XIII. Buscando la cura

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Después de colgar el teléfono, me sentí sola. ¡Muy sola! Aquel vacío, volvió a mi pecho. Es una sensación que de alguna manera, siempre estuvo presente en mi vida. Ese espacio abierto esperando para ser llenado, siempre estaba allí condenado a no cerrar nunca. Amo a mis padres, pero fueron los primeros que en un intento de vivir su vida, terminaran por enseñarme a vivir en la soledad. Desde la cuna, que ese espacio que debía haber sido llenado con amor y atención, fue cambiado por el acceso a una serie de cosas sustituibles y desechables. No me faltó ropa de marcas, viajes, juguetes, pero en contrapartida viví siempre con la sensación de que me faltaba algo importante. Deseé mucho tener hermanos, pensando que así podía eliminar ese agujero en el pecho y darles todo mi amor. Y la vida fue muy generosa y me dio tres hermanos hermosos, pero así como ocurrió con mis padres, solo los veo de vez en cuando. Tener una agenda organizada para ver a aquellos que amo, fue siempre parte de mi vida. ¡Y odio eso! La familia soñada, que el destino no me dio, intenté crear con mis amigos. Y de alguna manera, resultaba. O quería creer que así era. Pero, una vez más, tenía un montón de amor para dar y no sabía como hacerlo llegar al destinatario. ¿Cómo se da amor? ¿Existe una fórmula? 

Me senté en el aparador mirando mi cara reflejada en el espejo. "¿Qué es lo que pasa conmigo?¿Qué es lo que está mal? ¿Qué es lo que tengo?"  Miro el espejo, buscando el error y no lo puedo encontrar. Yo solo veo, a una mujer enamorada de un hombre. Pienso que a él, ella también le gusta. De otra forma, ¿cómo se explica su comportamiento? Tendría que pensar que es mal tipo, pero si hay algo en esta historia de que estoy segura, es de que él no se mueve por malos instintos. "Entonces, ¿por qué no conseguimos construir ese puente que nos una? Acá solo hay amor para dar. ¿Por qué tiene que ser tan complicado?" Mi cuaderno de apuntes, estaba ahí a la distancia de una mano. Lo tiré y lo abrí delante de mí. Agarré una pluma y dejé pasar para el papel todas mis inquietudes.

«¿Cómo amarte?

Si nunca lo aprendí. 

¿Cómo hacerte sentir, que te amo con mi cuerpo entero? 

Que todo lo que tengo y lo que soy, lo quiero compartir contigo.

Pero, me siento una isla sin puentes, ni barcos

Y no sé como llegar a ti.

No sé como aprender a derribar los muros que nos alejan.

¿Cómo amarte? 

 Si nunca lo aprendí.»

Después de escribir, me fui a bañar esperando que el agua terminara por aclarar mi mente. Salí del baño convencida que lo mejor es alejarme. Necesito sentir que estamos juntos y él necesita su espacio. Por segunda vez, se ha demostrado que no sé estar con esta distancia emocional, entonces prefiero imponer distancia física, entre nosotros. Al menos, sabré exactamente qué lugar me toca en esta relación. "Algunos de mis amigos van a decir que soy una cobarde por desistir, una vez más." ¡Pero qué valentía es necesario tener, para ser así de cobarde, porque siento que esta decisión me está matando y tengo que encontrar una forma de sobrevivir! No seré la primera, ni la última, que ama a lo lejos. 

Ya es muy tarde para contactar los servicios de la aerolínea y cambiar la fecha del viaje. Tampoco quiero incumplir la promesa que le hice, de esperar. Me acosté y esperé el sueño vencer la confusión mental en que me encontraba, hasta que dormí, finalmente. Dormía profundamente cuando algo me despertó. Me tardé algún tiempo en percibir que el ruido que me había perturbado el sueño, tenía origen en la puerta de la habitación. Me levanté en la oscuridad y fui a abrir.

En una de esas vueltas del reloj...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora