Qué tantas cosas ocurrieron en el hotel... Bueno, fue algo que no era de la incumbencia de los encargados del hotel, ni de nadie más. De hecho, ese hotel veía ese tipo de encuentros mucho más seguido de lo que se esperaba, pero como todo seguía en buen estado, nada estaba roto, se cobraba suficiente y la gente eran buenos clientes, pocas razones existían para no abrir ese establecimiento. Fue por eso que una recepcionista vio como ambos hermanos salían de la habitación a primera hora de la mañana sin hacer preguntas. Ambos se habían bañado y puesto ropas limpias. Las podrían ocultar fácilmente en el carro. Sólo tenían que ocultar su ausencia.
La mente del albino era un torbellino, confuso por todo lo ocurrido la noche anterior. No recordaba cuantas veces habría resistido, pero Lori seguía con lo suyo. Las caderas de su hermana rebotaron por horas contra su cuerpo, mientras él hacía lo posible para que ella se sintiera cómoda. Lori gemía y gritaba, y pudo haberlo mordido en una ocasión, pero Lincoln la detuvo justo a tiempo.
Parecía que ambos, sin saberlo, habían heredado la resistencia y capacidad de aguante de sus progenitores... Quién sabe cuáles otras hermanas podrían tener unas habilidades parecidas. Lincoln no quería pensar en eso de momento. Lo único que quería era que las demás no se enteraran de que había salido. No debería haber nadie despierto aún, y él mismo consideraba que había dormido lo suficiente como para mantenerse despierto. Tenía toda la energía requerida para ese día... Excepto tal vez sus piernas.
El problema era... Sam. De alguna forma, tenía que encontrar algo que le sirviera como excusa. Y para su gran alivio, se le presentó una oportunidad. Mientras Lori iba directamente a su trabajo, argumentando que se había quedado con una amiga, Lincoln recibió un mensaje de sus compañeros de su propio trabajo. Como se precisaba que el estuviera presente por un largo período ese día, el peliblanco podía decir que estuvo atento y presente desde el día anterior.
Y de hecho, estuvo bastante atareado ese día, asistiendo a reuniones, dando ideas, implementando unas, realizando otras y llevando a cabo múltiples trabajos para tener su cómic listo. No le iba nada mal, pero tenía que mantener la calidad, algo muy importante para él y la compañía.
Después de varias horas, el peliblanco se dio cuenta de que ya se hacía tarde. Recogió sus cosas y se fue a casa. Tenía cierto miedo de lo que podría encontrarse en ese lugar, pero aún así decidió continuar. Lincoln no se rindió y fue en busca de su hogar.
Lo primero que vio al entrar fueron a varias de sus hermanas y a su hija hablando y comiendo unas hamburguesas que pidieron. Le habían reservado una, pero Lincoln fue a dejar sus cosas primero, diciendo que solo le tomaría un segundo. Subiendo las escaleras, ya soñaba con esa deliciosa cena. Las luces en su cuarto estaban apagadas, y vio una silueta en su cama.
- ¿Sam? ¿Ya te dormiste? -susurró.
La silueta no respondió. Al acercarse, confirmó que era su esposa, cuyos ojos estaban cerrados y respiraba compasadamente. Pero haber estado durmiendo con ella los últimos años le dio una visión de ella dormida en otras ocasiones, y en esos momentos sospechó que sólo fingía. No estuvo seguro de porqué se hacía la dormida, pero por si acaso, la dejó descansar. Lincoln cerró la puerta lentamente tras de sí, y se dirigió a cenar con las demás.
Las hamburguesas le cayeron tan bien como un baño después de un día largo, y con el hambre que traía, bien podría estar comiendo arena sin darse cuenta. Luego llegó Lori, tan cansada como él. El albino suplicó que Lori no dijera nada, y por una vez, su deseo se cumplió. Lo único que dijo la mayor fue que había tenido un día ajetreado en el trabajo, y nada más. Ni siquiera se miraron a los ojos. Más tranquilo, el albino habló animadamente con todas, pero poco le importó en esos momentos que muchas de ellas lo vieran más de lo usual. Ignoró la indirecta por el momento, pues ese día al menos quería descansar. Como no había hecho nada en la casa ese día, se dispuso a lavar los platos. Pensó que en esa ocasión ocurriría algo, pero para su sorpresa no pasó nada. Se fue a dormir sin mayores incidentes, y Sam seguía en la misma posición. Sin hacer nada, el peliblanco se acostó y se durmió.
Se levantó temprano en la mañana, y cuando volteó, Sam tenía parte de su cabello encima de su rostro. Se lo retiró suavemente y la dejó dormir. Pero de pronto, sintió una culpa terrible.
- ¿Qué estoy haciendo? -se preguntó, asqueado de sí mismo- ¿Cómo puedo dormir tan campante cuando he engañado a mis esposa, no una, no dos, sino varias veces? ¡Y con mis hermanas, por si fuera poco! Esto no está bien. Tendría que hacer algo para arreglarlo, o...
Un ruido en el piso de abajo lo hizo incorporarse. Aguzó el oído y volvió a percibir un ruido. Una especie de golpeteo. Intrigado, bajó las escaleras para investigar. Lo hizo en silencio, con la esperanza de que lo que sea que estuviera haciendo ese ruido, no dejara de hacerlo cuando él apareciera. Hubo un momento de gran tensión, cuando uno de los escalones que pisó crujió. Se mordió los labios, se detuvo, aguantó la respiración y se quedo quieto como una estatua, todo en un intento de no causar más ruido. Esperó un momento, escuchando con toda su atención en caso de que alguien lo hubiera oído. El ruido se detuvo, haciendo pensar al albino que, en efecto, alguien lo había escuchado.
Pero se equivocaba. Luego lo que se escuchó fue un lloriqueo, como el de animal moribundo. La persona que lo emitía era una mujer. Una chica. Una de sus hermanas. El albino lo identificó de inmediato. Volviendo a moverse, Lincoln logró bajar las escaleras sin hacer ningún ruido, y asomó lentamente su cabeza en la cocina, para ver de reojo la escena.
Lucy estaba arrodillada en el piso, tomándose la cabeza de desesperación. Sus ojos estaban rojos por la falta de sueño y exceso de lágrimas. Su cabello estaba enmarañado y revuelto, y su ropa, arrugada. Pero lo que llamó la atención del albino fueron sus puños, que sangraban profusamente de los nudillos. Hipnotizado por esa visión, el peliblanco casi no notó que Lucy dirigía su mano lentamente a uno de los cajones. El que guardaba los cuchillos.
- ...Tal vez si termino con esta tortura... Pueda sentirme en paz...
- ¡Lucy, espera!
La gótica lo miró directamente a los ojos, haciendo que Lincoln revelara su presencia y se dirigiera hacia ella. Pero Lucy tomó un cuchillo y lo apuntó a su pecho. El utensilio se detuvo a centímetros de su corazón.
- No te acerques, Lincoln, o me apuñalo con esto y acabamos con esto sin hablar.
El albino levantó las manos y se detuvo, desesperado por hablar en esa situación tan precaria... Y que tal vez fuera la última.
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¿Me querrá él a mí? (FECOWA)
Romance(No es de No Such Luck) Después de lastimar y ser lastimado, Lincoln se va de la casa Loud. Y tras un largo período de tiempo, vuelve, creando un caos en su casa. Y sus hermanas, que no saben como actuar frente a él, ocultan sus más profundos deseos...