Parte 7: La rockera

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Escribir crea historias. Hablar crea mundos. Pero recordar... No hay palabras. Múltiples universos pueden ser creados con una simple imagen que la memoria tiene arraigada en su interior.

Aún cuando sea un mismo recuerdo, las vidas que construyeron las hermanas Loud fueron completamente distintas todo gracias a unos míseros recuerdos. Cada hermana tiene memorias del suceso completamente diferentes unas de las otras, pero no por eso es menos doloroso. 

¿Se olvidan para siempre los recuerdos? A veces no. La verdad nunca. Siempre están intentando elevarse hacia la mente diaria. Veamos, ¿cómo comenzó todo...?

...

Empecemos por el principio, ¿les parece?


Cinco años atrás...


Lincoln Loud siempre había ayudado a todas sus hermanas en lo que sea que ellas quisieran. Desde entrenar para un concurso de belleza y aprender a tocar instrumentos, hasta aprenderse guiones de teatro, actos y cambiar pañales. Había aprendido a cocinar, a ser niñero, sobre modas, ropas, nombres científicos y decenas de animales. Era, podría decirse, el hermano perfecto. Y para que diez hermanas se pusieran de acuerdo y opinaran lo mismo... Bueno, ya es decir, y mucho.

¿Qué habría sucedido si, por casualidades del universo, el varón resultaba ser una chica más? ¿O si la cigüeña se hubiera equivocado de casa? ¿O si el chico simplemente se negaba a ayudarlas?

Nadie en la familia se permitía siquiera el pensamiento.

Sin embargo, cuando Lincoln aún estaba en la casa, no estaba nada harto de todas las cosas que tenía que hacer. Le agradaba tener que pasar el tiempo con su familia, ya que siempre había algo nuevo que ver o hacer. Pero fue en ese año de su vida en que todo cambió.

- ¿Qué va a pasar conmigo?

En esos momentos Luna estaba llorando. Tenía montones de papeles tirados por su cuarto, y un bolígrafo en la mano que había gastado la mitad de su tinta en material inútil.

- Sólo quedan unos días y no estoy lista. ¿Qué voy a hacer?

Volvió a agarrar varios de sus papeles y frenéticamente buscó en todos ellos, rompiendo pedazos, agarrando de otros y volviéndolos a juntar. Los concursantes del programa televisivo para ser mostrados a todo el país llevaban semanas practicando para ese día, pero Luna Loud no tenía nada. No tenía ninguna canción que tocar. Nada de lo que escribía sería bueno para todo el mundo. Muchas de sus hermanas querían ayudar, pero Luna no se dejaba amedrentar. Ya se estaba dando por vencida cuando...

- ¿Luna?

Lincoln se asomó en el cuarto de Luna y Luan, nervioso al ver a la rockera en ese estado.

- Vete, Lincoln. Ahora no tengo ganas de ver a nadie.

- Pero es que te quiero ayudar... 

- No hay forma en que me ayudes.

- Pero...

- ¡QUE NO! ¡NO TE QUIERO VER AHORA! ¡ESTE PROBLEMA ES MÍO Y SOLO MÍO! ¡DÉJAME EN PAZ!

Luna soltó un grito tremendo, en señal de angustia. Se arrepintió en el momento en que las palabras salieron de su boca, pero el daño ya estaba hecho. Sin embargo, a diferencia de cuando era niño, esta vez el albino no se dejó intimidar.

- No -dijo Lincoln, con una voz grave y sorprendentemente calma.

Y abrazó a Luna. Luna se mostró sorprendida. Luego cerró los ojos, dejó salir más lágrimas, y abrazó a su hermano. Ahora, a pesar de ser el hermano de en medio, Lincoln era casi tan alto como Lori, la pubertad le había ensanchado los hombros y engrosado un poco la voz, por lo que Luna no dudó en resguardarse entre sus brazos. Lincoln había cambiado, y aún así, por dentro aún había un niño lleno de bondad.

- Luna, sé que tienes miedo. Cualquiera lo tendría. Pero yo estoy seguro de que Luna Loud tendría un enorme éxito como cantante y compositora.

- Pero... Pero, ¿y si no? -la voz nasal de Luna denotaba una enorme tristeza- Todos mis amigos me dicen que lo haré bien, pero yo no estoy tan segura. A ellos tal vez les guste, pero, ¿y al resto del mundo? Tal vez me debería cambiar el nombre a Lyra o Lulu, pintarme el cabello de rosa y hacer una canción que a todos les guste...

- ¿Y eso de que serviría? -inquirió Lincoln- ¿En qué momento verán a la Luna Loud que yo conozco? No tienes que cambiar nada de ti para gustarle a la gente, eres perfecta tal y como eres. 

El albino siguió abrazándola para que Luna procesara sus palabras. Luego el albino se agachó para recoger las hojas que Luna había tirado, arrugado y cortado, para luego unirlas todas, sin importarle su orden.

- Justo ahí -dijo Lincoln, juntando sus dos dedos gordos e índices y haciendo un cuadro con ellos, como si visualizara a alguien en una foto.

- ¿...Qué? ¿Qué ves? -dijo Luna, insegura.

- Una canción que aunque a no todos les guste, será un éxito en ese concurso. No importa si tu trabajo resulta malo, lo que importa es que sea lo que te guste y apasione hacer, que exprese lo que tu corazón sienta. Tu pasión es la música, y adaptarla para los demás no es bueno. Debe ser lo que a ti te guste.

Le acomodó el cabello a su hermana, que estaba algo despeinado. 

- Unos arreglos por aquí, un delineador en los ojos, y por supuesto, ¿una enorme sonrisa? -pidió Lincoln.

Luna, a pesar de su resistencia, no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro.

- Eso, mucho mejor. Esa es mi Luna, la que quiero que todos en el mundo vean. Vamos, yo sé juntar muchos pedazos de papel, pero la que les da todo el significado y sentimiento eres tú. Está en tu sangre.

Luna volvió a sonreír, ahora más segura de sí misma. Sin previo aviso, se lanzó a los brazos de su hermano y lo abrazó.

- Ay, Lincoln, ¿qué sería de esta familia sin ti? ¿Qué sería de mí sin ti?

- No lo sé, pero aquí me tienes. Vamos, hay una canción que componer.

Les tomó unas horas, pero después de mucho esfuerzo, jalones de cabello y desesperación, la canción estaba lista. Luna aún tenía sus dudas, pero Lincoln la animó.

- Luna, sólo tienes que ser tú misma, y todo saldrá bien. Te quedan unos días para practicar, así que aprovéchalos bien.

Luna asintió. Lincoln la abrazó una última vez antes de marcharse, ya que tenía cosas que hacer.

- Siempre estaré aquí para ti, ¿sí? -susurró.

- Sí, Lincoln. Gracias.

El albino se marchó, pero la calidez de su abrazo no abandonó a Luna, quien deseó que nunca se fuera.

- No sé como es que siempre llegas tú a animarnos, Lincoln -pensó- Tantos años y sigues con nosotras. No quiero que me dejes. Y atesoraré tu amor para siempre. Tú, más que nadie, me has aceptado por como soy desde el principio, y a cambio, te ofrezco mi corazón.

Los sentimientos que Luna guardaba hacia su hermano se desbordaron. Aún en el peor de los momentos, aún hablando con veneno, aún con miles de problemas por delante, Lincoln siempre le daba esa enorme sonrisa y ese gran corazón que tenía. Y poco a poco, después de tanto tiempo, en el interior de Luna esos brotes de cariño y afecto dieron sus frutos, dando paso a un amor más allá de lo fraternal.

¿Me querrá él a mí? (FECOWA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora