X. Contratiempos

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"Noche estrellada" del holandés Vincent van Gogh.

Cuando él se fue, entré a la casa como se estuviera caminando en una nube. Mi amigo, me miraba con una sonrisa y yo me senté a su lado.

- Ahora, ¿podes explicarme qué pasó acá?

- ¿Qué? - intentó hacerse el desentendido sin soltar la sonrisa.

- Hace unos días, me decías para tener cuidado porque él podría estar acercándose por razones dudosas. - hice la señal de las comillas con los dedos. - Ayer, me llevaste al show, ¡así de la nada! Ahora, tú y él se comportan con complicidad, como si existiera un secreto común. Que no sé por qué, desconfío que me involucra.

- ¡No te hagas la cabeza! No hay secretos. - su expresión no me convencía. - Yo prometí apoyarte, ¿no?

- ¿Estás tratando de decirme que todo esto, fue solo para me mostrar tu apoyo? - y lo miré a los ojos. - ¿Incluso pensando las barbaridades que me has dicho el otro día? Es decir, si yo decidir tirarme del balcón, ¿me vas a apoyar?

- No seas Drama Queen. Yo no te dije que pienso que él se acercó a ti con intenciones oscuras. Solo te llamé la atención sobre ese hecho, porque hubo quien hablara de eso. ¡No es una novedad para ti!

- Quien no sabe los detalles, siempre imagina cualquier cosa.

- Siempre fue así y no sé, si algún día podrá ser diferente. Lo que sí sé, porque mis ojos lo comprobaran, es que ustedes no pueden ocultar lo muy enamorados que están.

- ¡Dale! - lo miré desconfiada. - Los dos sabemos que la única enamorada en esta historia, soy yo.

- Yo no apostaría por eso. Pero, ¡quién soy yo para saber algo!

Después de eso, empezó a apresurarme, para no retrasarnos de nuevo. Yo ya no tuve más oportunidad de volver al tema, porque intuía que él sabía mucho más y no lo estaba compartiendo conmigo. Hablar de eso con nuestro grupo de amigos presente no es una buena idea, porque yo sé muy bien la opinión de algunos.

El lunes, cuando el timbre sonó, yo estaba al teléfono con mi mama. Había surgido un imprevisto con una amiga suya y ella necesitaba ayudar. Como tenían que ir a un hospital, ella me pedía que me ocupara de mi hermana. Trataba de explicar a mí madre que tenía trabajo las próximas horas y al mismo tiempo abrí la puerta al dueño de la sonrisa más hermosa. Él, al verme hablar por teléfono, me dio un beso en la frente y sin decir nada se dirigió a la cocina, para dejar sus cosas. Yo dije a mí mama que dejara a mi hermana en mi casa, pero ella no me iba a facilitar la vida ese día, estaba marcado. Ella quería que yo fuera por ella a la salida de las clases de ballet. Yo intentaba explicarle que estaba ocupada, cuando él percibiendo el contenido de nuestra conversación, me tocó y me dijo por señales, que los dos la íbamos a buscar. Terminé enviándole un "gracias" sordo y diciendo a mi mama que no se preocupara. Por suerte, ella estaba tan preocupada con su amiga que no hizo más preguntas. Ella no había quedado muy contenta con el trato público que él me había ofrecido, hace un largo tiempo atrás. Ella se había enfadado más que yo, porque yo conocía sus razones y lo entendía, ella no.

- Te agradezco. En veinte minutos tenemos que ir. Las clases de ballet son cerca del centro. Después ella se quedará acá conmigo. - hablé casi sin respirar.

- No tenés que agradecer porque fui yo que me ofrecí. - me dijo suavemente. - ¡Cálmate! - y puso sus manos en mis hombros dejándonos uno de frente al otro. - Si querés, después de dejarlas acá, me voy y dejamos para otro día lo nuestro.

- No. - respondí inmediatamente.

- Entonces, no. - respondió sin ocultar la risa.

En una de esas vueltas del reloj...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora