XXII. Voces que crean verdades...

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Pintura Gustavo Andrés Quesada


Estoy teniendo dificultades para concentrarme en el show, esta noche. Agradezco e idolatro el inventor del teleprompter, porque las letras de mis canciones se esconden detrás de mis pensamientos preocupados por la situación que voy a enfrentar en mi vuelta a mi país y a mi realidad. A un lado del escenario, veo la cara preocupada de mi productora. Ella sabe que algo no está bien, pero sigo piloteando y los músicos me ayudan haciendo sus solos de guitarra, batería, saxo... En el intervalo, ella y el director del lugar se acercan a mí, mientras cambio el vestuario.

- ¿Está todo bien? - pregunta mi productora con aire preocupado, a pesar de la sonrisa.

- ¡Sí! - yo miento, con una sonrisa para no alarmar al educado señor director que me observa atentamente.

- Ya comenté con el señor Soulabaille, que tu voz está mostrando el desgaste normal del final de la gira y que es mejor pasarnos al playback. - yo llevo automáticamente mi mano a mi garganta y el señor sigue el gesto sonriendo con aire paternal. - Él no se opuso.

- No hay necesidad. - y volviendo la atención al señor, intento explicar con mi poco francés. - Il n'y a pas besoin du playback, mais je vous remercie, vraiment. (No hay necesidad de playback, pero gracias de verdad.)

¡De nada! - y lo miro impresionada al oírlo responderme en español. - Yo paso muchos veranos en el sur de España, hablo algo de su idioma. - explicame.

- ¡Muy buen acento! - lo elogio. - Agradezco su disponibilidad, pero prefiero dar un show de verdad. Mañana ya podré descansar mi garganta. - hablo más despacio, atención que también agradezco a los demás que me hablan en un idioma que no sea el mío.

- Si sientes que algo no está bien, haceme señal y el playback estará inmediatamente listo para ayudarte. - me avisa de una forma muy tranquila mi productora, pero sin poder disimular la preocupación. - Va, la sala te espera.

Puedo terminar el show sin incidentes de mayor, pero confieso que deseé que las luces se apagaran lo más rápido posible. Ya en la camioneta a camino del hotel, acostada en el asiento trasero con los pies apoyados en el cristal lateral, no paro de pensar en la conversación con su hermana esta tarde. Ni la fiesta que los músicos están haciendo, me desconcentra. Cuando finalmente llegamos al hotel, yo busco a mi productora para hablar. Estoy teniendo una idea y tengo que compartirla con alguien. A pesar del aire cansado, ella me acompaña hasta el bar del hotel. 

- Cuando la periodista inglesa sacó el asunto e insinuó que no confirmábamos los rumores de romance, para que yo pudiera seguir disfrutando del esquema, reaccioné de la manera equivocada. - le digo y ella me mira con aire de no entender muy bien, porque le estoy hablando de algo que ya pasó.

- Fuiste irónica y está muy bien. La señora estaba siendo muy estúpida. - me da su apoyo en la situación. -  Como todo en este negocio, la periodista tuvo sus 15 minutos de atención y ahora ya nadie se va a recordar de eso.

- Te perdono, porque vos estás visiblemente cansada, pero sus 15 minutos me dejaron un problema enorme y vos lo sabés. - reclamo. - Porque causa de esa insinuación sin fundamento, yo no hablo con él desde hace semanas.

- Tenés razón. Estoy cansada, pero me refería a que el publico no le dio demasiada importancia.

- Si miras los comentarios en mis redes sociales, verás que eso no es verdad. El único que ocurrió fue que la televisión después de explorar un poco la situación, encontró otras perspectivas más baratas para explotar. Esta las obliga a pagar los derechos de las imágenes al extranjero y sale más caro el jueguito. Pero deja que yo llegue al país y verás.

En una de esas vueltas del reloj...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora