahora al camarín, porque quiero que veas la lista final con la secuencia de canciones y orden de entrada de tus invitados. Y podemos relajarnos, porque nadie faltó. "Nadie faltó", pensé. Eso debía dejarme eufórica pero sentí de nuevo aquel escalofrío en el cuerpo.

- ¿Puedo ver la lista entonces? - le dije al mismo tiempo que extendí mi mano.

- Sí, sí. - la depositó en mi mano y mientras yo le echaba una mirada, siguió con sus instrucciones. - Los músicos están en el escenario en este momento, dentro de 15 minutos comienza la presentación inicial con el show de luces y sonido. Esto te ofrece más o menos 20 minutos para que te dirijas al escenario, coloques el equipo y hagas tu entrada.

- ¡Gracias! - respondí y sonreí. - Vamo...

Ella pronto siguió su camino, porque a estas alturas antes de que los shows se inicien, siempre hay muchos detalles que requieren atención. Yo volví a poner los ojos en la lista y calcule cuánto tiempo tenía. Y para intentar calmarme, pensé para mí "estás sufriendo por anticipación y no va a pasar nada especial, todo siempre fue muy civilizado". Seguí camino hasta el local dónde el catering estaba servido. Todo tenía muy buen aspecto pero la boca de mi estómago estaba cerrada hasta nuevas órdenes. Como imaginé, estaban alrededor de la mesa algunos de mis invitados. Saludé con una sonrisa, porque no tenía mucho tiempo. Todos los presentes se muestran muy bien dispuestos y me felicitan por el discurso en la sede de la ONU.

En una de esas vueltas del reloj...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora