Parte 25: La congoja

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- Sigan con lo suyo, chicas... Lo hacen muy bien. Solo... Traten de no pensar en ello.

Lori no se sentía del todo bien, pues aún le dolía el corazón después de lo que había pasado, pero al menos no había acabado como otras de sus hermanas. Sentía, más que nunca, que debía cuidar a las menores. La necesitaban. Pero sobre todo, la necesitaban Lily y Lana, quienes eran las más afectadas de las más pequeñas. Dejó a Luan y a Lisa, pues se estaban haciendo algo de comer. Luego, Lori subió las escaleras al cuarto de su hermana menor.

- ¿Lily? ¿Puedo pasar?

Lily estaba acostada en su cama. No se veía muy mal, pero su color pálido alertó a Lori, quien pensó que estaba enferma. 

- ¿Cómo te sientes?

- No muy bien, Lori... No sé qué me pasa.

Lily dejó salir una solitaria lágrima, que resbaló sobre su tierno y redondo rostro. 

- Oh, tranquila, hermanita. Aquí está tu hermana mayor para cuidarte.

 - Lo sé, Lori, pero, ¿no te duele a ti también?

Lori se lo pensó un momento antes de responder.

- Claro que sí, pero eso me hace más fuerte, ¿no crees? En algún momento una tenía que sentirse triste, y yo pienso ayudarlas en lo que pueda. Hasta Leni me puede ayudar, ella solo tiene que volver a la normalidad.

- ¿Tú crees que pueda?

- ¿Leni? Por supuesto. No importa que tan despistada sea, es mucho más fuerte de lo que pensamos. 

De hecho, Lori había visto como Leni salía con Lucy y Lynn para alegrarlas con algo de ropa, y luego le dio un nuevo vestido a Lola, quien lo aceptó, encantada. Lori sabía que Leni era muy dulce, así como sabía que la fortaleza de ella misma era que, siendo la mayor, sabía como tratar con sus hermanas.

- No niego que ver que Lincoln es feliz con otra chica, y no solo eso, sino que formará una familia con ella, es doloroso. Pero eso no significa que todo esté perdido. Aún tenemos a nuestra familia. Todos estamos aquí. Y te aseguro que estaremos para ti.

Lily sonrió ante las palabras de su hermana, y fue esa sonrisa lo que le dijo a Lori que Lily iba a estar bien. 

- Bueno, el blanco no es un color que te favorezca mucho, Lily. Ven, come algo para que dejes de estar tan pálida.

La menor se vio en un espejo y soltó una risita al ver su ceniciento color, por lo que accedió a comer algo. Y mientras Lori bajaba con Lily, la mayor vio como Luan escuchaba atentamente la grabación de una canción de Luna, a Lola probándose su vestido nuevo, acompañada de una Lisa entusiasmada por aprender, y finalmente a Leni aún con Lucy y Lynn. Parecía que después de un tiempo, por fin todas empezaran a ver la luz. 

- Sin embargo -pensó Lori- no he visto a Lana. Pensé que sería Luna la más deprimida, pero parece que encontró un consuelo en la música que escucha. Además, Luna es mayor, puede que eso ayude. Pero Lana... Aún es muy joven.

Como Lily aún se veía débil, Lori prefirió encargarse de ella antes de comenzar su búsqueda. Lana la necesitaba.

En el patio, Charles Jr. intentaba entrar en su casita.

- ¡Guau! -ladró.

- Ahora no, Charles Jr.... Estoy ocupada.

El canino debió entender que en esos momentos no iban a desalojar su casita, además de que no era un buen momento, pues al instante se fue.

Lana seguía llorando un poco al pensar en lo sucedido, sin poder evitarlo.

- ¿No significo nada para ti, Lincoln? Sé que un beso nunca es suficiente, pero al menos pensé que me querrías de alguna forma. ¿En serio nada de lo que hice importa?

Lana seguía cayendo una y otra vez en la desesperación: golpeaba el suelo, lloraba sin parar y se alejaba de todas. ¿Qué mas podía hacer?

Llovía. Lana lo supo antes de que cayera la primera gota, ya que, repentinamente, el cielo oscureció. Lana olía la humedad, y un poco a gato mojado. Un poco de agua se colaba por la puerta, pero eso no hizo que la amante de los animales saliera. Nada lo hizo. Se quedó ahí por largas horas, sin que nadie la molestara. Pensó en todo lo que había hecho, y que le quitaba su feminidad. Si tal vez hubiera sido más femenina, Lincoln la habría querido, ¿no?

- ¿Lana?

La rubia abrió los ojos. Llevaba dormitando un rato, pero ahora se despertó por completo. El agua ya le llegaba a su cintura, estando sentada. Una persona estaba fuera.

- Lárgate, no quiero ver a nadie.

- Lana... Soy Lincoln.

Al saber que era su hermano él que la veía, Lana rompió a llorar otra vez.

- ¿Cómo supiste que estaba aquí?

- Éste ha sido tu escondite por muchos años, Lana. Era algo obvio.

Lana solo se volteó.

- No me hagas más daño, hermano.

- Lana...

La rubia no lo dejó terminar. Se levantó, salió de la casita de Charles Jr. y trató de meterse en la casa. Sin embargo, Lincoln la detuvo.

- Lana, ¿qué pasa?

 - Tú sabes qué es lo que pasa, Lincoln. No tengo que decirlo, incluso tú te darías cuenta. Y no te culpo. Es todo.

Lana dio media vuelta, pero Lincoln la abrazó por detrás.

- Lana... Perdóname.

Lana se quedó quieta, con el corazón en un puño, sin poder creer lo que pasaba.

- En serio, en serio lamento que esto te haya hecho daño... Jamás en mi vida querría hacerte daño, ni a ti ni a ninguna de nuestras hermanas.

- ¿Entonces, por qué nos rechazas? -preguntó Lana, con la voz quebrada.

- No puedo verlas más allá de simples hermanas. Pero no significa que no las quiera, ¿no?

Lana lo pensó, y estuvo de acuerdo. Tal vez Lincoln no estaba junto a alguna de ellas , pero eso no quería decir que las dejaría para siempre. Y dentro de él, Lincoln sintió la ligera punzada de que había dicho una mentira. ¿En serio no sentía nada... de nada?

- Lincoln... No puedo dejar de sentir esto por ti...

- Bueno, pero... Podemos seguir siendo hermanos, ¿no? Como lo hacíamos antes. Jugar, hacer cosas juntos... y las travesuras. Siempre las travesuras.

Todas las cosas que ocurrieron en su infancia conmovieron a Lana.

- ¿En serio crees que podemos volver a lo qué éramos antes? ¿Hermanos, y nada más?

- No lo sé... Pero vale la pena intentarlo, ¿no crees?

- Sí... Tal vez tengas razón. Pero...

Esa duda le destrozó todas las esperanzas a Lincoln. El pensamiento de volver a pasar el tiempo con su hermano, aunque no fuera como novios, animaba a Lana un poco. Jugar, hablar, y una que otra travesura... No se oía mal. 

Lincoln en serio quería que las cosas fueran como antes, volver a tener diez hermanas que querían simplemente divertirse con él. Nada más. Pero...

- Lo siento, Lincoln... Pero no puedo dejar de amarte sin más.

Lenta y suavemente, Lana le dio un ligero beso en la mejilla. 

- Te amo, Lincoln.

Lincoln no dijo nada. Lana entró en la casa. No pudo evitar dejar salir un gimoteo de dolor cuando subió a dormirse.

Lincoln intentó arreglar las cosas con las demás, pero todas respondieron de manera muy parecida a Lana. Al menos en eso las hermanas Loud estaban de acuerdo. Lincoln, muy a su pesar, vio como había acabado con la relación entre él y sus hermanas. Y le dolía.

Sin embargo, ese dolor era trivial, comparado con el que vendría después. Porque se acercaba el día en que Lincoln y sus hermanas se convertirían en h...

¿Me querrá él a mí? (FECOWA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora